La selva del Petén sobresale por sus sitios arqueológicos bien conservados como la antigua ciudad nombrada Tikal.
Durante siglos, el juego de pelota fue parte fundamental de la vida los que pertenecieron a la cultura maya.
Figura de un atleta.
En las comunidades indígenas permanecen vivas las tradiciones y costumbres de sus ilustres antepasados.

MÉXICO, BELICE, GUATEMALA, EL SALVADOR Y HONDURAS TIENEN EL PRIVILEGIO DE ESTAR POBLADOS POR CIUDADES LLENAS DE MAGIA, HISTORIA Y CULTURA, REFLEJO DEL PODER QUE LLEGÓ A ALCANZAR LA CIVILIZACIÓN MAYA, UNA DE LAS MÁS ASOMBROSAS EN EL DEVENIR DE LA HUMANIDAD

Viven orgullosos de las riquezas ancestrales que les legó una de las culturas más asombrosas de la historia de la humanidad. México (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán), Belice, Guatemala, El Salvador y Honduras tienen el privilegio de estar poblados por ciudades llenas de magia e historia. Sus cien sitios arqueológicos (la llamada Ruta Maya), en los que se conservan importantes vestigios de materiales precolombinos de la antigua Mesoamérica, son una constante invitación a los amantes del turismo arqueológico a recorrer estos países que han sido capaces, además, de potenciar muchos otros sectores: negocios y convenciones, sol, playa, aventura, cruceros...
Sin dudas resulta fascinante recorrer los 515 000 km2 del territorio donde los antiguos moradores del Mundo Maya dejaron sus huellas antes de desaparecer. Pero si esas ciudades muertas, incluidas en su mayoría en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, atraen a miles de curiosos interesados en descubrir asombrosos templos en forma de pirámide que entre tupidas selvas retan al paso del tiempo, tanto o más convocan los defensores de esas culturas que aún permanecen vivas en las comunidades indígenas de hoy, como sucede en las tierras altas de Guatemala y Chiapas.
Parte de la república mexicana, Chiapas alberga a pobladores dueños de una sabiduría ancestral quienes perviven en un entorno ideal para los defensores del ecoturismo. Con el sueño de conservar y aprovechar sus recursos naturales, y de intentar minimizar el impacto que dicha decisión pueda traer sobre el medioambiente, desde hace unos años abrió sus puertas a turistas deseos de disfrutar, caminar, sentir la naturaleza y de paso entrar en contacto con la población local con el fin de revelar nuevas experiencias, conocer otras culturas y formas de vida.
Famosa por sus zonas arqueológicas (empezando por Palenque con su Templo de las Inscripciones; Bonampak y sus impresionantes pinturas murales; Yaxchilán, Toniná, Chinkultic, Izapa, Tenam Puente…), este Estado reúne en relativamente poco espacio una variedad enorme de culturas, lenguas, religiones, fiestas, costumbres… Casa grande de grupos como los tzeltales, tzotziles, lacandones, choles, tojolabales, zoques, mames, mochos, cakchiqueles, chujes, kanjobales y jacaltecos, es de México el que mayor diversidad étnica muestra. De allí llaman poderosamente la atención su gastronomía y sus textiles, que constituyen la producción artesanal más sobresaliente de este territorio.
El turismo de cruceros también ha sido una vía que ha facilitado el encuentro con un universo apasionante. El desarrollo costero que en la actualidad evidencia Quintana Roo ha propiciado, por ejemplo, que en noviembre pasado atracara en Cozumel el Symphony of the Seas, clasificado, desde el 9 de junio de 2017, como el barco de pasajeros más grande del mundo, pero también el más nuevo y de tecnología de punta.

TESTIGOS DEL TIEMPO
Ya sea por vía aérea, marítima y terrestre, la ruta del Mundo Maya ha logrado enlazar a algunos de los más reconocidos centros arqueológicos de México (no únicamente Palenque, sino también Uxmal, Chichen Itzá…), con los de Centroamérica. De esta manera se conectan 70 enclaves mayas de relevancia histórica y cultural, que disponen de las infraestructuras de transporte y hostelería necesarias para recibir y acoger a un importante número de visitantes.
Último país de las Américas en alcanzar su independencia, en 1981, donde se hablan al menos tres idiomas (inglés, el oficial; español y creole), si bien muchas veces miles de personas se llegan a Belice con el anhelo de bucear en la segunda barrera de coral más importante del mundo, no resulta despreciable el número de turistas que la eligen porque conocen que existen más de 900 importantes restos arqueológicos que son testigos de la presencia de los mayas en esa tierra desde el 2000 aC.
Cuando se está en Belice hay que vivir la aventura de encontrarse con Caracol, a pesar de las malas condiciones de carreteras y aunque haya que atravesar varios puestos de control militar, pero es que lo merecen las ruinas de la pirámide de 140 m de altura, la más empinada del pequeño país. Lo mismo habría que decir de Lamanai, Cerros, Altun Ha, Xunantunich, Nim-Li y Lubaantún.
Su vecina Guatemala anuncia a los cuatro vientos que es el mismísimo centro del mundo maya, y tiene toda la razón. Esta nación invita a viajar en el tiempo a quienes se encaminen hacia el altiplano, donde los habitantes, que mantienen sus lenguas indígenas, visten con la colorida ropa tradicional de sus antepasados, ignorando por completo la moda occidental.
Con sus impresionantes aguas termales naturales, resultado de la intensa actividad volcánica que reina, Guatemala, donde los españoles levantaron la primera iglesia de Centroamérica, cuenta, para impresionar al mundo, con la selva del Petén, donde los mayas se asentaron hacia el 600 a.C., y que destaca por sus sitios arqueológicos bien conservados (especial mención exigen los parques de Tikal y Yaxhá) y por la abundancia de la fauna que protege.

