Pinar del Río mezcla irresistible
El tiempo se ha encargado de borrar de las mentes aquellas imágenes de estoico atraso que llevaron a denominar a Pinar del Río como la Cenicienta de Cuba. Muy diferente es hoy la realidad del territorio más occidental del archipiélago, cuya ciudad capital, fundada el 10 de septiembre de 1867, se halla a 176 km de distancia de La Habana.
Conocida en el mundo como la cuna del mejor tabaco del universo, hubo que aguardar hasta que finalizara la Guerra de los Diez Años para que, por Real Decreto del 9 de junio de 1878, el régimen colonial dispusiera que Pinar del Río fuera una de las seis provincias del país, junto a La Habana, Matanzas, Santa Clara (actual Villa Clara), Puerto Príncipe (Camagüey) y Santiago de Cuba, aunque el gobierno la categorizara de tercera clase. De modo que se trató de una existencia más simbólica que efectiva.
De cualquier manera, cuando la Revolución puso en marcha una nueva división político-administrativa (1976), y las provincias crecieron hasta 14, ya Pinar del Río poseía tal condición. Hoy, con 11 municipios (Consolación del Sur, Guane, La Palma, Los Palacios, Mantua, Minas de Matahambre, Pinar del Río, San Juan y Martínez, San Luis, Sandino y Viñales) después de ceder, en 2011 por una ley aprobada por el Parlamento, sus tres más orientales a Artemisa: Candelaria, San Cristóbal y Bahía Honda, de un extremo a otro la región de Vueltabajo luce numerosos atractivos, que sorprenden y encantan.
Dueña de una extensión de 8 884,51 km², lo que la convierte, si se toma dicho parámetro, en la cuarta provincia de Cuba, muchos la llaman la «catedral de la naturaleza» por esos escenarios únicos que parecen cuadros donde reina el verde en sus más disímiles tonalidades, concebidos por el más magistral de los pintores, que no puede evitar inspirarse en esos impresionantes valles y montañas que tanto destacan. Entonces no extraña que sitios fabulosos como el Valle de Viñales, o como parte de la Sierra del Rosario y la Península de Guanahacabibes, refugio de los aborígenes en la época de la colonización española, ostenten altos reconocimientos como Paisaje Cultural de la Humanidad (primero en esta categoría declarado en América Latina y el Caribe), por decisión de la UNESCO (1999) y Reserva de la Biosfera (1987), respectivamente.
TAMBIÉN HECHIZA
Pudiera ser un gran error tomar a la ciudad capital como un lugar de paso. Es Vueltabajo, tierra bendita que atesora además yacimientos de cobre, hierro y mármol, insistimos, mucho más que los mogotes de la Sierra de los Órganos, el Mural de la Prehistoria con sus gigantescos símbolos ancestrales; o Soroa, con un salto de agua y su magnífico orquideario.
Ciudades cubanas como Pinar del Río evolucionaron a partir de pautas urbanísticas practicadas en La Habana de los siglos XVII y XVIII. El neoclasicismo, aunque tuvo una penetración muy desigual en las poblaciones del interior de la Isla, encontró a estas en pleno desarrollo, listas para adaptarlos a sus nuevas construcciones.
Todo lo anterior explica que la urbe luzca una arquitectura que en verdad no se distingue por mostrar edificios singulares, aunque, por supuesto, existen ilustres excepciones, al punto de constituirse en referentes nacionales, como el llamativo Palacio Guasch, en la actualidad Museo de Historia Natural Tranquilino Sandalio de Noda, el Museo Provincial de Historia, radicado en un hermoso inmueble de 1870, la Catedral de San Rosendo, o el ecléctico Teatro Milanés, fundado en 1839, uno de los más antiguos de Cuba y Latinoamérica, por solo citar algunos ejemplos. No obstante, son un regalo para los ojos los tradicionales y abundantes portales y columnas, también los grandes paños de tejas que sorprenden por doquier, los cuales, de conjunto, ofrecen una imagen que resulta muy agradable. Es esta una capital, digamos, más provincial, más rural, en la cual se traspolaron los códigos del campo a la ciudad, y en ello también está su magia, su misterio.
Cierto que muchos viajan hasta el territorio más occidental de Cuba en busca de buceo, caza, pesca, ocio, sol y playa; de los cayos Levisa y Jutía, o de María la Gorda, entre las maravillas de la Península de Guanahacabibes, con esas maravillas del fondo marino del Caribe que allí se concentran (impresionantes arrecifes naturales, barreras coralinas, fauna marina, pecios…), pero sería un verdadero desperdicio no detenerse antes en la ciudad capital para alimentar el cuerpo con más espiritualidad.
