El Paseo del Prado es legendario por los simbólicos leones de bronce, sus bancos de piedra y mármol, las farolas y sus laureles.
Las calles del Centro Histórico son siempre muy transitadas por su contagiosa alegría y su ambiente musical.
En la 5ta. Avenida llama la atención la hermosa torre reloj.
La Avenida del Puerto es sin dudas una de las rutas más atractivas de la ciudad.
Callejón de Hamel: primer mural en la vía pública dedicado a la cultura afrocubana.
Es tal vez la calle 23 la más transitada y popular de toda La Habana.
La calle Línea, del Vedado, se ha transformado en el corredor cultural de la ciudad por la cantidad de instituciones de este tipo que acoge.

A Prado y Neptuno/ Iba una chiquita/  Que todos los hombres/ La tenían que mirar... Es precisamente en una de las canciones cubanas más famosas de todos los tiempos, donde a ritmo de chachachá se ofrecen las coordenadas de una esquina habanera que todavía sigue siendo emblemático punto de encuentro en esta Ciudad Maravilla, fundada en 1519. 

Y es que, si queremos descubrir esta urbe a partir de algunas de sus calles más famosas, es necesario precisar que quizás, las más interesantes no son precisamente aquellas fastuosas, ni rodeadas de hoteles y restaurantes, sino las pintorescas por su gente, su historia y las vivencias a su alrededor. 

Justo a partir de esa esquina inmortalizada en una canción se puede comenzar a desandar el Paseo del Prado, legendario por los simbólicos leones de bronce, sus bancos de piedra y mármol, las farolas y sus laureles. Ese Paseo, antiguamente llamado Alameda de Extramuros, Alameda de Isabel II, Paseo del Nuevo Prado, Paseo del Conde de Casa Moré y Paseo de Martí, que es su nombre oficial, hoy forma parte del recorrido obligatorio de los visitantes, porque allí se pueden apreciar buena parte de nuestra idiosincrasia y del ambiente artístico que se comparte. 

A un lado de ese sitio está el Boulevard de San Rafael, uno de los céntricos y más importantes paseos peatonales de Centro Habana, que enlaza el Paseo del Prado con la calle Galiano, también conocida por sus ofertas comerciales. Es el Boulevard un espacio trepidante por sus numerosos establecimientos, tiendas, galerías, heladerías, cafeterías, parques, áreas de ventas de artesanía, relojerías, librerías, restaurantes, pizzerías, bodeguitas y más.

Al otro lado aguarda la calle Obispo. En su comienzo lo primero que llama la atención es el Bar Floridita, sitio de preferencia del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Desde ahí se llega hasta la Plaza de Armas, donde el visitante se entrecruza con la muchedumbre, los negocios, las tiendas, las estatuas vivientes, el Colegio de San Jerónimo y el Hotel Ambos Mundos, lugar donde también están las huellas del Premio Nobel de Literatura.  En esta calle es difícil resistirse a tomar un café, beber un mojito, bailar con los tríos de música tradicional y continuar descubriendo La Habana por arterias como Teniente Rey, Oficios (la más importante de las cuatro calles existentes en 1584), Cuba, Obrapía, Habana, Aguiar, Muralla; o las plazas Vieja, de la Catedral y del Convento de San Francisco de Asís, la Alameda de Paula, entre otras.

Si los pasos conducen hasta el mar, hasta la Avenida del Puerto, entonces la curiosidad crece, porque el visitante deseará conocer que hay allá, donde se vislumbra una estatua monumental de Cristo, y donde se ven castillos de películas, otrora fortalezas militares. La lanchita está ahí, al pie de la Bahía, y ya sea para Regla o para Casablanca, será el medio idóneo para conocer otra zona, igualmente atractiva, de la capital cubana. 

En el otro lado de la urbe, siguiendo el entramado de la parte más añeja, se puede transitar por la afamada calle Monte, oficialmente denominada Máximo Gómez, General en Jefe de nuestras luchas independentistas en el siglo XIX, cuya entrada triunfal a la capital cubana fue por esta avenida.  La historia registra que aquí tuvo lugar el primer accidente automovilístico de Cuba, la compañía cubana de electricidad, la antigua fábrica de tabacos La Excepción III, entre otros establecimientos importantes. Siguiendo por la calle Monte, al llegar a Belascoaín, nos encontramos con uno de los mercados más grandes y famosos de La Habana, actualmente en reparación. Justo en el límite de Centro Habana, Habana Vieja y Cerro está el mercado de Cuatro Caminos, imponente en su singular arquitectura. 

No puede faltar en el itinerario del paseante el Callejón de Hamel, situado entre las calles Aramburu y Hospital, cuyo primer valor es el de ser el primer mural en la vía pública dedicado a la cultura afrocubana desde 1990. Lleva el nombre del norteamericano de origen franco-alemán que compró esos terrenos en la barriada de Cayo Hueso a inicios del siglo pasado. En la calle hay música a todas horas y se vive un ambiente multicultural.

La Habana no es solo bella desde su magia de siglos pasados. Por ejemplo, en el corazón del Vedado, por la conocida Rampa, está una de las esquinas más céntricas y conocidas en el país: 23 y L, donde se encuentra el histórico Hotel Habana Libre, la famosa heladería Coppelia y el cine Yara. Es un punto de encuentro para citas a ciegas, salidas de amigos, rutas de ómnibus, y a partir de ahí se puede transitar por la avenida 23, ir rumbo al mar o hasta la calle Línea. Ambas conectan el Vedado con el municipio Playa, la primera a través del Puente Almendares y la segunda, por el Túnel, que conduce a la zona de Miramar. 

