SIERRA MAESTRA. CUBA
El oriente salvaje en bicicleta
El alma caribeña cubana se descubre mucho mejor en la zona oriental y, en particular, en contacto directo con su gente. un viaje en bicicleta por esta región nos permitió acercarnos a este polifacético país, más que salsa, playas de arena fina o tabaco.
Miguel, un campesino fruticultor de la zona, dice perplejo: «Vea, estos turistas pedalean totalmente a su gusto con este calor» y señala a un grupo de ciclistas extranjeros que con esfuerzo le pasan por el lado haciendo ruidosos cambios de marcha, enrojecidos, sudados a raudales. «Realmente asombroso», murmura también su amigo Maikel. Otros hombres, Jorge y Eduardo, asienten sonriendo. Después continúan con lo más importante, el juego de dominó. Es un día cálido y húmedo en el sur del oriente de Cuba. Los cuatro campesinos están sentados al borde de una carretera empedrada entre los pueblitos de Pilón y Chivirico. Algunos están sin camisa y tienen un tabaco en la boca, mientras esperan junto a su chocita-puesto de venta de color azul turqueza, por compradores para sus plátanos, mandarinas o naranjas. Por esta carretera no hay mucha circulación, lo que les proporciona mucho tiempo para jugar dominó, verdadera pasión entre los cubanos. Solo el jadeo de los orgullosos y obcecados ciclistas les hace aguzar los oídos. (Cuando los habitantes de la isla utilizan «el chivo», como se le dice popularmente a la bicicleta, lo hacen por pura necesidad de trasladarse a hacer alguna diligencia, no por un interés físico de hacer ejercicios. En esta comarca se siente mucho el calor y existen muchas lomas, así que es fácil imaginar que este esfuerzo no se hace por simple placer.) Mas estos señores se han ido acostumbrando a ver ciclo-turistas por aquellos intrincados lugares, porque cada vez más son frecuentes los viajes de ciclistas de montaña en estas carreteras casi sin autos del oriente del país. Un grupo de seis ciclistas-excursionistas de Chemnitz llega al pueblo de montaña de Santo Domingo, al pie del Parque Nacional Turquino, que tiene una extensión de 17 000 hectáreas. Ricardo el guía, nacido y criado en esta zona, lleva a sus huéspedes en tres horas de marcha al antiguo cuartel principal de Fidel Castro durante su guerrilla en la Sierra Maestra, la Comandancia de la Plata. A los asombrados visitantes se les cuentan particularidades históricas de la contienda bélica y sobre la naturaleza del lugar: «para Fidel este fue un sitio muy especial en su trayectoria como luchador, guerrillero y rebelde». Un joven alemán de nombre Ulrich, de solo 18 años, comenta: «primera vez que escucho sobre esto». Ricardo le hace una seña y le muestra unas discretas chozas de palma para añadir después: «pues sí, aquí estuvo su Comandancia… tenían una enfermería, una cocina y la emisora Radio Rebelde, entre otras instalaciones».
Aventura en las lomas Tras las huellas del Che y Fidel los ciclistas-excursionistas vieron la palma real, el árbol nacional, «que puede alcanzar los 150 años de edad y de las que tenemos 77 millones de ejemplares en el territorio», aseguró el ilustrado guía Ricardo. Plantaciones de café, frutales y árboles longevos se alternan en el Parque Turquino. Cuelgan aromáticos y con hermoso color amarillo mangos y naranjas; también abunda la guayaba. El canto de los grillos, así como el graznido y el silbar de insólitos pájaros, se alternan con el ladrido en la lejanía de perros salvajes. Después de tres días de sudoroso pedalear a través de bosques de cedros, eucaliptos y caobas, pasando ríos y recorriendo hermosos senderos, se han acercado al pie del Pico Turquino, la montaña más alta de Cuba, con 1 974 metros sobre el nivel del mar. «Esto es hermoso y ha valido la pena», dijo uno de los turistas. Del pequeño grupo, solamente la mitad tenía todavía energía para continuar con otro maratón de cinco o seis horas en dirección al noreste. En el tramo hacia el pueblito de montaña El Saltón, se encontraron frecuentemente con caficultores que iban por los caminos con sacos de yute al hombro, repletos del grano recién cosechado. Estos son amistosos y saludan afables con un alto en el camino que los lleva hacia la ciudad de Contramaestre. Allá venden el café para su posterior beneficio. El grupo de turistas hace una escala para descansar en la villa El Saltón y aprovechan el tiempo para pasear a pie por los alrededores, todo montañas. Se acercan a las sencillas casas de madera de los campesinos, observan las gallinas que al igual que los cerdos y los patos deambulan libremente y llegan a un hermoso salto de agua de 15 metros de alto. Un baño en el pequeño lago debajo de la cascada, es una excelente recompensa.
