C.A.S.A.- BREGUET XIX Cuatro Vientos

EN 1932 DOS ESPAÑOLES, BARBERÁN Y COLLAR, PLANIFICARON UNA NUEVA PROEZA: ATRAVESAR EL ATLÁNTICO POR LA ZONA MÁS ANCHA Y ASÍ VIAJAR, A BORDO DEL CUATRO VIENTOS, DE ESPAÑA A CUBA

En los últimos años de la década de los años 20 del siglo pasado, la aviación española se destacó por las hazañas protagonizadas por sus pilotos en vuelos de travesía a largas distancias: el de Ramón Franco en el Plus Ultra, de La Rábida a Buenos Aires, fue seguido en 1929 por el Jesús del Gran Poder, a cargo de Jiménez e Iglesias, quienes cruzaron el Atlántico desde Tablada a Recife, Brasil, y de ahí continuaron un periplo que culminó en La Habana luego de recorrer varios países latinoamericanos.
Aquella década fue testigo también de las proezas del norteamericano Lindberg, quien voló de New York a París; y del francés Costes que realizó el itinerario inverso.
En 1932 nuevamente dos españoles planificaron atravesar el Atlántico, esta vez desde su país a Cuba con el afán de llevar adelante, por la zona más ancha, la mayor travesía a través de océano. Mariano Barberán y Tros de Ilarduya, director de la Escuela de Observadores de Cuatro Vientos, en Madrid; y Joaquín Collar Serra, piloto y profesor de la Escuela de Cazas de Alcalá de Henares, comenzaron los rigurosos preparativos para materializar su sueño que los llevaría también a Ciudad México. Únicamente el primero de ellos había tenido esa experiencia organizativa cuando el Plus Ultra.
El avión elegido fue un Breguet XIX Super Gran Raid Nº 71 al que se le acondicionó una cabina cerrada, luego de numerosos vuelos de prueba; modificaciones necesarias para cargar más combustible. Asimismo se efectuó un detallado análisis de la ruta a seguir y se estudiaron las variables meteorológicas que podían encontrar. Por la parte cubana, Barberán y Collar contaron con la cooperación del padre jesuita Gutiérrez Lanza, director del Observatorio del Colegio de Belén; y del Alférez de Navío Oscar Rivery Ortiz, jefe del Observatorio del Cuerpo de Aviación del Ejército, quienes enviaban sistemáticamente los partes meteorológicos del área del Caribe.
Finalmente Barberán y Collar salieron del aeropuerto de Getafe, en Madrid, hacia Sevilla, donde darían el gran salto. A las 4:35 horas del día 10 de junio se inició el despegue rumbo norte, luego enfilaron hacia el camino correcto.
Casi cinco horas después ya sobrevolaban las Islas Madeira. La capa de nubes existente solo les permitió divisar la cima del pico Funchal. A partir de ese punto se adentraron en el océano. Barberán se encargó de revisar sistemáticamente los cálculos de vuelo, la posición geográfica y el uso del sextante con la ayuda del sol, la luna y las estrellas. Una indisposición de Collar lo obligó a ocuparse también del control del Cuatro Vientos durante un tiempo. Así transcurrieron 33 horas sobre el inmenso mar hasta que en el horizonte comenzó a vislumbrarse la bahía de Samaná. Tras dejar atrás República Dominicana y Haití, solo les quedaba atravesar el Paso de los Vientos para por fin encontrarse sobre la Mayor de las Antillas.