Es allí donde se concentra la mayor cantidad de galerías estudio, como la que centra Pedro Pablo Oliva, premio nacional de Artes Plásticas 2006; o proyectos tan interesantes y reconocidos al estilo de Cuba Arte en Madera, que conducido por Jorge Luis Milán Domínguez, agrupa, en el reparto Cuba Libre, a más de 30 artesanos, artistas y trabajadores no estatales quienes se han especializado en concebir humidores y envases de cedro que le han dado la vuelta al planeta (sus obras están en más de 75 naciones). La noche puede acabar, bien alegre, en el Cabaret Rumayor.
HONORES AL QUE LOS MERECE
Ya se ha dicho que Pinar del Río es la zona tabacalera por excelencia. Una historia que se empezó a entretejer desde el período colonial, cuando se eligieron estas tierras fértiles para sembrar la aromática planta (base de los famosos habanos), aprovechando las peculiaridades del clima, la calidad de las aguas, y, por supuesto, la constancia, la dedicación, el esmero y el amor del veguero, acompañado siempre por su familia, principales protagonistas de esta verdad indiscutible.
Con cuatro municipios identificados como los principales integrantes del macizo tabacalero de Vueltabajo: San Luis, Consolación del Sur, Pinar del Río y San Juan y Martínez, no resulta extraño que en 2015 haya tenido lugar la apertura oficial de La Ruta del Tabaco, iniciativa que apunta hacia el turismo de naturaleza, de aventuras y al agroturismo. Se trata de un recorrido que inicia en el kilómetro 120 de la Autopista Nacional rumbo a dichos territorios, mostrando por el camino no solo las tradiciones locales y descubriendo los secretos de la cosecha y producción del cultivo (vegas, fábricas, plantaciones, centros de escogidas, casas de curación y despalillos…), sino también otros sitios de interés, puntos de información, restaurantes, alojamientos, tiendas comerciales... Es una oportunidad envidiable de apreciar de cerca cómo toma forma un tabaco cubano tipo Premium, es decir, hecho a mano, que, a decir de los expertos, no encuentra rival en ningún otro lugar.
Para los amantes de estas saludables experiencias, el encuentro con las denominadas fincas agroecológicas, estrechamente relacionadas a la Cocina Kilómetro Cero, en la que solo clasifican los alimentos ecológicos, comprados de forma directa a los productores en un radio inferior a 100 km, entre otros parámetros, puede resultar muy atractiva. Sobre todo, si se entra en contacto con El Olivo, que tiene al frente a Osnel Corrales, de la Cooperativa de Créditos y Servicios Manuel Fajardo, quien produce, desde hace más de cinco años, queso de cabra, libre de químicos, con el que se preparan apetitosos platos en el restaurante homónimo que se localiza en Viñales.
También en dicho municipio, exactamente en el entronque del poblado de República de Chile, se halla La Cueva, otra finca de asombros, que ya es mucho más que el organopónico y el orquideario (exhiben alrededor de 70 tipos) con que se pusieron en marcha. Allí en escasas hectáreas se gozan 60 variedades de frutales, al igual que numerosos granos y hortalizas. Otra tercera, nombrada El Paraíso, no solo obsequia una de las mejores vistas del turístico valle, sino que también demuestra cómo lo estéril se puede transformar en productivo y lo feo en hermoso. Y es que impresiona lo logrado, cuando se comprueba que el suelo erosionado no los detuvo a la hora de hallar alternativas para cultivar y montar colmenas.
SEDUCTORAS PROMESAS
Habrá aún que esperar, pero Pinar del Río tendrá un motivo más para convocar: Punta Colorada Cuba Golf Marina, el que deberá convertirse en el mayor complejo turístico inmobiliario asociado al golf de Latinoamérica, con una extensión total de 3 700 ha en las que se distribuirán tres hoteles con un total de 1 250 habitaciones y una marina con capacidad para 300 atraques. Lo principal es que dará cabida a dos campos de 18 hoyos, pero uno de ellos tendrá la singularidad de ser el único con un hoyo en el mar, además de un centro deportivo de alto rendimiento.
Pero mientras que el momento de disfrutar esa maravilla llegue, en la región de Vueltabajo nos esperan la Cueva de los Portales, San Diego de los Baños con sus beneficiosas aguas termales y mineromedicinales; las reservas naturales Cabo Corrientes y El Veral (Guanahacabibes), en el municipio de Sandino; la Marina Cabo San Antonio, situada en Morros de Piedra; el Rancho la Guabina, donde se exhiben caballos de pura raza y hay botes al alcance para pasear por el extenso lago; Sabanalamar, un ecosistema exclusivo...
Lo dicho: Pinar del Río tiene algo muy especial, algo que cautiva a primera vista. Difícil que no ocurra de ese modo con tantos insólitos, por bellos, paisajes urbanos y campestres. Y después, o antes, la simpatía, la naturalidad, la solidaridad, la hospitalidad, la alegría de su gente. Esa mezcla es irresistible.