PARTE DEL GRAN MOSAICO
Básicamente de Europa y Estados Unidos, a quienes se les han ido sumando de manera creciente los viajeros de Sudamérica, provienen los visitantes al mundo maya, del cual no se tuvo noticias hasta que John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood pudieron transitar la zona de Yucatán y Centroamérica durante las décadas de los años 30 y 40 del siglo XIX.
Gracias a la constancia que dejaron de sus experiencias en varios libros de viaje y  a un conjunto extraordinario de ilustraciones, la grandeza de esta civilización irrumpió con fuerza en el imaginario colectivo de occidente, y se visibilizaron aún más países como Honduras y El Salvador. El primero de ellos acogió a Copán, la ahora denominada Ciudad Luz del Mundo Maya, y de la que no se tuvo noticias hasta que en 1576 don Diego García de Palacio le informara al rey Felipe II de España de «soberbios edificios, de tal habilidad y esplendor, que parece que nunca pudieron haber sido construidos por los nativos». De ese ilustre lugar dieron fe más tarde Stephens y Catherwood en su libro Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatan.
Copán se halla dentro del valle homónimo de 24 km2, donde se agrupan numerosos sitios arqueológicos, en su mayoría aún sin ser estudiados a profundidad, alrededor de El Grupo Principal, el más importante asentamiento urbano y centro del poder político, religioso y militar. Admira por su escultura (admirables sus estelas), su escritura (allí se aprecia el texto jeroglífico más extenso del Nuevo Mundo), su arquitectura (como el templo Rosalila) y su astronomía (la Gran Plaza).
Y si se trata de El Salvador, entonces habrá que pasar revista, obligatoriamente, a sus ciudades mayas. Son ocho, pero cada una muestra una cara diferente de esta potente cultura. En Quelepa se ubican las ruinas que tomaron este nombre: 40 estructuras en un área de ½ km2, entre ellas sobresale la pieza denominada Altar del jaguar. Cihuatán, sin todavía ser explorado en su totalidad, ofrece dos grandes complejos de tipo religioso: el centro ceremonial poniente y centro ceremonial oriente. Localizado en el departamento de La Libertad, basta decir que Joya de Cerén, Patrimonio de la Humanidad desde 1993, es conocida mundialmente como «la Pompeya de Centroamérica».
San Andrés es otra de las ciudades. Sus hallazgos demuestran que este asentamiento tuvo contactos con la civilización de Copán y Teotihuacán. Santa Leticia, a más de 1 400 m.s.n.m., se reconoce por sus tres monumentos logrados en roca tallada de gran volumen, de 7 000, 10 000 y 16 000 kg cada uno. Casa Blanca, por su parte, agrupa seis centros: Tazumal, El Trapiche, Victoria, Laguna Seca, Laguna Cuzcachapa y Casa Blanca.
El mismo Tazumal se integra por derecho propio a la Ruta Maya de El Salvador, como también lo hace Cara Sucia, cerca de la frontera con Guatemala, donde son visibles más de 30 montículos, también legítima expresión de ese gran mosaico cultural, económico, social y religioso que dejaron por herencia los descendientes de una civilización extraordinaria.

 

Edificaciones impresionantes
Los restos de la arquitectura maya son una clave importante para entender la evolución de su antigua civilización. Estos son sus principales estilos:

Sudoriental: Con gran cantidad y calidad de monumentos labrados e inscripciones jeroglíficas. Los edificios son de muros muy anchos, cuartos estrechos con falsos arcos mayas escalonados y fachadas cubiertas en parte por esculturas en piedra y estuco.

Petén central: De pirámides muy inclinadas, templos con cresterías huecas y altas sobre cuartos traseros, palacios de dos plantas con anchos muros, cuartos angostos y falsos arcos mayas bajos.

Noroccidental: Edificios con elegantes esculturas en estuco y piedra labrada. Edificios pequeños con grandes cuartos y altos falsos arcos mayas. Los vanos (espacios huecos en los muros) son anchos, dando a los interiores luz y ventilación.

Río Bec: Edificios de torres paralelas, esquinas redondeadas y escaleras simbólicas (las escaleras son casi verticales e imposibles de subir. El templo tiene como puerta una simple hendidura). La decoración incluye máscaras de forma animal y diseños geométricos.

Chenes: Edificios con fachadas en tres partes, las decoraciones forman máscaras de animales en las puertas. También utilizaban piedras salientes sobre las molduras para colocar estatuas, cresterías de un muro, máscaras de Chaac.

Planicies noroccidentales: Con dos estilos arquitectónicos: el Maya Chichén muestra semejanzas con el Puuc tardío. El Maya Tolteca incluye pirámides-templo, patios con columnas, patios-galerías y plataformas de Venus.

Costa oriental: Muestra sitios arqueológicos pequeños, figuras del Dios Descendente, nichos y perfiles humanos entre las cornisas de las esquinas. Las esquinas de los edificios muestran muros inclinados hacia fuera.