El Rey de la escena
CON SUS CASI 130 AÑOS, EL TEATRO TOMÁS TERRY, MONUMENTO NACIONAL, SE ENORGULLECE DE SER UNA DE LAS EDIFICACIONES MÁS ANTIGUAS DE LA CIUDAD AL SERVICIO DE UN PÚBLICO QUE LO VENERA
Se dice que la primera piedra se colocó el 29 de diciembre de 1887, haciéndolo coincidir con la conmemoración del Día de Santo Tomás, para que desde el mismo principio el hoy encumbrado Teatro Tomás Terry (nombrado así en honor a su inspirador a partir del 12 de febrero de 1890, cuando quedó oficialmente inaugurado) naciera con todas las bendiciones.
Cienfuegos, que pudo agenciarse una vida cultural intensa desde su fundación, edificó su primer teatro, llamado Isabel II, en fecha tan temprana como el año 1840. Justo una década antes, se había establecido en la ciudad el comerciante de origen venezolano Tomas Terry, quien pronto acumularía una significativa riqueza. Amante confeso de las artes escénicas, decidió donar al entonces gobernador, el coronel José de la Pezuela, la suma de 50 000 pesos para que se construyera un gran coliseo, solo que el benefactor fue sorprendido por la muerte en París (1886), sin ver materializado su sueño.
Fueron sus hijos, Francisco y Emilio, quienes pusieron empeño en cumplir la voluntad de su padre. Para ello crearon una Sociedad Civil con un capital inicial de 115 000 pesos, parte de la herencia familiar. Convocaron un concurso en París para encontrar el proyecto que daría forma al teatro que luego ocupó el mismo espacio del Isabel II, frente al muy popular Parque Martí, en el centro histórico de la urbe, declarado desde 2005, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Tal honor le correspondió al ingeniero militar Lino Sánchez Mármol, de Santiago de Cuba.
Joya arquitectónica y cultural, el Teatro Tomás Terry, una de las únicas tres edificaciones de su tipo que existen en Cuba con origen en el siglo XIX, junto al Sauto, de Matanzas, y La Caridad, de Santa Clara, se empezó a levantar en 1887, bajo las órdenes de Sánchez Mármol. Tomó dos años llevar a buen término esta magnífica obra, entre las más modernas de su tiempo, diseñada «a la Italiana», lo cual se hace evidente en su sala en forma de herradura con capacidad en la actualidad para 750 butacas distribuidas en cuatro niveles (Platea-Balcón, Primer Balcón, Tertulia y Paraíso) de manera tal que la relación del espectador con el escenario es siempre frontal.
Ejemplo de elegante eclecticismo, este inmueble, Monumento Nacional desde el 10 de octubre de 1978, combina de forma exquisita las creaciones pictóricas del artista filipino español Camilo Salaya Toro con el art nouveau, la persianería francesa, los remates egipcios y la mueblería de ascendencia norteamericana.
Frente a la platea se levanta, a modo de pórtico, la embocadura del escenario, ricamente trabajada a relieve con profusión de dorado. El cielo raso del centro está conformado por 23 figuras representativas de la aurora.
Con su escenario de 24 m por 17 m, desde su surgimiento el Tomás Terry se ha erigido como poderoso centro cultural. Artistas de la talla de Enrico Caruso, Anna Pavlova, Titta Rufo, Sarah Bernhardt, Jacinto Benavente, Ernesto Lecuona, Rita Montaner, Bola de Nieve, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, Jorge Negrete, Antonio Gades, Danza Contemporánea de Cuba, Lizt Alfonso Dance Cuba, entre muchos otros, han contribuido a aumentar su ganado prestigio.
A ellos se suma una ilustre nómina de hijos de esta tierra estrechamente vinculados al ateneo, encabezada por Luisa Martínez Casado, Arquímedes Pous, Armando Suárez del Villar, Eusebio Delfín, Efraín Loyola, Edgardo Martín, Carlos Fariñas, el Padre Urtiaga, Guillermo Tomás, Yolanda Perdiguer, Juan Antonio Marín, Pedro Posada, Manolo Ávila...
Este espacio de privilegio se distingue por ofrecer una cartelera donde aparece lo más selecto del arte local y nacional, mientras notables figuras del espectáculo en el mundo lo escogen para realizar sus presentaciones en Cuba. Del mismo modo ha recibido en su seno a los más diversos eventos como el Festival del Monologo Latinoamericano, que todavía organiza; el Festival Hispano-Cubano, cuya primera edición tuvo lugar en 1997 o al estilo del I Encuentro de Investigación Teatral, efectuado un año después, al tiempo que ha servido de subsede de citas de renombre como Mayo Teatral, el Festival Internacional de Teatro de La Habana o el Internacional de Ballet Alicia Alonso.
