Casi al término del año 2017, los cubanos y los grupos portadores de la tradición campesina recibíamos con orgullo la noticia de que nuestro punto guajiro figura en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Largo fue el camino recorrido por los especialistas de la Comisión Nacional de la Salvaguardia del Patrimonio para llevar un minucioso expediente hasta la duodécima sesión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Es esta la segunda ocasión en la que una manifestación artística cubana integra el listado del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La primera vez fue en 2016 y le correspondió a la rumba, aunque ya se había reconocido a la tumba francesa en los territorios de Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo como Obra Maestra del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
A criterio de la musicóloga María Teresa Linares «el punto cubano es un género de canto que fue creado por nuestro pueblo y utilizado en casi todas las circunstancias del ciclo de vida: como canción de cuna, como canto de trabajo, como canto religioso ante los altares y velorios de santos, como canto funeral en mortuorios, en endechas y serenatas de amor; también en momentos de diversión, que es quizás donde se halla su función y uso principal improvisando décimas en controversia o en narraciones épicas».
Sobre el recorrido investigativo para redactar el expediente, la revista Arte por Excelencias conversó con Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura de Cuba.
«No partimos de cero. Ya había un trabajo desarrollado, lo más importante y lo más minucioso fueron los inventarios de las Casas de Cultura. Empezamos en el 2011; llevamos un trabajo relacionado con el punto guajiro y el repentismo. Lo primero que se hizo fue trabajar para declarar al año siguiente el punto cubano como Patrimonio de la Nación Cubana, es uno de los requisitos que exige la Unesco para hacer las declaratorias a nivel mundial.
»Trabajaron miembros de la Comisión Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial, el Ministerio de Cultura, Casas de Cultura, el Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, el Centro de Investigaciones de la Música, así como de otras instituciones culturales y personas que tienen que ver con el patrimonio inmaterial. Fue un trabajo minucioso. El expediente para la Unesco debía responder a cinco preguntas con parámetros rigurosos en tan solo doscientas cincuenta palabras.
»Del expediente también forman parte fotografías y un video con requerimientos técnicos importantes en no más de diez minutos».
El material audiovisual, con guion de Patricia Tápanes, estuvo a cargo del grupo Guijarro, perteneciente al Consejo Nacional de Casas de Cultura. Constituyó una pieza clave para mostrar la riqueza de la expresión poética y musical de los guajiros cubanos. Según el comunicado divulgado por la Unesco, «el punto, práctica musical, es un elemento esencial del patrimonio cultural inmaterial cubano, abierto a todos, que propicia el diálogo y expresa los sentimientos, conocimientos y valores de las comunidades que lo practican. Además
—puntualizó— que las técnicas y los conocimientos vinculados al punto guajiro se transmiten esencialmente por medio de la imitación, y también mediante un programa de enseñanza impartido en las Casas de Cultura de todo el país, con talleres animados por los depositarios y practicantes de este género musical».
«Fue un momento muy importante y muy emotivo —nos dice Gladys—, cada declaratoria se convierte en una fiesta. La representación cubana estuvo integrada también por Yaima Esquivel, especialista de la Comisión Cubana de la Unesco que jugó un papel importante en esta declaratoria para que los países nos apoyaran. Durante la sesión, el repentista Alexis Díaz Pimienta dedicó una décima a la plenaria por la declaratoria del punto cubano, fue un acontecimiento inesperado».
El punto vino a bordo en las migraciones españolas de las Islas Canarias y Andalucía hacia Cuba a finales del siglo xviii. Sus tonadas se esparcieron por toda la región y se adaptaron fundamentalmente a las condiciones de vida de la zona rural, impregnándose del auténtico olor a tierra. El punto guajiro se mezcló con las raíces africanas, terminó siendo criollo y cubano, un hijo naturalmente transcultural. Actualmente se pueden destacar varias modalidades: el punto fijo, libre, espontáneo…
En el país los Grupos Portadores cuentan con el espacio televisivo Palmas y Cañas, que se transmite además por Cubavisión Internacional. Muchos han sido los exponentes del género, entre ellos Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), Jesús Orta Ruiz (el Indio Naborí), el popular dueto de Justo Vega y Adolfo Alfonso y Celina González. En la actualidad figuran Tomasita Quiala, Luis Paz (Papillo), Emiliano Sardiñas, Alexis Díaz-Pimienta, María Victoria Rodríguez y otros.
«Quedan muchos retos —concluye la presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio—, ya tenemos un listado importante de declaratorias de Patrimonio Nacional de Cuba, ese es el punto de partida para seguir trabajando en diferentes expedientes, como los saberes del ron y las parrandas de la región central. La comisión tiene bastante trabajo para poder declarar alguna otra manifestación dentro de la lista representativa o como buenas prácticas del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad».
Con la inscripción del punto cubano en la lista representativa de la Unesco, en cada sitio del archipiélago donde suenen la guitarra, el tres, el laúd, las claves, las maracas…, donde sean las tonadas quienes amenicen el trabajo en la tierra o las horas de ocio transcurran entre controversias, décimas e improvisaciones, donde haya un guateque y una familia campesina, guayaberas y sombreros de guano, se estará defendiendo la trasmisión oral, la memoria histórica y el sentimiento guajiro desde donde nace lo cubano.

La décima siempre ha sido
latir de mi corazón,
casi la resurrección
para mi pecho dormido:
es mi profundo latido
como lo es en Naborí.
La décima para mí,
haciendo una breve suma,
es como lo fue la pluma
para el Apóstol Martí.

Adolfo Alfonso