Caravana de voluntades y colores recorrerá toda Cuba
Aquella idea y aventura iniciada en 1964 por 72 atrevidos hombres, inspirados por la feliz iniciativa del gran capitán Reinaldo Paseiro y todo el coraje de su primera inmensa figura, Sergio “Pipián” Martínez, se convirtió en pocos años en una de las carreras por etapas más calificadas y prestigiosas de América. Es la Vuelta, uno de los eventos que nació dentro de aquel nuevo proyecto del deporte cubano y que cada año festeja la creación del organismo rector de estas actividades: el INDER. Cientos de miles de personas en campos, bateyes, comunidades y urbes tienen la posibilidad de presenciar el paso de la enorme caravana o aplaudir en cada meta la llegada de sus ídolos. Es, en fin, la fiesta grande del ciclismo cubano. Si hoy nos preguntan qué atletas o personas tuvieron que ver con la popularidad y trascendencia que adquirió el giro, debemos remitirnos a sus ciclistas fundadores: “Pipián”, una verdadera leyenda, León Antonio Herr, hombre coraje de los pies a la cabeza, Rodolfo “Pilo” Noriega, autor de una escapada memorable, Inocente Lizano, incansable “tren” sobre el asfalto o el equipo de Güines, el mejor y más combativo de las primeras ediciones. Las informaciones y crónicas de los respetables periodistas José González Barros y Elio Menéndez en los dos diarios de mayor circulación dentro del país, resultaban estremecedoras y contribuyeron enormemente a que esta actividad llegará al corazón del pueblo. “Pipián”, Aldo “Búfalo” Arencibia, Carlos Cardet, Eduardo Alonso y más recientemente Pedro Pablo Pérez, fueron los cubanos más galardonados en la historia de la Vuelta. Todos exhibieron virtudes para no quedarse en el terreno plano, subir entre los primeros a la alta montaña, cubrir exitosamente las etapas contrarreloj o atacar endiabladamente las metas finales. Ciclistas de talla mundial como los exsoviéticos Serguei Sujoruchenkov, Vladimir Osokin, Aavo Pikkus o Eduard Rapp, los alemanes Bernd Drogan, Olaf Ludwig y Olaf Jentsch, los polacos Richard Surkowski y Stanislav Zsozda o los italianos Philippo Pozzato y Eisel Bernhard dejaron su huella en nuestra Vuelta. De México llegaron más de una vez sus luminarias encabezadas por Agustín Alcántara, Radamés Treviño, Alejandro Oropesa y Heriberto “ La Pulga ” Díaz, mientras que Colombia acudió en 1976 con dos fenomenales trepadores: Abelardo Ríos y Rodrigo Vanegas. Si de sorpresas y actuaciones relevantes se trata, hay que mencionar al exsoviético Alexander Sinoviev, al estadounidense Todd Herriot y a Svein Tuft, de Canadá, un fuera de serie en la contrarreloj individual. Era la subida a la Gran Piedra, la etapa reina de la Vuelta a Cuba; allí muchas veces vimos a prestigiosos pedalistas extranjeros bajar de sus caballitos metálicos y emprender a pie parte del endemoniado ascenso, calificado por entrenadores visitantes como una prueba de enorme sufrimiento. Pesan ahora la Loma de la Farola y la complicada subida a Topes de Collantes, jornadas que deben ser nuevamente decisivas en esta edición de la Vuelta a Cuba 2009. La fiesta grande de las bicicletas, esa serpiente multicolor rodante vuelve a desplazarse por todos los rincones del país para alegrar a millones de espectadores.