Mirar a Vista de Pájaro
Panamá. Centro Interpretativo de Bosques Tropicales
Este es uno de esos lugares que nadie debe perderse visitar en Panamá. Se encuentra a sólo 45 minutos de la capital y constituye un paraíso para la observación ornitológica en todo el mundo, que en parte utiliza viejas instalaciones de un antiguo oleoducto construido por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, previendo un ataque nazi al Canal de Panamá, que nunca ocurrió. Con el tiempo, la naturaleza devoró el camino abierto en medio del bosque con estos fines y tapizó de verde todas las obras. Un corto sendero desde la entrada del Camino del Oleoducto conduce al Centro Interpretativo de Bosques Tropicales de Panamá –administrado por la Fundación Eugene Eisenmann–, donde se expenden refrigerios y hay guías y salas de información. Además de sus funciones de acogida, esta especie de complejo está también destinado a la investigación científica aviar, su evolución y conservación. Promueve programas de monitoreo de tipo educativo y con periodicidad realiza talleres de anillado de aves con la ayuda y participación del público. El parque tiene varios senderos de mucho interés para que cada quien elija su propia ruta y su principal atractivo constituye la garantía de avistamientos ornitológicos durante todo el año, además de la observación de flora tropical. Una especie de faro para la ciencia es la gran torre de 31 metros de altura, que está a pocos pasos del centro turístico e investigativo. Fue construida con materiales recuperados de la antigua base militar y cuenta en su extremo superior con una cómoda y bien protegida plataforma en la que fueron instalados binoculares para facilitar la observación de la fauna en sus alrededores. Para su ubicación se eligió un pequeño claro en un punto rodeado de saludables árboles que proporcionan abundante alimento a los pájaros, considerando que es mucho más fácil observar aves bien alimentadas, pues suelen estar más tranquilas, que cuando deben pasar todo el tiempo cazando y picoteando. De tal manera, como quiera que los árboles les proveen de seguro banquete, es una garantía el espectáculo de ver las aves arreglándose sus plumas, jugando y realizando rituales de apareo. El guía que siempre espera a los visitantes al final del mirador, es un experto en la materia y no aparecerá en el horizonte un ave del que no mencione su nombre y añada algunas de sus principales características y hábitos, con lo que el paseo resulta una verdadera promesa de disfrute y aprendizaje. Una cosa es innegable, la torre le lleva a los primeros planos y justo al centro de uno de los mejores espectáculos de aves de la tierra. Ahora bien, al existir varios senderos abiertos a través del bosque, las posibilidades de contacto con la vida natural se multiplican, más allá del interés específico de los amantes de la ornitología. En una y otra dirección existen caminos que se adentran en la jungla panameña, que regala al caminante hallazgos especiales, pues tienen su hábitat en este lugar, además de una deslumbrante variedad de maravillas aladas, 55 especies de anfibios, 79 de reptiles y 105 de mamíferos, incluidos carpinchos, osos hormigueros, monos chillones, capuchinos de cara blanca, monos camarín y agutíes. Uno de los recorridos más atractivos en el parque es el que lleva hasta un pequeño lago de aguas tranquilas en medio del bosque y donde pueden verse hermosas aves acuáticas y en los alrededores muy húmedos, la curiosa ranita verde de ojos rojos que constituye un verdadero símbolo de la fauna de Panamá y Centroamérica.
Consejos prácticos Aunque el Centro Interpretativo de Bosques Tropicales de Panamá está cerca de la capital del país y bien conectado por una carretera en óptimas condiciones, lo mejor es plantearse esta excursión muy temprano en la mañana, pues es el horario en que los pájaros están más activos y expuestos. A partir de media mañana, cuando el sol calienta, las aves prefieren guarecerse y avistarlas se vuelve más difícil. Para recorrer los senderos lo ideal es llevar calzado cómodo, alguna visera o sombrero y, además, binoculares que permitan una mejor observación de la avifauna, con representantes a veces muy pequeños y escurridizos como el llamado Colibrí de Julia