La tarabita es una especie de funicular rústico utilizado por lugareños y turistas para cruzar los profundos cañones de la sierra andina.
Transporte de montaña para turistas.
"Manto de la Novia, impresionante salto de 80 metros de altura."
"En Ecuador conviven 25 etnias indígenas. En la imagen, característica mujer andina."
En Baños de Agua Santa abren piscinas públicas que constituyen uno de los mayores atractivos para pobladores y turistas de esta localidad andina del Ecuador. Su temperatura oscila entre 22 °C y 55 °C y son ricas en minerales.

Baños de Agua Santa

La pequeña ciudad andina de Baños de Agua Santa adquirió notoriedad mundial en octubre de 1999, cuando un estruendoso cañonazo, seguido de una erupción de fuego y lava, surgida de las entrañas del monte Tungurahua, de 5 023 m de altura, transformó al gigante durmiente en un nuevo volcán en plena erupción.

Los 17 000 habitantes de la pintoresca villa colonial, fundada por los españoles en el siglo XVI en un fértil valle rodeado de montañas, debieron abandonar de la noche a la mañana casas y pertenencias personales, apremiados por una orden de inmediata evacuación total y obligatoria, para poner a buen resguardo sus vidas. Solo tres sacerdotes dominicos fueron autorizados a permanecer en el interior de su legendaria Catedral para resguardar la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa, a la que rinden culto en esa localidad desde 1553. Reporteros y camarógrafos de las principales cadenas de televisión, agencias de noticias y diarios, junto con observadores científicos acudieron de todos los rincones del mundo a la pequeña villa ecuatoriana, que desde su fundación fue puerta de acceso de las expediciones que se adentraban en la Amazonia en busca de oro y piedras preciosas. Mientras, los afligidos residentes de Baños soportaban la incómoda vida en albergues transitorios, a la espera de un desenlace que podía ser la desaparición de su ciudad bajo un manto de lava y ceniza volcánica. Al cabo de tres meses, la angustia cedió paso a la determinación. Los habitantes de Baños desafiaron la prohibición de volver a sus hogares y decidieron convivir con los repentinos estornudos de fuego del Tungurahua, dueño y señor de esta región de la Sierra Occidental ecuatoriana a la que da nombre. Algunas de estas historias las escuché por primera vez desde mi llegada a Quito, donde los amigos me insistían en que no debía abandonar el país sin darme un salto a Baños de Agua Santa, situada a solo 165 kilómetros al sur de la capital, apenas tres horas de viaje en automóvil, para disfrutar de un inolvidable recorrido por la llamada Avenida de los Volcanes. Mi colega Guido Calderón, editor de TrafficNews y propietario del hotel balneario Monte Selva en Baños, me ofreció toda su hospitalidad y el auxilio de un guía de lujo. Hay que decir que la amabilidad es una de las cualidades reconocidas de los residentes de esta bonita ciudad, que hoy alberga a unos 22 000 habitantes, de los cuales alrededor de 90 % vive –de una forma u otra– ligado al desarrollo del turismo en sus más diversas modalidades y la más esmerada atención a los visitantes. De hecho, según indican especialistas del sector, Baños es el segundo destino con una mayor afluencia de turistas en Ecuador, después de Islas Galápagos. Erigida sobre un fértil valle, situado a 1 829 metros sobre el nivel del mar, dominado por el Tungurahua, la ciudad vive en armonía con su entorno. Resulta deslumbrante el contraste de las escarpadas laderas montañosas de la sierra, por un lado, y el verdor de la floresta que da entrada a la mítica selva amazónica. Si uno mira hacia la cordillera se admira con los picachos que tocan las nubes, los cerros helados. Si dirige sus pasos hacia el oriente, lo aguarda un recinto sagrado de insospechadas riquezas naturales, una fauna y una flora únicas, en la que todavía habitan comunidades originarias, con sus costumbres ancestrales. Baños está ubicado a medio camino entre el Parque Nacional de Sangay –declarado Patrimonio de la Humanidad en 1983– y el Parque Nacional Llanganates, considerados ambos un corredor biológico de incalculable valor científico, y sobre todo escenarios de paisajes de un exotismo y belleza extraordinarios.

