Andrea Echeverri y Héctor Buitagro están a punto de subir al escenario. Ya ha terminado el concierto de Sweet Lizzy Project, la banda cubana que les sirvió como teloneros en el Centro Cultural El Sauce. Ambos músicos conversan, comprueban algunos de los instrumentos tradicionales cuyo sonido establece alianzas con el rock, y repasan a vuelo de pájaro la lista de sus canciones.
Es el debut de Aterciopelados en Cuba, y afuera, a unos pasos de los camerinos, hay un público enfebrecido que espera el momento de ver en vivo a esta banda icono de la escena latina. Héctor, camisa azul, pantalón tejido, me comenta que desde hace años han querido tocar en Cuba. Andrea lo escucha y mueve la cabeza afirmativamente. Luego se escurre para ir al vestuario y colocarse un traje azul con el símbolo de la paz sobre la cabeza que utilizó durante el concierto para reafirmar su connotación simbólica. Héctor continúa hablando. El músico, emocionado, conversa con este redactor. Habla sobre la importancia que tiene para la banda tocar en este momento en La Habana, agradece la cooperación de la Isla en la firma de los acuerdos de paz en Colombia y considera a Cuba un símbolo en Latinoamericana.
Aterciopelados sube al escenario. Llega para presentar las once canciones de su DVD Reluciente, re¬chi¬nante y aterciopelado. La multitud aplaude. Se escuchan gritos. Vítores. De pronto parece que El Sauce se convierte en un estadio de fútbol. La hinchada es multinacional. Hay cubanos, argentinos, mexicanos, pero sobre todo colombianos.
Andrea mira al público y reconoce a sus compatriotas. Les dedica canciones, pero no descuida a sus seguidores cubanos. Dice, como Héctor, que llevaba mucho tiempo esperando este momento. El público la ovaciona. Ella canta Florecita rockera, un clásico de la banda. Los seguidores la repiten y la cantan como si fuera uno de esos temas que se ponen habitualmente por la radio. Pero no. Aterciopelados, a pesar de sus dos Premios Grammy, no es un grupo que encaje en las fórmulas de los medios de difusión, y en Cuba apenas se ha divulgado su música, con todo y la historia de esta banda como una de las más influyentes del rock latino. Los cubanos que están allí conocen de sobra su obra. Incluso algunos, como el ingeniero Iván Abel Egüed, del Polo Científico, estuvieron desde muy temprano en El Sauce para presenciar la prueba de sonido. «Aterciopelados forma parte de la banda sonora de mi vida», me asegura mientras me enseña el DVD y los collares que le obsequió Andrea por la sincera devoción. Él, como otros tantos, canta, repite las canciones de los colombianos, y conoce la trascendencia de este momento.
Suena Bolero falaz y yo recuerdo la primera vez que escuché esta canción en la universidad. A partir de ahí grabé todos los discos de la banda, al principio en aquellos viejos casetes que algunos conservamos como reliquia.
La noche avanza. La banda ya ha atacado con varios de sus himnos, hasta que se ven obligados a detener el concierto. Ha muerto Fidel Castro y nadie lo cree. Lo dice desde el escenario Fidel Díaz, el director de la revista El Caimán Barbudo, con el alma en el piso. Andrea y Héctor se retiran en silencio del escenario. El público también se marcha sobrecogido.
La banda no pudo terminar el concierto, pero su paso por la Isla no se puede pasar por alto. Es cierto que en Cuba no se conocen demasiado las bandas de la escena latina. Los roqueros históricamente han alimentando su educación espiritual con el rock and roll y las sonoridades más extremas del metal que vienen de Europa o de Estados Unidos. Pero bandas como los Aterciopelados pueden abrir esa puerta para que los seguidores del rock en la Isla se asomen a los grupos latinoamericanos, los que desde hace más de dos décadas han ejercido una notable influencia a nivel mundial. Los propios Aterciopelados se colocaron hace más de dos décadas al frente de la expansión del rock latino hacia los mercados europeo y estadounidense, algo que dio a conocer al mundo la vitalidad y pujanza de la escena latinoamericana.
A pesar de la influencia de discográficas y trasnacionales de la música, el rock latino conserva sus raíces históricas, la insurgencia y la irreverencia de sus primeros exponentes. Como botón de muestra se puede mencionar a los argentinos Todos Tus Muertos, la banda de punk, ska y reggae liderada por Fidel Ernesto Nadal que cerraría el Festival Patria Grande.
Aterciopelados desea regresar. Todos Tus Muertos también. El festival Patria Grande, con tres ediciones, ha sentado las bases desde La Habana para promover con todas las de la ley el rock latino y las bandas cubanas que apenas tienen posibilidades de insertarse en el circuito internacional de festivales. De ahí que a pesar de que el rock en la Isla no se beneficia de una promoción coherente y sostenida, esperemos que Patria Grande se extienda en el tiempo y continúe dando visibilidad tanto al rock cubano como al de otros países de la región, un sonido que, en cualquier caso, procede de los mismos orígenes. ¿O no?