Piriápolis Uruguay
Romántica y apacible
Un amplio abanico de restaurantes, hoteles y pequeños casinos domina la Rambla de los Argentinos, avenida costanera al borde del Atlántico que es el eje principal de la ciudad. Las fachadas y los edificios, exhiben un perfil belle epoque. El lugar que precedió a Punta del Este como balneario turístico en este pequeño país austral, no experimentó el boom inmobiliario de su vecino y justo en ese «haberse detenido en el tiempo», muchos siguen encontrando su sentido y dimensión como destino.
Aunque navegar y pescar es una invitación constante en esta pintoresca ciudad de arraigada tradición marinera, ascender a la Capilla de San Antonio, suele ser uno de los primeros paseos que le programan o recomiendan al visitante recién llegado. Si el día es fresco y despejado, la mejor manera de hacerlo es a través de las aerosillas que suben desde el puerto para disfrutar a vista de pájaro de algo que muchos de los miles de turistas repitentes de Piriápolis, consideran su particular paraíso terrenal. Durante el recorrido el paisaje es fascinante: mar, verdes vallecitos, montañas, las dársenas que se descuelgan de tierra firme protegidas por escolleras que resguardan los muelles del perenne envite de las mareas, los barquitos de cascos blancos sobre los que faenan los pescadores, la ciudad con sus parques, las fuentes y sus calles generalmente tranquilas. Este es el centro de lo que también se conoce como Costa Serrana, una franja de 25 kilómetros de litoral desde el río Solís hasta Punta Negra, donde se desgranan playas con hoteles y embarcaderos que cada verano reciben a numerosos turistas de Argentina, Brasil, el propio Uruguay y Europa, atraídos por la tranquilidad y el ambiente bucólico. La ciudad en las noches es fascinante. Como que tiene decenas de cafés hermosos, finos restaurantes con menúes de carnes y mariscos, casinos y variedad de salas de fiesta para escoger con diversa programación de artes escénicas y de música –desde candombe, tango, milonga o cualquier otro ritmo del folclor charrúa, baladas, disco y hasta rock–, es el momento en que miles de turistas se desplazan a ella y colman su Rambla de los Argentinos casi como un espectáculo de masas cuando es verano.
Eternos paseos El Castillo de Piria, el primer edificio de importancia que construyó Don Francisco Piria en Piriápolis, luce un clásico estilo templario con lebreles, jardines y dragos como protección de todos los males. Actualmente funciona como una especie de museo de la ciudad, donde se exhiben documentos, volantes, folletos, fotografías y curiosos trajes de baño de la época –final del siglo XIX. La Cruz del Cerro Pan de Azúcar es el monumento más visible de Piriápolis y funciona como una especie de mirador, al tener ventanas y bancos donde descansar y reponer energías después de subir hasta su último nivel, a través de 102 escalones. Fue construido de hormigón armado, tiene 35 metros de altura y permite contemplar los alrededores hasta el horizonte. Precisamente por su naturaleza, los múltiples senderos y el microclima único, Pan de Azúcar es uno de los paseos más demandados por quienes visitan la ciudad, aunque después de algunas opciones náuticas muy exitosas, como navegar y la pesca deportiva, cuyos mejores escenarios se encuentran en Punta Fría, Punta Colorada y Punta Negra, formaciones rocosas que por sus condiciones y el flujo de las mareas son excelentes pesqueros de especies, como corvinas y pejerreyes. Para descansar, una miríada de excelentes alojamientos se encuentran en la ciudad, como el histórico hotel Colonia de Vacaciones, un lujo arquitectónico de otros tiempos adaptado en confort a las exigencias de la vida actual. Si bien es cierto que algo de un aire de desdicha sopló sobre este sitio maravilloso –al ser cerrado en la pasada década del 50 el ferrocarril de trocha estrecha que enlazaba a través de Pan de Azúcar a Piriápolis con Montevideo y convertirse Punta del Este en la estrella del firmamento turístico uruguayo–, hoy su encanto distintivo es justamente la atmósfera de paz y expansión que emana de su sencillez ancestral, como el ritmo sincopado de un tango a la vez nostálgico, romántico y eterno.
Piriápolis está ubicada en el departamento de Maldonado, a tan solo una hora de automóvil desde la ciudad de Montevideo, a 60 km de Atlántida, 130 km de La Paloma y 35 km de Punta del Este.