- Náutica de lujo.
PARA LOS HOTELES DE LUJO, LA NÁUTICA BRINDA ARGUMENTOS CADA VEZ MÁS RELEVANTES, TANTO PARA OPTIMIZAR SU PROPUESTA DE VALOR COMO PARA UN POTENCIAL INCREMENTO DEL VOLUMEN DE NEGOCIO
Un espectacular yate surcando un mar turquesa bajo un sol radiante. Música chill out de fondo, botellas de champaña descansando entre cubitos de hielo y buena compañía. Pocas experiencias en el sector del lujo pueden resultar tan memorables como las que se viven en el ámbito náutico.
Todos los hoteles de lujo situados en la línea de costa ofrecen a sus huéspedes la posibilidad de realizar actividades de ocio en el mar, desde las más clásicas como kayak, catamarán, submarinismo, motos de agua o windsurf, hasta navegación en yate o pesca de altura. Pero pocos de ellos han aprovechado las magníficas oportunidades que les brindan los nuevos productos náuticos que se han desarrollado en los últimos años.
Me refiero a equipamientos técnicamente simples como el Paddle Surf y también a otros más sofisticados y exclusivos como el Flyboard, el Jet-Lev, el Jet-Surf, el Blade Fish, el Aqua Glide o los submarinos, entre otros.
Los directivos de los hoteles de lujo no cesan en su voluntad de diferenciarse de la competencia, incorporando nuevos elementos a sus establecimientos que mejoren la satisfacción de sus huéspedes. En este sentido, la náutica deportiva les brinda argumentos muy interesantes no únicamente en términos de optimización de su propuesta de valor, sino también de cara a un potencial incremento del volumen de negocio.
En la industria del lujo el precio no es el factor más relevante y, por lo tanto, los directivos hoteleros deben focalizarse en la optimización de la experiencia que el cliente vive en el hotel, implementando acciones estratégicas a medio y largo plazo. En este sentido, el centro hotelero puede valorar la adquisición o el renting del equipamiento náutico, así como la externalización, desarrollando acuerdos de partenariado con empresas situadas en su zona de influencia.
Como primer paso, es fundamental conocer a nuestro cliente actual y analizar el perfil de viajero que queremos atraer. Para un millennial o un huésped joven un Blade Fish puede ser muy atractivo, mientras que un senior o una pareja de recién casados difícilmente va a rechazar un paseo en una lancha Riva. En cualquier caso, una acción fundamental es analizar la demanda digital de servicios náuticos mediante un estudio de palabras clave.
En la oferta náutica de un hotel de lujo deben convivir actividades puramente deportivas con otras que no impliquen una exigencia física. En este último caso, debemos ir ‘más allá’, nutriendo la navegación a vela o motor con elementos que mejoren la experiencia de los clientes como, por ejemplo, con la gastronomía.
El conocimiento del entorno natural, la información que disponemos de nuestros huéspedes y nuestra creatividad deben permitirnos desarrollar vivencias únicas, personalizadas y memorables a bordo.
Una magnífica oferta de servicios náuticos de un hotel no generará demanda si no se conoce su existencia. En este sentido, es importante ponerla en valor y desarrollar acciones de marketing y comunicación que la visibilicen.
Por otro lado, es fundamental que las instituciones públicas que apuesten estratégicamente por la náutica deportiva generen las infraestructuras que favorezcan su óptimo desarrollo. De forma paralela, en colaboración con el tejido empresarial local, debe priorizarse la protección del entorno natural en el que se encuentran. Las empresas hoteleras tienen que diseñar acciones de RSC reales, implicando activamente al turista en estas políticas medioambientalmente proteccionistas que, si se implementan de forma hábil y honesta, repercuten en un retorno de la inversión (ROI, por sus siglas en inglés) en términos experienciales, de fidelización y prescripción.
El sector del lujo debe liderar las iniciativas que conviertan el mundo en un espacio más respetuoso y justo, tanto para las personas como para los animales y el resto de los seres vivos que habitamos en él. Este objetivo es factible si los ámbitos público y privado trabajan alineados, concibiendo la náutica deportiva como un elemento estratégico para el desarrollo sostenible y la optimización de la propuesta de valor turística de un destino, una región y un país.