El Salvador. Tradiciones y cultura que te encantarán
A 70 KM DE SAN SALVADOR VIBRA UN PUEBLO QUE SE MUESTRA FIEL A SUS ANCESTROS, NAHUIZALCO, RECONOCIDO POR SU ARTESANÍA, RIQUEZAS CULINARIAS Y HOSPITALIDAD, RAZONES POR LAS QUE ACABA DE RECIBIR EL PREMIO EXCELENCIAS 2018*
El viajero ávido de vivenciar experiencias que lo conecten con los pueblos indígenas y sus tradiciones encontrará un paraíso inigualable si elige la Ruta de las Flores en El Salvador, travesía que propicia recorrer la cordillera Apaneca-lamatepeq entre los departamentos de Ahuachapán y Sonsonate, en el occidente del país.
Alrededor de un millón de personas cada año visitan esta ruta turística y justamente en el departamento de Sonsonate, a solo 70 km de San Salvador, quedan impresionados con un pueblo que al marcharse los deja con la impresión de que deberán volver otra y otra vez.
Encanto, autenticidad, asombro, magia… Todo ello se halla en la localidad indiana Nahuizalco, en pleno siglo XXI. Fundada por yaquis o pipiles en los tiempos anteriores al cristianismo, de su historia apenas se cuenta que los ascendentes eran toltecas llegados en la segunda mitad del siglo XI, liderados por Topilzin Acxitl Quezalcohuatl II, el último soberano de Tula del Anáhuac.
Tierra de poetas reconocidos en El Salvador, como Alfredo Alvarado y Carlos Arturo Imendia, Nahuizalco es uno de los pocos lugares donde algunas personas aún mantienen vivo el idioma pipil o nahuat. En esa lengua, su nombre significa «Lugar de los cuatro Izalcos», y su tradición indígena se palpa en la cotidianidad, pues sus habitantes conviven sobre la base del respeto de lo aprendido, lo cultivado, lo creado por sus propias manos.
Con un área de 34,32 km², alrededor de 50 000 habitantes y a 545 m.s.n.m., Nahuizalco se reconoció como ciudad en 1955, y precisamente sus tradiciones y cultura fueron aplaudidas en la recién celebrada edición de la Feria Internacional de Turismo FITUR 2019, en España, cuando se le entregó el Premio Excelencias Turísticas. En esa ocasión, se potenció la primera marca municipio en el país, que se dará a conocer a nivel nacional e internacional: «Nahuizalco, tradiciones y cultura que te encantarán».
Dueño de una deliciosa comida y distinguido por sus fiestas patronales dedicadas a San Juan Bautista en el mes de junio, este pueblo de gente amable, que hasta 1823 formó parte del Estado de Guatemala, tiene una vida intensa desde las primeras horas de la mañana, cuando el comercio invade los espacios y el turista se sorprende con lo pintoresco que encuentra a cada paso.
Flores, frutas, verduras, granos, dulces…Las mujeres, con colorido avituallamiento, venden estos y otros productos, trasladándolos en sus cestas, a la vista de todos.
Seducido ante la magnificencia de una artesanía ancestral, el turista no consigue ignorar las obras de arte realizadas con madera, mimbre, carrizo y tule, entre otros materiales. Del tule, en particular, se trabaja la variedad del agua, que es traído de las costas, así como la del tule negro o basto, empleado en elaboración de petates. Allí, frente al parque central del pueblo, se encuentra el Centro de Desarrollo Artesanal que posee la capacidad de dejar deslumbrado si con detenimiento se hurga en los detalles de lo que en su interior se exhibe. Desde el año 2009, este sitio no solo es un espacio comercial sino que también acoge a más de 350 artesanos que ansían perfeccionar sus conocimientos en torno a esta práctica distintiva de la zona.
Cuando se trata de comercio no importa que se oculte el sol. Hasta las 10 de la noche el pueblo sigue con vida y las velas de sus habitantes guían la curiosidad del que arriba.
En Nahuizalco también se baila, y al compás de una marimba se entrelazan las caderas y los pies en la plaza central, principalmente de jueves a domingo. Nadie queda inamovible, es imposible. La música invita a mezclarse entre los nativos y a descubrir lo maravilloso de la fidelidad a una cultura milenaria.
En diciembre, de manera especial, esta localidad vibra con bailes folclóricos y atractivas expresiones del arte mezcladas con actividades religiosas. Se preparan delicias culinarias, se adornan los templos, se enaltece a los ancestros y se contagia al foráneo con lo autóctono.