Matanzas, paradojas del destino.
La ciudad de Matanzas nació a la sombra de un cruento suceso histórico que con los años le legó el nombre también a la provincia: la casi total aniquilación a manos de aborígenes rebeldes, de una treintena de españoles que exploraba las boscosas orillas de la bahía de Guanímar, en los albores de la colonización. Sin embargo, a pesar de la feroz traza de sus orígenes, la ciudad pronto adquirió méritos artísticos y renombre de plaza cultural, al punto de ser aplaudida como la Atenas de Cuba. El territorio emergió como uno de los más prósperos de la colonia y detrás de todo estaba el sustento de una pujante industria azucarera apuntalada por el trabajo de esclavos africanos, que protagonizarían una de las primeras y más sangrientas rebeliones en la historia cubana. Signo del tesón y de la fortuna geológica de la provincia, los matanceros se las arreglaron con el tiempo para sostener su fortaleza económica, a pesar de apagarse buena parte de la industria azucarera en Cuba a fines del pasado siglo, mediante el turismo y la extracción de petróleo de su subsuelo. Justo al norte de Matanzas, se encuentra Varadero, el principal destino turístico de Cuba, que en 2008 tuvo un récord de un millón de vacacionistas; y está en proceso de excavación el que será el pozo petrolero más largo del país, ubicado en Boca de Camarioca, casi a la entrada de la península de Hicacos –asiento de la playa más famosa e internacional de la Isla–, el cual tendrá una inclinación lateral de más de cinco kilómetros y una producción prevista de mil 800 barriles diarios. Con ese volumen de producción, el llamado pozo Varadero Oeste-1000, amortizará la compleja inversión en apenas un año y ampliará la capacidad de la mayor empresa petrolera cubana, que aporta alrededor del 60 % de la producción nacional de hidrocarburos. Técnicos de CUBAPETRÓLEO (CUPET), aseguran que ese tipo de excavaciones protege mucho más al medio ambiente y resulta más barato que con una plataforma mar adentro, lo que mucho agradece el sector turístico y sirve para apaciguar una de las contradicciones más espinosas planteadas por el destino a la economía del país. Pero Matanzas ha desplegado alas no sólo a cuenta del turismo y el petróleo. Sus fértiles llanuras atesoran tradiciones agrícolas importantes a la hora de sacar las cuentas económicas de la provincia, aún cuando los productores locales de alimentos han perdido terreno en los últimos años y los extensos campos citrícolas de Jagüey Grande, los mayores de Cuba, hayan pasado tan mala racha de plagas e infortunios, que desde 2008, sin embargo, comienza a revertirse. La economía matancera sobresale a escala nacional por esa combinación de alternativas en que también tiene un espacio la industria, con piezas como la termoeléctrica Antonio Guiteras y el puerto de Matanzas, que acoge una base de supertanqueros, estratégica para el transporte y las aspiraciones energéticas de Cuba. Al pie de esa bahía, la llamada Ciudad de los Puentes sigue descifrando incógnitas del destino que, hasta ahora, le han sido favorables.