La complejidad y el misterio son cosas que integran el arte
y que se manifiestan en todos los aspectos que la circundan.
El arte es la visión suprema del espíritu
y solo lo supera la visión divina.
Todo artista verdadero conoce por instinto su misión.
Los que la ignoran no han sido los elegidos y merodean.

Paul Giudicelli
Padre de la pintura moderna en la República Dominicana

El arte contemporáneo puede ser entendido de diferentes maneras por interpretación de su nombre. Literalmente es el arte que se ha producido en nuestra época: el arte actual, que viene a ser la respuesta cultural en las artes plásticas.
La escena artística dominicana atesora una pléyade de jóvenes artistas que nos ofrecen arte actual, un arte contemporáneo, como expresión pura de la megadiversidad. Son artistas de buena formación en las diferentes escuelas de arte de universidades y otros nichos de calidad, como la prestigiosa Escuela de Diseño Altos de Chavón, la Escuela Nacional de Artes Visuales (Enav), los centros culturales, y con ellos críticos y curadores que completan la intención de hacer buen arte en el país.
Otros espacios de arte contemporáneo son el Museo de Arte Moderno, prestigiosas galerías localizadas en Santo Domingo, la Bienal Nacional de Artes Visuales, los Concursos de Arte E. León Jiménes y las Trienales Internacionales del Tile Cerámico.
La complejidad y misterio de los años cincuenta y más adelante la impronta del grupo Proyecta han dejado un mensaje particular en algunos de los mejores exponentes de la plástica contemporánea en Dominicana.
Hoy queremos referirnos a un joven y talentoso artista nuestro que marca diferencias por su versatilidad y oficio depurado. Las entrañas sociales muy específicas de un hoy diferente lo acercan a las texturas de sus obras pictóricas, a sus geniales esculturas de gran tamaño, al tratamiento de bustos y retratos, así como a sus atrevidos performances. Nos referimos a Fermín Ceballos, nativo de Jamey, un poblado encumbrado en las cimas y cavas arawacas de Borbón, cercanas a la ciudad de San Cristóbal, con tierras fértiles bañadas por ríos serpenteantes de un trópico antillano ancestral con olores a humedales y esencias taínas. Esta selva contemporánea actual, que bebe de sus raíces, se hace cada día más espesa, productiva y aún más exuberante en la obra de Fermín Ceballos.
En momentos en que las artes plásticas dominicanas atraviesan por momentos difíciles y sus artistas no son bien valorados por los estamentos estatales ni de alguna manera protegidos y alentados como es norma en otras latitudes, nuestros jóvenes artistas se abren paso, unos emigrando y otros saliendo y entrando de su isla mágica.
Si bien es cierto que el país está más en sintonía con lo internacional y muchas de sus jóvenes promesas trillan el mundo en trueque cultural dejando y trayendo costumbres, olores y colores, actitudes y oficios de otras arenas, se enfrentan a la obligada transformación que sustenta su permanencia y avance con nuevas formas y contenidos en búsqueda permanente de sus raíces, de un sello personal, de la universalidad de su obra.
Fermín Ceballos es un abanderado de estas corrientes de avance y reinvención constante, con nuevas propuestas temáticas y técnicas que lo sitúan en el camino de una constante superación que en él luce indetenible.
Crear diferencias es a su vez la mejor muestra de construir espacios nuevos y convertirse ya de alumno aventajado en maestro de las generaciones que le siguen y respetan, afrontando los retos que demandan los inexorables cambios sociales, políticos y económicos que demanda la particular condición de isleño.
La historia del arte dominicano contemporáneo, enclavado en el cinturón antillano, ha sido para Ceballos —el onírico, el inventor, el sufrido— no una meta, sino más bien un proyecto que va más allá de sus originales creaciones y que se desplaza sobre las ruedas indetenibles de la historia, acompañando siempre las ficciones o las realidades de su isla mágica.
Qué alegría poder compartir espacios con este consagrado artista nuestro ya maduro y siempre productivo, estudioso agradecido de los sagrados maestros de la pintura, el dibujo y la escultura dominicana.
El aporte actual y futuro de su producción artística estimulará la vitalidad renovadora e innovadora de los que le siguen, sirviendo a la vez de referencia a estos nuevos talentos que completan el universo creador, acompañándolos a crecer.
Fermín Ceballos es uno de los artistas dominicanos de más cotización nacional e internacional en el campo del arte contemporáneo de este Caribe de mares, colores y sabores. Desde su testimonio plástico nos remite a una reverencia justa a la creación artística.
Al cumplir sus cuarenta años Ceballos mantiene su juventud creadora, ya con la madurez de haber trillado los tortuosos caminos de niñez, adolescencia y juventud y pasar exitosamente todos los retos de la Escuela Nacional de Bellas Artes, concursos y bienales nacionales y extranjeras, invitaciones a talleres y exposiciones colectivas importantes, y un extenso currículo de muestras individuales y premios. Pero si su creación resulta ser admirable, aún más lo es su sencillez y humildad, nunca perdidas a través de los años.
Es, sin dudas, Fermín Ceballos, uno de los exponentes más notables de la contemporaneidad en las artes plásticas dominicanas. Él prestigia y estimula a una nueva generación de creadores.