La más reciente edición de Mirada, Festival Iberoamericano de Artes Escénicas, que se celebra cada bienio en el mes de septiembre en la ciudad brasileña de Santos, en el estado de Sao Paulo, reunió más de cuarenta espectáculos nacionales e internacionales, además de actividades formativas y dirigidas a la reflexión.
El evento arriba a su quinto capítulo y esta vez se extendió a otras ocho ciudades de la región, incluida la gran urbe paulista, organizado por el Servicio Social do Comercio (SESC), institución privada brasileña sin fines de lucro, fundada después de la Segunda Guerra Mundial por empresarios del comercio de bienes, servicios y turismo, que genera una importante gestión cultural en el gigante del sur. Incluye el sostenimiento del Centro de Pesquisa Teatral (CPT), que dirige el maestro de la escena latinoamericana Antunes Filho, creador de la emblemática Macunaíma. Mirada tuvo a Colombia como país homenajeado y presentó a ocho grupos ―algunos muy renombrados, como Petra, La Maldita Vanidad, Sankofa, Mapa Teatro y L’Explose―, con nueve espectáculos.
De lo visto del teatro colombiano, elijo reseñar Souvenir asiático, de Los Animistas, un grupo joven que trabaja con el teatro de muñecos y que optó aquí por una propuesta multidisciplinaria en la que se integran actores, diversas técnicas de animación, video y un empleo peculiar del espacio. En un ámbito no tradicional, los espectadores somos invitados a ocupar una plataforma de dos niveles en el centro, y en torno a nosotros
ocurrirán las acciones, fragmentadas en ubicaciones diferentes que
nos obligarán a movernos, a girar y a modificar nuestras perspectivas y sensaciones.
Seis narrativas se inspiran en historias reales y cercanas, para hablar de la migración en el mundo contemporáneo como un fenómeno extendido que impacta lo individual, lo familiar y lo social, la moral, las tradiciones y la identidad personal y cultural.
Con dramaturgia de Martha Márquez y dirección de Javier Gámez, Souvenir asiático nos enfrenta a situaciones límite de seres humanos en el extremo norte de México, intentando cruzar la frontera más porosa del mundo; en pleno desierto y en las entrañas hirvientes de un vagón cargado de plátanos; en el corazón de los conflictos del Oriente Medio; en Europa, con la llegada de oleadas de víctimas africanas; y en la geografía latinoamericana y más cercana a los artistas, con los desplazamientos forzados y los éxodos para huir de la guerra.
Impactante al abordar el lado más humano de un conflicto que se extiende por el mundo, fruto de las desigualdades y del desequilibrio de oportunidades, el teatro se vale de la imagen, el sonido y el contraste, y de la belleza y la metáfora, para sacudir nuestras conciencias y hacernos pensar en los destinos del mundo.