Contábamos entonces de cómo había restaurado un Buick del año 1938 que lo había flechado desde las condiciones paupérrimas de su abandono y el cual, con paciencia y dedicación, había restaurado hasta convertirlo en una belleza digna de admiración. Pero cuando uno lleva años en la profesión atesora recuerdos que le sorprenden, a pesar de los velos del tiempo, cuando un catalizador los hace salir de su tranquilo reposo. Este es el caso del Buick de Marcel y el Daimler que hoy ocupa nuestra sección. La pasión de los cubanos por los autos de época no es algo nuevo, ni de pura moda. Se remonta a varias décadas atrás. Por ello no ha sido Marcel el primero en sucumbir a nuestra peculiar veneración por las máquinas de antaño. Recuerdo ahora un trabajo escrito hace casi veinte años cuando, durante los años ochenta, se hizo notoria en La Habana la presencia de un Daimler DW ATL, limusina, de 1980. Este lujoso automóvil resaltaba entre la circulación diaria de la ciudad –compuesta entonces de los autos norteamericanos de los cincuenta y los Lada soviéticos- y era el automóvil oficial del Embajador de S.M. Británica en nuestro país, Sr. Andrew E. Palmer. La sensibilidad del Sr. Palmer por el automóvil y la gestión de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana hicieron posible que, al término de su misión en Cuba, el automóvil pasara a formar parte de la Sala de Transportes del Museo de la Ciudad. Era solo cuestión de tiempo que este vehículo se convirtiera en un valioso ejemplar: su condición de auto de lujo; el ser una marca importante en la época; la historia propia del vehículo y lo poco común en nuestro país de los autos Daimler así lo indicaban. Por ejemplo, un detalle único: la columna de dirección y el volante se situaron a la izquierda, contrario a la circulación inglesa, para ser empleado con toda comodidad en nuestro país. Haberse desprendido de un automóvil de esta clase, y acondicionado de tal manera, es una muestra de cuánto llegó a identificarse con nuestro país el Sr. Palmer. Por otro lado no deben existir muchos –si existiera alguno- de ellos con esta característica en todo el mundo. Hoy, luego de 28 años, es una verdadera joya que se mantiene en exhibición, siendo el único existente en Cuba. Se le puede disfrutar, junto a otros extraordinarios ejemplares, en la referida Sala de Transportes del Museo de la Ciudad, ubicada en el Centro Histórico de La Habana –Patrimonio de la Humanidad-en un entorno ideal que realza el encanto y la magia de los Autos de Época.

Daimler DW ATL 1980.

Limusina de Lujo producida por Daimler, en ese entonces era propiedad de la Jaguar Cars. Este Trust inglés producía en 1954 los autos deportivos más rápidos de Inglaterra. El espíritu deportivo del Príncipe Felipe, esposo de Isabel II, hizo de los Jaguar los autos preferidos de la nobleza Inglesa. Así, Jaguar Cars logró una bonanza económica que le permitió apropiarse sin problemas de las acciones de Daimler. Además poseía las marcas Rover; Land Rover; Triumph; Leyland; Jaguar y la ya mencionada Daimler. Vean que cosa simpática: apenas 30 años después todo se fragmentó de forma que la Jaguar es hoy propiedad de Tata Group, de la India, como todos sabemos. El Daimler DW ATL 1980 tenía un motor seis en línea, frenos de discos a las cuatro ruedas –Jaguar los usaba desde los años cincuenta- y el vehículo tenía un peso cercano a las tres toneladas. Su interior estaba totalmente insonorizado y tenía ocho plazas (incluyendo al conductor) cuyos asientos, claro está, estaban tapizados en cuero. Además existían ventanillas de mando eléctrico, aire acondicionado, intercomunicador conductor-salón, y demás comodidades propias de estos autos.

Datos Técnicos Motor l6 (6 cilindros en linea), gasolina Desplazamiento 4.2 litros No. de válvulas 12 (2 por cilindro) Potencia 232 CV @ 5 500 rpm Alimentación Dos carburadores SU, modelo HIF 7 Tracción Trasera Transmisión Automática de 3 velocidades Consumo Medio 13.4 l/100 km