- Capitolio de La Habana. El Nuevo Parlamento.
TODO AQUEL QUE LLEGA A LA HABANA POR PRIMERA VEZ TIENE NECESARIAMENTE QUE TOMARSE UNA FOTO EN SU FACHADA. ES UNA DE LAS OBRAS MÁS MONUMENTALES DE CUBA Y HA SIDO COMPARADO CON EL QUE EXISTE EN ESTADOS UNIDOS. ESTE EDIFICIO RECIBE HOY LA MAYOR RESTAURACIÓN DE SU HISTORIA
La gente del interior venía a La Habana y no quería volverse a su tierra sin visitar el Capitolio. El que podía, se fotografiaba con el Capitolio al fondo como testimonio de su estancia en la capital. Lo mismo hacían los extranjeros que visitaban la Isla. No faltaban allí —no faltan tampoco ahora— los fotógrafos callejeros con sus cámaras antediluvianas. Entonces el Paseo del Prado y los alrededores del llamado Palacio de las Leyes eran lugares de moda.
No se concibe a La Habana sin Prado ni Capitolio. Son símbolos de la ciudad. Por su magnitud y belleza, el Capìtolio es el edificio más importante de La Habana y de Cuba. Fue sede de la Cámara de Representantes y del Senado de la República hasta 1958. Cuando concluya la impresionante restauración a la que se le somete, volverá a ser la sede del Parlamento cubano.
La mayor restauración de su historia
Las restauraciones anteriores del Capitolio se hicieron en 1956 y 1980. Pero nada se compara con lo que hoy se vislumbra al pasar por frente de este enigmatico edificio. Tal era su nivel de destrucción, que la Oficina del Historiador de La Habana decidió acometer la mayor restauración de su historia.
Las labores comprenden la cúpula, la carpintería, los once elevadores, la impermeabilización de techos y estructuras metálicas, la revitalización y cambio del sistema pluvial, sanitario y eléctrico. El Capitolio es una obra que se corresponde con la calificación Grado de Protección 1 y con su restauración se pretende que el edificio funcione con la tecnología del siglo XXI. No hay que olvidar que aquí radicará la sede del parlamento Cubano, que contará con televisón digital, sistema de microfonía, de cámaras y más.
Se intervienen los patios y jardines, las esculturas, mobiliarios y cortinas del Salón de los Pasos Perdidos y se restaura la piedra de Capellanía. Por suerte, en el cambio de algunos de los 58 tipos de mármoles, el equipo logró encontrar a la misma fábrica que suministró los mármoles en la década del 20.
A pesar de sus funciones gubernamentales, el Capitolio seguirá abriendo sus puertas al público en determinados espacios como el Salón de los Pasos Perdidos y la biblioteca.
Cómo nació el capitolio
Los presidentes cubanos vivían y despachaban en el viejo Palacio de los Capitanes Generales. En 1910, el mayor general José Miguel Gómez, segundo mandatario de la nación, se empeñó en construir una nueva mansión para el Ejecutivo. Escogió para ello los terrenos que hasta entonces ocupaba la estación de ferrocarriles de Villanueva, en la manzana enmarcada por las calles Prado, San José, Industria y Dragones.
Para la construcción del nuevo Palacio Presiencial se votó el crédito pertinente y se convocó a un certamen internacional. De 23 proyectos presentados, el jurado, luego de declarar desierto el concurso, escogió la propuesta que pareció mejor. Sería un edificio de 100 metros de frente por 70 de fondo.
Todo marchó sobre ruedas hasta la subida al poder, en 1913, del mayor general Mario García Menocal. Disgustaba al nuevo mandatario el lugar escogido para Palacio Presidencial. Prefería ubicarlo en la Quinta de los Molinos y destinar al Poder Legislativo el edificio que se construía en Villanueva. Se votó otro crédito y los nuevos arquitectos determinaron añadir a los extremos del edificio dos hemiciclos, uno para el Senado y otro para la Cámara de Representantes.
La cúpula ya ejecutada les pareció muy baja y se decidieron por otra más elevada. La vieja cúpula, de unos 550 m3 de hormigón y 1 200 t de peso, se eliminó mediante una explosión controlada. La nueva, de más peso y altura, impuso reforzar los cimientos con 532 pilotes de madera dura de júcaro y jiquí.
Pero el edificio tenía mala sombra. Menocal se vio obligado a paralizar temporalmente su construcción por falta de dinero y su sucesor la detuvo de manera definitiva. Llegaron los comicios de 1925 y con ellos el ascenso al poder del general Gerardo Machado, que en su ley de obras públicas incluía la construcción del palacio de las leyes en los terrenos de Villanueva. Había apuro por concluirla, pues la VI Conferencia Panamericana se celebraría en La Habana y Machado había prometido que sesionaría en edificio nuevo. Para ello debía estar listo en 22 meses.
El Capitolio se inauguraría el 20 de mayo de 1929. Ese día, con pompa y boato, Machado tomaba posesión de la presidencia para un segundo mandato.
Ocupa una superficie total de más de 43 000 m2, de los que 13 489 m2 corresponden al edificio. De ellos, 10 839 m2 son área techada. Los jardines se extienden sobre 26 583 m2. Su construcción demoró 37 meses, tiempo récord para una obra de esa envergadura. Monumento Nacional. Símbolo de la República. Orgullo de todos los cubanos.