La Avenida de los Volcanes Para llegar a Baños se atraviesa la conocida y famosa Avenida de los Volcanes (Quito - Baños). Es un viaje muy placentero por la ruta Panamericana, desde la que se pueden observar a mayor o menor distancia los volcanes Cayambe (5 790 m), Antisana (5 758 m), Cotopaxi (5 897 m), Tungurahua (5 023 m), Altar (5 320 m) y el imponente Chimborazo (6 310 m). Desde la entrada en erupción del Tun­gu­ra­hua en 1999 hasta fecha reciente se han registrado ya otros períodos de importante actividad, lo que lejos de asustar a turistas nacionales o visitantes constituye un motivo adicional de interés. Un puente de evacuación, inaugurado en 2003, ofrece ahora a la población una vía de escape rápido en caso de emergencia. Pero la gente aquí vive mucho más pendiente de ofrecer a sus huéspedes las mejores opciones para disfrutar esa oportunidad inigualable de dormir a los pies de un volcán en actividad. Es fácil imaginar la excitación que provoca una de esas explosiones de fuego en la noche para quien jamás ha visto un espectáculo semejante. Ese es el primer factor que convierte a Baños de Agua Santa en destino ideal para las múltiples formas de turismo de aventura y naturaleza. Hay quienes disfrutan pasar días y noches recorriendo las laderas del volcán, pisar con sus pies desnudos la ceniza volcánica, recoger algún fragmento de piedra volcánica para llevarlo a casa como recuerdo o amuleto, y armados de sus equipos fotográficos captan las variaciones del temperamento de esa fuerza telúrica que surge de las entrañas de la tierra. Muchos excursionistas acampan al lado de fogatas bajo las estrellas, a la espera del milagro de las explosiones de rocas incandescentes que enrojecen la noche. Pero eso es solo una parte de lo que la naturaleza tiene reservado a los visitantes de esta región. Tal vez uno de los paseos más encantadores sea el recorrido por los numerosos saltos de agua o cascadas que surgen de las laderas montañosas. Según nos explican nuestros amables anfitriones, lo llaman la Avenida de las Cascadas, un inolvidable recorrido en dirección de la suroriental ciudad de Puyo, capital de la vecina provincia de Pastaza, situada a la entrada de la Amazonia ecuatoriana, y que toma su nombre del caudaloso río sobre el cual descargan sus aguas infinidad de saltos de agua, entre ellos más de 20 prominentes cascadas, algunas de hasta 100 metros de altura. Tal es el caso del Pailón del Diablo, considerado uno de los 10 más altos del mundo, privilegiado escenario de filmaciones cinematográficas, y donde los aficionados a la aventura pueden vibrar de emoción al cruzar sobre su vertiginosa caída a través de un puente colgante. Otra excitante experiencia que dispara la adrenalina de los visitantes es el cruce de las pendientes sobre los saltos de agua en las llamadas tarabitas, especie de jaulas metálicas suspendidas sobre cables de acero que van de una a otra ladera montañosa. A bordo de las tarabitas, utilizadas regularmente por los agricultores de la región para transportar sus productos, los turistas nacionales y extranjeros pueden virtualmente «volar» sobre los vertiginosos ríos de agua fresca y espumante, como los miles de vistosos pájaros que pueblan la verde floresta circundante. En las afueras de Baños se encuentra la Cascada de Chamana, la cual es muy bien aprovechada por los aficionados a los deportes acuáticos, o al simple goce de una refrescante ducha de agua cristalina, nacida en las entrañas de la tierra. Y entre las más famosas figura el Manto de la Novia, un impresionante salto de 80 metros de altura. El caudaloso río Pastaza, que en algunos trechos recorre acantilados y tormentosos pasos, que adquieren enorme fuerza en invierno o cuando recibe las aguas de la represa Agoyan, situada a poca distancia de Baños, es también un sitio ideal para la práctica de diversos deportes acuáticos de aventura, como el rafting, el canyoning o el kayaking. En las cercanías de Baños también se puede disfrutar de una visita al Parque Etno­bo­tánica Omaere y el Zoológico y Serpentario «San Martín» con más de 200 animales típicos de los Andes y de la Ama­zonia. Vale la pena recorrer el Parque Na­cio­nal de Llanganatis donde se dice que está enterrado el tesoro de los Incas, al igual darse un brinco hasta las Lagunas de Min­zas del Parque Nacional Sangay, a pocos ki­ló­me­tros de Runtún y detrás del Volcán Tungurahua.

<>bUn verdadero baño de agua bendita De regreso a la ciudad, uno puede vencer el cansancio y salir revitalizado después de un relajante baño en alguna de las numerosas piscinas de aguas termales Entre las alternativas de paseo y relax se encuentran las piscinas de aguas termales ricas en minerales, cuyas temperaturas oscilan entre los 22 °C y 55 °C , donde además se puede disponer de todos los servicios. Entre las más nombradas figura la Piscina de la Virgen, al pie de la Cascada de la Virgen, con 53 °C, agua mineral, bicarbonatada, ferruginosa y magnesiana, pero hay otras igualmente saludables, con semejantes propiedades y diversas temperaturas, con saunas, baños turcos, hidromasaje natural, gimnasios, toboganes, canchas deportivas y otras recursos, destinados a atender tanto las necesidades sociales de la población residente como de los turistas nacionales y extranjeros. Al caer la noche, o después de una reparadora comida en uno de los buenos restaurantes de la ciudad, todavía quedan ganas de caminar y apreciar de cerca algunas de las atracciones y monumentos del centro de la ciudad, como el bien iluminado Parque Central, la animada calle 12 de Noviembre, o los alrededores de la Catedral. La monumental edificación –que hoy preside el centro de la ciudad– es, a su vez, uno de las mayores atracciones turísticas, por su rico patrimonio artístico y cultural, en especial sus majestuosas puertas de entrada y el deslumbrante altar mayor, tallado en maderas preciosas. Y, por supuesto, hay espacio para la diversión nocturna y el disfrute de una copa en buena compañía, en alguno de sus bares o discotecas, antes de retirarse a dormir en esa noche especial, rodeada de la atmósfera única que le otorga la sombra del majestuoso Tungurahua y su cúspide humeante.