- El ecuador de la poesía
Cuando se habla de Ecuador inevitablemente vuelvo a aquella niña ingenua y curiosa que fui -características que aún tengo- y a las enseñanzas de mis inolvidables maestras primarias. Esos años me dejaron comprometida con una geografía personal, formada por países, lugares, personas, personajes, libros, culturas y algo más inasible que tal vez tiene que ver con las lecciones que provocaban mi asombro.
Comencé a escribir como casi todos: conjurando el amor con palabras que se resistían a parecerse a otras, porque al amor, en general, siempre lo concebimos único. Logré aprehender parte de esa geografía y creí colmados muchos deseos cuando me supe racionalmente cubana, vi las cumbres heladas del Illimani, me vi en el centro del lago Titicaca, tuve una hija que inspira mis libros, me hice amiga -literatura mediante- de Martí y Lezama…
Aun así, pensaba a menudo que no había logrado poner mis pies en la línea de los dos hemisferios, como es el común sueño de los viajeros, hasta que en 2014 Cuba dedicó su Feria Internacional del Libro a la cultura ecuatoriana. El encuentro con autores de varias generaciones, y mucho de su literatura publicada para la ocasión, propició que yo misma trabajara por la Editorial Oriente alguno de esos libros.
Como un canto me rondan desde entonces versos de
César Dávila Andrade, cuya amplia selección edité para conocimiento del lector cubano: «Se llama Necesidad. / Y anda vestido de arma, / de caballo sin sueño, / de Poema». El Ecuador de la poesía celebra el centenario del nacimiento del poeta. Noviembre anuncia la esperada Feria Internacional del Libro y la Lectura de Quito. Allí estaremos autores y libros cubanos. «Y la poesía, el dolor más antiguo de la Tierra», según Dávila, será la línea de los hemisferios: porque tal vez hay que decir que
la poesía es también la más antigua alegría.
Por esa permanencia de la poesía de vida como acto de fe en la lectura, el espacio de Cuba en la Feria, año tras año, muestra no solo las publicaciones diversas que nos representan como nación, sino la manera en que concebimos el libro como infinito portador de valores, más allá de su concreción física en objeto vendible. Palabras como puentes desde la voz de los autores que estaremos presentes, desde la narrativa, la poesía, el diálogo sobre las ediciones territoriales, la presentación de la Feria Internacional del Libro de La Habana, el encuentro con escritores de otras latitudes y el reencuentro con los que han estado en la Isla, y, lo más esencial, el conocimiento del lector ecuatoriano. Cada momento ofrece la posibilidad de unir sensibilidades mediante la literatura, y es lo que anticipo, por esa fe en que verdaderamente «Leer es crecer».
Crecer como seres humanos para respetar la palabra del otro, para encontrar la palabra común: creo en ello, como sitio de aquella geografía que dibujé en mis libretas escolares, donde los espacios se parecen a la gente, a los sueños de convivencia fraterna en el universo de los libros y en el universo real donde los escribimos.