A minutos de Playa del Carmen y a 75 kilómetros al sur de Cancún en el mismo corazón de la Riviera Maya, este parque temático de algo más de 80 hectáreas fue abierto en 1990 como un fabuloso universo natural, con excelente playa, arrecifes coralinos, senderos, sitios arqueológicos, delfinario y mucho más.

Con un sentido del orgullo muy elevado y hasta con mucha razón, los operadores de este paraíso caribeño de aguas turquesas y verde floresta, suelen utilizar como reclamo publicitario: «Cuando vayas a Xcaret, no dejes de visitar Cancún». Detrás de todo hay conciencia de que junto a sus homólogos Xel-Ha y Xplor, se trata de uno de los mejores sitios de todo el estado de Quintana Roo, para quien desee salirse de las típicas propuestas para el turismo de masas en la clásica modalidad de sol y playa a secas. La historia cuenta que en 1984 el arquitecto Miguel Quintana Pali compró cinco hectáreas de terreno en el municipio de Solidaridad para establecer por allí una residencia y que al comenzar la limpieza del terreno, fueron descubiertos cenotes, ríos subterráneos de gran belleza y restos arqueológicos mayas. Estos hallazgos, más las playas cercanas aún vírgenes y la naturaleza espectacular, hicieron cambiar de idea a Quintana y aliarse con los hermanos Oscar, Marcos y Carlos Constandse para desarrollar en la zona un parque natural, lo que se concretó en una fase inicial hacia 1990. Hoy Xcaret abarca cerca de 100 hectáreas y ofrece una amplia gama de amenidades para los visitantes, lo cual combina con programas de conservación de especies amenazadas como las tortugas marinas, el manatí, los monos araña, el venado, el jaguar, la guacamaya, entre otras. Entre sus instalaciones dispone de un mariposario y un gran Acuario de Arrecife de Coral, el único del mundo en el que pueden apreciarse estructuras coralinas en su hábitat natural, gracias al ingenioso diseño que permite en todo momento la entrada y libre circulación de agua fresca del mar. Un pequeño Jardín Botánico con más de 30 especies de orquídeas y decenas de árboles endémicos, resulta buen aperitivo antes de entrar en contacto con la riqueza florística de los bosques de Xcaret; mientras los cenotes y el siempre enigmático y fascinante río subterráneo, que tiene un tramo abierto al público de poco más de medio kilómetro, son de los atractivos más demandados. Por el camino dejan verse las caprichosas formaciones de las paredes y fondos rocosos y sobre la piel se siente la fresca, a veces fría temperatura del agua, un bálsamo insuperable en la siempre cálida costa del Caribe mexicano. Hay, además, piscinas naturales y un lugar muy especial es La Laguna, donde se concentran flamencos y otras muchas aves acuáticas típicas de Yucatán. El buceo de superficie en las caletas del parque constituye una fabulosa experiencia o simplemente internarse en la densa maraña de manigua costera para salir a alguna de las playitas solitarias del litoral, donde hay disponibles palapas y las tortugas siguen realizando el rito milenario de acudir a desovar cada año. La sabia conjunción de belleza natural, cultura y tradiciones, convierten a Xcaret en una experiencia irrepetible de relación respetuosa del visitante con la madre tierra a través de 53 variantes de actividades o programas que favorecen, también, descubrir un mundo de espectacular riqueza silvestre y adentrarse en la herencia maya, con ingredientes de aventura, aprendizaje y solaz.