En estas tierras cuya gente transpira una profunda conexión con la vida y el amor se hace un hueco en cada rincón, playas, calidez, comida, música para acelerar el pulso, organizadores calificados, exquisitos hoteles y pueblos hospitalarios, han contribuido a edificar un refugio de intensidad y pasión para enamorados y románticos de todo el mundo.

Amarse bajo el sol del trópico es una promesa con cuño de garantía para cualquiera en este mágico universo de islas del tesoro, donde lo único que puede esperarse es sentirse libre a lo largo y ancho de sus dos millones 750 mil kilómetros cuadrados y llevarse como recuerdo del viaje, una ilusión de amor eterno e inmortalidad. Pero el Caribe es también el ideal de escenario para viajeros agotados, parejas que necesitan reavivar este sentimiento o simplemente buscan reafirmar su compromiso y renovar votos. Bodas secretas, sofisticadas, carnavalescas, submarinas, íntimas, elegantes, con típico sabor colonial o con fogata y desembarco en la playa solitaria de un cayuelo deshabitado en plan Robinson Crusoe, pero con champaña, vajilla personalizada, marcha nupcial en vivo y toques de glamour, suelen organizarse en los destinos caribeños. Son múltiples las variantes e inimaginable el menú de valores añadidos: un camino que no parece tener fin. Se trata en cualquier caso de una de las modalidades más lucrativas y con más derrama para hoteles y destinos que la trabajan, cuyos dispendios oscilan entre 1 500 y 2 000 dólares por pareja, algo que explica por sí solo la constante creatividad y búsqueda de nuevas ofertas para esta generosa y creciente clientela. Además de hoteles con servicios de primera en los más exquisitos emplazamientos y entornos naturales, se han constituido en función de esta oferta muchas compañías con gran especialización y capacidad de coordinación que aseguran absolutamente todo, desde los jueces, la legalización de los documentos, los trámites de formalización del matrimonio, hasta los arreglos florales, el pastel, los trajes, el maquillaje de la novia, los globos, la decoración y la memoria do­cu­mental gráfica y audiovisual con tantas copias como se contraten o participantes ten­ga la fiesta. Por su condición de grandes destinos internacionales, la gran conectividad con los mercados emisores y disponer de una vasta planta hotelera con variedad de opciones, Cancún, Cuba, República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico, son de mención ineludible para esta modalidad en el Caribe. Aquí concurren las condiciones inmejorables que ofrecen en sus instalaciones –con spa, conserjería, embarcaderos propios, mayordomos a solicitud, restauración gourmet, entre otras– y las amplias posibilidades de paseos post evento para los recién casados. Mas estos son lujos y posibilidades presentes también en muchos otros destinos de la región, varias de sus islas menos visitadas o más pequeñas, que no por casualidad son las que prefieren ricos y famosos para regalarse las mejores emociones en los especiales días del casamiento y la luna de miel. Pequeñas maravillas ante las que nadie queda indiferente ¿Cómo no sentirse seducido en San Bartolomé? se lee en un graffiti sobre una roca al pie de una uva caleta en una playa perdida de esta isla, territorio ultramarino de Francia donde todo el paisaje es de ensueño, con el refinamiento típico de lo francés en la infraestructura y los servicios. Verdes montañas de las que cuelgan elegantes villas regalan a la vista el hermoso contraste de trópico y mar, inmejorable visión desde Anse des Flamands, o cualquiera de sus playitas cálidas del norte. Frutas exóticas y mariscos, abundan en sus restaurantes; y un atractivo destacado de la isla son sus boutiques, con los más finos regalos y confecciones para novios amantes de la moda. También cautivadora es Anguila, un pedacito de cielo en la tierra. Tiene 33 playas de aguas cristalinas y arena blanca, y además de la paz y tranquilidad que ofrece a la pareja en su luna de miel, hay gran variedad de actividades disponibles durante todo el año como navegación, snorkel, golf, tenis y contemplación submarina en barreras. La mayoría de los alojamientos son pequeños y apacibles, con jardines, gacebos y espacios privados para parejas. Antigua, Aruba, Curazao, Bonaire, se su­man a estos destinos tan valorados entre viajeros que se aprestan a contraer matrimonio o pasar su luna de miel en sitios muy especiales; e igualmente Guadalupe o Martinica y ese rosario de cuentas de corazón verde y costas orladas de finas arenas coralinas, llamado San Vicente y Las Granadinas. El denominador común es facilitar a los huéspedes el acceso y disfrute de la mayoría de los lugares de interés y vivir experiencias únicas con la ayuda de guías bilingües capacitados, combinando cultura, glamour, romance, sofisticación y aventura, que pueden organizarse incluso a la medida de la pareja, a modo de tours privados. En este sentido, Santa Lucía constituye uno de los destinos más completos. Barbados es otro lugar apartado de luna de miel en el Caribe, con hoteles frente al mar o villas en playas privadas que garantizan excelentes momentos de disfrute y exclusividad, sin nadie en los alrededores. También con acento británico islas Turcas y Caicos son fantásticas para estos viajeros que entre otros caprichos pueden regalarse un paseo en yate hasta algún cayo de los alrededores y después de un día de sol y mar, vivir una noche de amor pirata bajo las estrellas. Son estas algunas de las experiencias hermosas e increíbles en las que se sustentan los programas caribeños de bodas y lunas de miel y que han asegurado para la región, una clientela creciente entre enamorados y románticos del planeta.