En la actualidad este ateneo auspicia otros eventos como el Festival de Música Alternativa Ciudad del Mar y el Premio Terry, que convoca cada dos años. Este último surgió en 1996 para que se concursara en categorías como: Investigación social, Memoria gráfica y Memoria audiovisual. La idea es que los materiales presentados, con los cuales se han conformado ya cuatro libros, engrosen los fondos del Centro de Documentación del Tomás Terry, especializado en las artes escénicas y destinado a preservar la historia de la institución y promocionar su patrimonio intangible.
PARA QUE VIVA POR SIEMPRE LA CULTURA
Desde 1965, cuando sobre el tablado se incorporó la máscara alegórica a la comedia, de la autoría del artista cienfueguero Mateo Torriente Bécquer, y tuvo lugar la última intervención constructiva, el Teatro Tomás Terry no había sido sometido, hasta nuestros días, a una restauración capital. Ahora esta acción suma más de tres millones de pesos en ambas monedas.
Pensada para celebrar del mejor modo los dos siglos de existencia de Cienfuegos, esta vez se restaura el plafón central de la sala principal: un óleo fijado al falso techo, «que sufrió filtraciones durante varios años, las cuales se agudizaron tras el paso del huracán Irma; también se trabaja en el escenario y la platea, en tanto se ha habilitado definitivamente y restaurado la Sala Ateneo, llamada ahora Armando Suárez del Villar, ubicada en el segundo piso, prevista para representaciones teatrales de pequeño formato y conciertos de cámara y música coral», según ha explicado su director Miguel Cañellas Sueiras, quien recibiera en 2008 el Premio Nacional de Conservación, justo por la excelencia en el cuidado, manejo y uso de esta institución.
«La Sala Ateneo Armando Suárez del Villar atesora una rica historia artística y literaria, que inició en los años 30 del pasado siglo. Todavía se recuerda la presencia allí de personalidades de la talla de Juan David, Massager, Cintio Vitier, Gabriela Mistral, Federico García Lorca...», enfatiza con satisfacción Cañellas.
Las labores que se acometen se concluirán en dos etapas: una primera, fijada para la fecha en que la Perla del Sur arriba a su bicentenario; y una segunda que cerrará con el año 2019. Entre una y otra, «se montarán modernos mecanismos de protección contra incendio y contra intrusos, así como un novedoso sistema de climatización instalado en la azotea, con diseño y asesoría de la Empresa Copextel, desde donde se inyectará el aire al interior del edificio».
Para que el Terry, que ocupa una superficie de 1 892 m2 y luce cinco arcos de ingreso, tres puertas, varias galerías y un interior de madera, se mantenga prestando un servicio de elevadísima calidad, y destaque por su confort, se colocará, además, «un sistema de luces más moderno, más eficiente energéticamente y de mayores posibilidades para el lucimiento de los grandes espectáculos, al igual que se mejorará la técnica de tramoya».
DE OTRAS ATRACCIONES Y ENCANTOS
Con la ayuda de guías especializados que facilitan un tour (de nueve a seis de la tarde) que los conduce incluso tras bambalinas, cerca de 300 turistas visitan a diario este inmueble que fuera remozado en 1984. Resulta un goce para los sentidos recorrer su interior y descubrir la estatua de Tomás Terry esculpida en mármol de Carrara por Tommaso Solari; los retratos de la Avellaneda y de Gaspar Villate; los adornos de madera cubana hechos a mano, los frescos y las musas del techo...
Ello no hace más que completar la admiración que comienza a aparecer en cuanto los visitantes visualizan, desde el amplio terreno del Parque José Martí, los tres fabulosos mosaicos de cerámica, confeccionados por la casa Salviatti, de Venecia. Representativos de la comedia, la tragedia y la música, estas maravillosas piezas, únicas de su tipo situadas a esa altura y las segundas en valor en el área de Latinoamérica, también han sido objeto de una seria restauración, llevada a cabo por especialistas formados por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos en su Escuela de Oficios Joseph Tantete Dubruiller, encabezados por el artista italiano Verdiano Marzi, gracias a la Asociación Cuba-Cooperación Francia y la sociedad Segat.
El disfrute que propicia este coliseo no solo se limita a que desde sus 300 lunetas en la Platea, 21 palcos en el Primer Balcón y 10 en el Segundo, se disfruten las representaciones artísticas (por las que ha recibido reconocimientos como el Premio Internacional Lugares de Cultura Viva, otorgado por la Asociación Independiente de Escritores y Periodistas de España), sino que allí se imparten diversos talleres dirigidos fundamentalmente a los niños de la comunidad, se organizan, de lunes a domingo, peñas musicales y tertulias literarias en el Café-Teatro situado en uno de los laterales.
Asimismo este activo complejo cultural permite el acceso a su Sala de Historia Yolanda Perdiguer y, por supuesto, a su Centro de Documentación.
De esa manera, muy próximo a cumplir sus 130 años, el Teatro Tomás Terry sigue despuntando como un espacio simbólico de la otrora villa Fernandina de Jagua, orgullo no solo de los cienfuegueros, sino de los cubanos todos.