Justamente la calle Línea, creada a finales del siglo XIX y paso obligado de trenes y tranvías, es el corredor cultural de la ciudad.  Junto a las edificaciones de alto valor arquitectónico coexisten teatros y centros culturales de renombre como el Trianón, el Mella, el Bertolt Brecht, La Casona de Línea… Cruzando el Túnel, se abre paso 5ta. Avenida, bella y majestuosa, que exhibe las mejores mansiones de La Habana, construidas en las primeras décadas del pasado siglo XX. Es admirable la Casa de las Tejas Verdes, ubicada a la entrada de esta avenida, que sobresale por sus techos recubiertos de tejas americanas de ese color y la singular torrecilla en forma de cono. También, al salir del Túnel, llama la atención la hermosa torre reloj, diseñada entre 1921 y 1924. Cuentan que sus campanadas imitan a las del famoso Big Ben de Londres.

Sin dudas, La Habana es más que estas calles… Es la Avenida de Rancho Boyeros, transito obligatorio para el viajero que arriba a la ciudad por el Aeropuerto Internacional José Martí. Es la Vía Blanca, calle industria e importante en la conexión de varios municipios. Es la calle 51, la Calzada del Cerro y la de Buenos Aires. Es la calle Dolores, la Monumental de camino a las Playas del Este. Es, incluso, cada una de esas callejuelas que, en el entramado popular, adquieren también especial significación

CAMINO A MAYABEQUE Y MATANZAS

Con su arrancada en la rotonda donde se unen las calles 26 y Boyeros, y que acoge a la Fuente Luminosa o de la Ciudad Deportiva, la Vía Blanca, tomada como la primera autopista construida en Cuba, se inauguró de manera oficial el 26 de septiembre de 1959, cuando por fin estuvo lista para poder enlazar a La Habana con Matanzas, después de dejar atrás al Puente de Bacunayagua, aunque ya en ese punto pudiera disponer solamente de cuatro carriles y no de los seis con los que inicia su largo trayecto.

Comenzó a construirse en 1945 esta avenida que atraviesa buena parte de la capital cubana (recorre municipios como Cerro, Diez de Octubre, Regla, Guanabacoa y Habana del Este) y que adquirió su nombre por aquello de que a través de ella se puede acceder a una cantidad notable de playas de arenas blancas. Se le conoce como Monumental, justo cuando pasa el reparto Vía Túnel y toda su anchura se divide en cuatro durante los 98 km que suma el litoral de la costa norte hasta llegar a la nombrada Atenas de Cuba.

Desandar la Monumental posibilita el encuentro con una zona significativa de las edificaciones construidas con la Revolución, como la Villa Panamericana, miniciudad que se levantó a raíz de la celebración de los XI Juegos Panamericanos en 1991 y que está rodeada de instalaciones deportivas creadas para la ocasión, como el estadio y la piscina olímpicos. Luego viene el populoso reparto Alamar, conformado por cientos de edificios de apartamentos de prefabricado.

Fabulosas son las playas que se localizan en este lado de La Habana, como Bacuranao; Tarará, en la desembocadura del río homónimo (una zona donde estuvo, en la década del 70 del siglo pasado,  el Campamento de Pioneros José Martí, que después se transformó primero en centro de recuperación para niños soviéticos afectados en la catástrofe de Chernóbil y en los años 2000 en sede de la Operación Milagro), Mégano, y las muy visitadas Santa María del Mar, Boca Ciega y Guanabo

En la zona del Rincón de Guanabo se establece la frontera entre la capital y Mayabeque, la provincia vecina.

RECORRIDO «OBLIGATORIO»

Es recorrido obligado para quienes arriban a la capital de la Isla a través del Aeropuerto Internacional José Martí. Se nombra verdaderamente Avenida de la Independencia, aunque para la mayoría de los cubanos se trata de la Avenida de Rancho Boyeros, que comunica al municipio de Santiago de las Vegas con el de Plaza de la Revolución. 

Sin dudas  es esta vía una de las más transitadas de La Habana porque se entronca con otras no menos concurridas como la Avenida de los Presidentes (calle G, en el Vedado) y con Salvador Allende (como aquella igual llamada por su nombre más antiguo: Carlos III en el tramo primero y Reina, en el final). Asimismo se une a 26, en Nuevo Vedado, o la ya mencionada Vía Blanca, a un costado de la magnífica Ciudad Deportiva.

A un lado y otro de Rancho Boyeros van apareciendo lugares de notable interés, ya sea por razones económicas, como por otras del tipo culturales, sociales, históricas: Hospital Psiquiátrico de La Habana Comandante Doctor Eduardo Bernabé Ordaz Ducungé (Mazorra), Parque Zoológico Nacional, Centro Turístico Rio Cristal, Habana Golf Club, entrada del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echavarría (para muchos la CUJAE), Fábrica de Helados Coppelia, Bosque Metropolitano… mientras la avenida facilita la comunicación con otras muy distinguidas al estilo de la Calzada de Vento, 100 (San Francisco), Camagüey, Santa Catalina...

¿Por qué Rancho Boyeros? Se cuenta que antes de que La Habana adquiriera su hermosa fisonomía, este barrio que acoge a las terminales aéreas y que es tan cercano al Rincón, donde se venera a San Lázaro, primero estuvo habitado por carretoneros y boyeros, esas personas encargadas de cuidar o conducir bueyes y que los soltaban en la sabana. Se dice que por las prolongadas paradas que tenían que hacer camino a Vueltabajo, decidieron construir unos ranchos de guano para guarecerse del sol y las lluvias.

Llama la atención en Rancho Boyeros esos muros con jardineras que separan esas vías por donde han sido recibidas en sus visitas a Cuba, afamadas personalidades al estilo de los Papas Francisco, Juan Pablo II y Benedito I.