Rubén Valladares y su esposa, dueños de Adorgraf. Rubén Valladares and his wife, owners of Adorgraf.

Empresa cubana – estadounidense

ADORGRAF, UNA PEQUEÑA EMPRESA CUBANA, Y COMMONWEALTH PACKAGING CO., UNA COMPAÑÍA ESTADOUNIDENSE, SE HAN UNIDO PARA HACER NEGOCIOS EN UN VÍNCULO INÉDITO DESDE 1959. AMBAS EXHIBEN JUNTAS UN STAND EN LA FERIA INTERNACIONAL DE LA HABANA Y CUENTAN SU HISTORIA EN EXCLUSIVA PARA EXCELENCIAS

Rubén Valladares y su esposa fabrican e imprimen envases como bolsas de papel y cartulina, cartuchos, cajas y otros productos personalizados que identifican una empresa o negocio. Adorgraf, como se nombra su emprendimiento, es el primer negocio por cuenta propia de Cuba que busca unirse a una empresa estadounidense.
Commonwealth Packaging Co., también un negocio familiar, ofrece un servicio parecido. “Desde el punto de vista personal he estado fascinado con Cuba desde muy joven, y creo firmemente que los vínculos comerciales pueden apoyar la política entre los dos países”, afirma Michael Maisel, uno de los dueños de la empresa norteamericana, en entrevista exclusiva con Excelencias.
Adorgraf es peculiar en el emergente sector privado cubano. Además de tener un sólido respaldo legal, ya que registraron su marca, reciben créditos bancarios, y pagan a los trabajadores por tarjeta magnética, algunas de las facilidades que está brindando el gobierno para el desarrollo de la empresa privada.
Su producto es también novedoso. “Nuestros envases demoran en degradar de manera natural entre cuatro y seis meses, contrario a lo que ocurre con las bolsas de nylon que se comercializan en nuestras tiendas, que tardan en degradar 400 años, con las terribles consecuencias para la naturaleza”, explica Valladares.
El pequeño empresario ve en esta unión con una empresa estadounidense posibilidades de mejorar la tecnología y expandir su mercado. “Crea la posibilidad de acceder a materias primas, a cubrir un sector importante de mercado deficitario, permitiría la introducción de tecnología de punta y pudiéramos hablar de la posibilidad real de exportar al tener ellos el mercado para hacerlo, y finalmente algo muy importante: hacer realidad el sueño de eliminar las bolsas de nylon en una mayor medida”, explica con entusiasmo.
Este era un discurso impensable hace apenas unos meses. Sin embargo, ahora aunque es aparentemente más fácil, esta unión desbroza con esfuerzo el camino.
“Todavía es ilegal para compañías americanas comerciar con las empresas estatales, pero ahora son más flexibles comprar y vender con el sector no estatal. Habiendo dicho esto, los mecanismos de envío, exportación y transacciones financieras siguen siendo muy restrictivos”, explica Maisel, un conocedor de estos temas pues es parte del equipo de la Coalición Engage Cuba, que a través de grupos de presión y diálogo promueve el cambio de política hacia la Isla.
Valladares también cuenta los obstáculos que tiene su empresa para esta unión. “El bloqueo, aunque se va desgajando, permanece enraizado e influye negativamente en nuestra economía, y por supuesto en la materialización de negocios como este. Sin embargo, de manera unilateral el gobierno norteamericano legisló a favor de este tipo de relación, pero falta la decisión de la contraparte cubana, que como estado independiente tiene derecho también a legislar y soy del criterio que este acercamiento entre nuestras dos empresas es hoy, sin ser categórico, una excepción y  habrá que presentarlo de esta manera, para cualquier trámite de aprobación oficial al menos por ahora, mientras se crean las bases legales para casos como estos, que de seguro podrán surgir en lo adelante” .
La legislación vigente en Estados Unidos no le permite a Commonwealth Packaging Co. pagar en dólares una compra a Adorgraf, pero por la parte cubana, le impide a Valladares exportar o importar de manera individual. Pero estos dos iniciadores prefieren ver este escenario como algo por cambiar y no estático.
Tanto Maisel como Valladares coinciden en que existe mucha empatía entre ambas empresas, que comenzaron como negocios familiares. Y a pesar de un entramado laberíntico e interminable de leyes que distancian a ambos países, hoy ya es posible decir que, por primera vez en más de 50 años, una empresa estadounidense y una cubana se pueden unir. Esperemos que sea la primera de muchas.