Vasija con motivos marinos Igneri. / Vase with Igneri marine motifs.
“Sol naciente”, Fermín Ceballos.
“Mar Caribe”, George Hausdorf.
“Marina”, José García Cordero.
“Marina”, Josep Gausachs.

 

EL GRAN MAR DE LOS CARIBES HA SIDO SIEMPRE REFERENTE IMPORTANTE PARA LA VIDA DE LOS ISLEÑOS QUE HAN POBLADO POR SIGLOS EL CINTURÓN ANTILLANO

 

“Fueron juntos a coger la calabaza de Yaya, donde estaba su hijo Yayael, que se había transformado en peces, y ninguno se atrevió a cogerla excepto Deminan Caracaracol, que la descolgó y todos se hartaron de peces. Y mientras comían sintieron que venía Yaya de sus posesiones, y queriendo en aquel apuro colgar la calabaza, no la colgaron bien, de modo que cayó en tierra y se rompió. Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza, que llenó toda la tierra, y con ella salieron muchos peces; y de aquí dicen que haya tenido origen el mar.”

Fray Ramón Pané, Cronista de Indias



Sus primeros pobladores agroalfareros, los Igneris –arawacos insulares–, ya dejaban su impronta en blanco y rojo sobre el barro, representando el mar, sus aguas, sus olas, los peces, sus huracanes, sus mitos, su cosmología.
Las pictografías guardan con celo esas primeras representaciones, así como las vasijas pintadas, la piedra esculpida y las maderas finamente talladas.
Luego, los primeros grabados de Teodoro de Bry, alusivos a la conquista, muestran ese mar indómito y bravío, alrededor de sus mitos y quimeras.
Y es que el arte y los artistas isleños han sido más afines a pintar su mar que aquellos grandes universales como Goya, Velázquez, Durero, Rembrand, Miguel Ángel y el propio Leonardo Da Vinci, que no reflejaron nunca sus mares en sus obras.
Los artistas marinistas, paisajistas del agua en el Caribe, han sido por costeños, enamorados de su mar con amaneceres y atardeceres de ensueño o en ocasiones testigos de epopeyas por la independencia que marcó un historicismo naval, o bien registro de naufragios famosos, o los sueños e ideales del Padre Fundador de la República, Juan Pablo Duarte.
El mar nunca ha sido fácil de pintar y demanda del artista pintor un gran dominio técnico. Las transparencias, empastes, pátinas, luces y sombras, perspectivas y proporciones, son algunas de las dificultades para transmitir el dramatismo exigido para “dejar entrar el mar” en el lienzo como principal tema de creación.
El mar, nuestro mar Caribe, es cambiante, enérgico, dinámico, tranquilo con los nortes, bravío y huracanado a ser traicionero, siempre un motivo de reto para los que se atreven a pintarlo, pues sus exigencias son muchas.
En el dibujo, pocos se atreven a plasmar su historia, pues la línea se ahoga entre olas vivas o se estremece de dolor al pegar con fuerza en los arrecifes.
En tal sentido, la plástica marinista ha sido cultivada con acierto por algunos de nuestros mejores maestros de la pintura dominicana: Luis Dessangles, Abelardo Piñeiro, Joseph Gausachs, George Hausdorf, Clara Ledesma, Ada Balcácer, Fernando Peña Defilló, Guillo Pérez, Yoryi Morel, José García Cordero, José Cesteros, Fermín Ceballos, entre otros.
El mar como motivo pictórico, como tema de inspiración, debe ser analizado más profundamente, desde sus orígenes, al estudiar los bellos trazos de las vasijas igneris, la impronta pictográfica de las cuevas y su lenguaje mítico-religioso, las intrincadas figuras laberínticas en las rocas o en la madera de fina talla.
En un entorno isleño de largo y sinuoso perfil costero, con bellas bahías, ensenadas tranquilas y hermosas playas, el arte del mar o el marinismo pictórico nos lleva a recordar aquel mapa del Almirante de la Mar Océana, conocido como “el rasguño”, donde con línea precisa marca los contornos del Monte de Cristo y estampa la cruz templaria en él.
Y nunca será igual el artista que navegaba y pintaba, como aquellos navegantes arawacos insulares o los caribes, que cruzaban el ancho mar en sus grandes canoas con más de 70 remeros y velamen desplegado, para plasmar sus vivencias a sus dioses y creencias, respecto al creador moderno que hace del mar solo una referencia más en el paisaje de una composición.
El mar de los caribes en esta isla mágica ha sido, es y será, en su tranquilidad o en su bravura, modelo de pintores, escultores, grabadistas y dibujantes.

 

Lea más en www.arteporexcelencias.com