Sin acabar necesariamente en el fin del mundo, en un destino exótico y lejano, la salud puede resentirse por el simple hecho de cambiar de ambiente, variar las costumbres cotidianas, ingerir alimentos elaborados de una forma distinta o estar expuesto a temperaturas y horarios diferentes a los del lugar de origen. A pesar de la enorme capacidad de adaptación del ser humano, esto le puede generar estrés a su organismo, que en muchos casos se expresa en malestares como mareos, náuseas, excitación, insomnio o estado de ansiedad. Estas molestias pueden presentarse desde el inicio mismo del viaje. Por ejemplo, para quienes se desplazarán por avión al destino elegido, como es la mayoría de los casos, una recomendación muy difundida es la de controlar los alimentos antes de partir. Debe ingerirse algo muy ligero y evitarse alimentos como la leche, pues los nervios aumentarán la acidez del sistema digestivo y dificultarán su asimilación. Se recomienda tomar una taza de té de jengibre antes de salir al aeropuerto, por sus efectos estabilizadores o algún tipo de chiclés contra mareos. Viajes largos, destinos lejanos A más distancia, mayor el trayecto a recorrer, las horas de viaje y el peligro de eso que se conoce como síndrome de la clase turista, que significa la formación de algún coágulo de sangre en las piernas que puede disolverse o no y obstruir o dificultar la circulación sanguínea. La Organización Mundial de la Salud ha alertado al respecto –una de cada seis mil personas sufre un tromboembolismo en viajes de avión de más de cuatro horas y una de cada mil, cuando el tiempo supera las 12 horas-, para lo que recomienda, usar calcetines que no aprieten y ropa cómoda, no cruzar las piernas y caminar cada vez que se pueda, así como mover los tobillos y el cuello, con lo que se estimula el flujo de la sangre. Además de estos consejos prácticos, si el viaje tiene como destino algún país tropical hay que tomas todas las precauciones contra enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea, la malaria, el dengue y el paludismo, que se transmiten por los alimentos, el agua y picaduras de insectos. En ese sentido hay que preveer tomar agua embotellada y no comer comidas de puestos callejeros. El exceso de picantes, frutas ácidas, alcohol y alimentos, debe igualmente manejarse, intentando equilibrar la dieta y no exponer al organismo a un sobreconsumo que de manera inevitable traerá consecuencias como estreñimiento, diarreas u otras. Usar sandalias, ropas ligeras y holgadas, gafas de sol y gorra le ayudará mucho en latitudes cálidas a impedir irritaciones en la piel, ampollas y rozaduras en los pies. Estos son algunos de los consejos que deben observarse para irse de vacaciones y disfrutarlas a plenitud, con la salud en buena forma y sin contratiempos.