Lo superlativo de los seres pequeños Mientras los huéspedes de Ricardo se bañan, él se sienta en una piedra, en el centro del lecho del río que rodea la cascada. Los pies cansados en el agua burbujeante, la mirada en el intenso azul del cielo, en la mano una lata de cerveza Bucanero. Para el guía está claro: el oriente de Cuba brinda relajamiento para los ojos, los oídos, el alma y el cuerpo. A sus espaldas oye risas y chapoteos, que se entremezclan con el bizarro canto de los pájaros. En el zapato de Ricardo descansa una gran mariposa carmelita, cuyo enjambre abreva o se refresca en las lozas y orillas de los charcos. Las ramas de los árboles llegan hasta el lecho del curso fluvial. Un pájaro de plumaje verde incandescente está posado en la copa de un árbol; y muy alto vuelan en círculos, grandes aves llamadas auras tiñosas. Ricardo les brinda una amplia información a sus huéspedes, ahora calados hasta los huesos por la fría agua del río. Les da deta lles sobre la fauna y la flora cubanas: «de las más de 300 especies de aves de Cuba, aproximadamente 70 son endémicas, entre las cuales se encuentran el Zunzuncito y el Tocororo –dice sonriente–, que es nuestra ave nacional porque tiene plumas rojas, azules y blancas, como los colores de la bandera».
A caballo De forma espontánea Ricardo les ofrece a sus huéspedes un recorrido a caballo. Su amigo Carlos es el encargado del tour. Está trabajando independiente desde hace poco, dedicado a esta actividad. Reformas económicas recientemente aprobadas por el gobierno de la Isla, han abierto múltiples modalidades de trabajo individual. Para Carlos lo importante es que los turistas se sientan bien en sus caballos. «Tengo cuatro, cabalgo desde hace 50 años y tengo mucha paciencia para tratar a estos animales. Mi hijo me ayuda y siempre está a mi lado cuando hacemos estos paseos que son una forma diferente de entrar en contacto con la naturaleza de la Sierra Maestra. En esta zona me conozco cada rincón, lo que me permite ofrecer a mis clientes un recorrido muy completo.»
Ritmos calientes A los turistas que llegan a Santiago de Cuba, la capital provincial, a lomo de caballo o en el sillín de su bicicleta a través de los caminos o angostas carreteras que surcan la Sierra Maestra, les espera otro ambiente, más bullicioso y festivo. Desde las tabernas y las ventanas abiertas de Santiago fluye el son, como un torrente de sonoridades mágicas y contagiosas. Aquí se mezclaron para siempre hace cientos de años los ritmos del tambor de los esclavos traídos de África occidental, con la música de las guitarras de los colonos españoles. Y de esta manera hicieron de Santiago la cuna del son o la ciudad más musical de Cuba, al decir de muchos, hoy sede de una cantidad extraordinaria de salas de concierto de salsa y de eventos de interés cultural, como la famosa Fiesta del Fuego. Un lugar que permitirá acercarse a la idiosincrasia del santiaguero es la Casa de las Tradiciones, donde viejos y jóvenes bailan con apasionamiento salsa, son y rumba hasta altas horas de la madrugada. Quedarse pegado a la silla no es posible y a ello ayudan rápida y amablemente los propios cubanos, que invitan a bailar a los visitantes y hacen sentir como en familia.
A Santiago se le conoce como la más caribeña de las ciudades cubanas. El corazón de la ciudad es el parque Céspedes y lo mejor para captar sus ambientes es andarlo a pie. Hay allí un monumento a Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria; y se levantan, entre otros, el hotel Casa Granda, el edificio del antiguo Ayuntamiento, la Catedral Metropolitana y el museo de Ambiente Histórico Cubano, instalado en la casa más antigua de Cuba (1516 y 1530), donde vivió el conquistador Diego Velázquez –se afirma. La Casa de la Trova regalará un interesante alto en el camino, con una programación a tiempo completo de este típico género tradicional. Será imprescindible el Museo de los Carnavales, festejo de gran arraigo desde la época colonial que se celebra en julio. Otro interesante museo cercano es el Bacardí, fundado en 1899 y que es el más antiguo de Cuba.
Pero no se conoce esta ciudad sin mezclarse con la gente y para ello un paseo recomendable es la calle comercial Enramada; o pasar unos minutos en el pintoresco y arbolado Parque Dolores o la Plaza de Martes, y sumergirse en el tradicional barrio del Tivolí, a través de una calle en forma de escalinata –conocida como Padre Pico. El final es de lujo. Se trata de una ciudad divertida, de gente hospitalaria; un lugar realmente muy especial.
Santiago de Cuba, segunda ciudad en importancia de la Isla, se encuentra a 944 km de La Habana, capital del país. Está bien conectada con todo el territorio nacional por carretera y con el mundo por el aeropuerto internacional Antonio Maceo, que recibe vuelos desde Europa y América Latina. La marina turística de Punta Gorda es otra de sus vías de acceso para turistas que arriban por mar en sus propias embarcaciones. Tiene una excelente bahía con atraques para cruceros de gran calado.