Entre las maravillas de esta zona, se halla el orquideario, situado en la ladera norte de la loma del Fuerte. Su punto más alto se eleva a trescientos metros. Abarca un área de 35 000 m2 de tierra fértil, donde las excelsas condiciones climáticas permiten el cultivo de las orquídeas y otras plantas ornamentales. Existen ochocientos cincuenta especies de orquídeas, sobrepasando la cifra de 10 000 ejemplares. Dentro del total de especies noventa son cubanas, es decir el 10,59 %.

El origen de este paraíso multicolor se debe a la devoción apasionada del abogado Tomás Felipe Camacho, hombre cuya vida le guardó momentos de profunda tristeza. A comienzos del pasado siglo y procedente de Islas Canarias arribó a La Habana con solo trece años de edad. Su primera ocupación fue vendedor ambulante de periódicos; en tal desempeño conoció a la joven Pilar León, de quien se enamoró y con quien contrajo nupcias. El fruto, su hija Pilila, cuando aún no llegaba a los veinte años de edad, en 1943 murió de parto. Al igual que su madre ella había tenido en vida un gran amor hacia las flores. Tratando de aliviar su dolor, Camacho se refugió en una modesta vivienda en Soroa. Las delicias del lugar y las evidentes condiciones naturales lo estimularon en la compra, ese mismo año, de una parcela de tierra de 5000 m2. Posteriormente añadió 30 000 m2.

Como homenaje póstumo comenzó, en dichas tierras, el cultivo de las orquídeas; saludable distracción para un padre adolorido. Paralelamente inició la construcción de una confortable vivienda y otras obras.27 Antes que ésta concluyera, su destino triste lo llevó a la pérdida de su esposa, quien había sido fuente de inspiración en su vida; ello le sumió en amarga desesperación. Su único consuelo fue aumentar el jardín. De todas partes del mundo llegaron orquídeas de diferentes especies, sembradas con cuidado y atendidas con esmero permitió un escenario exclusivo, pues en cada flor estaban presentes sus dos seres queridos. Un halo sentimental envolvió al Orquideario de Soroa.

La entrega total de Camacho al cultivo de las orquídeas le convirtió en un especialista de la materia; el jardín rápidamente cobró vida cuantitativa y cualitativamente. En 1947, el arquitecto Jorge M. Galdós terminó de edificar la residencia campestre de Camacho, logrando un gran acierto en su integración al paisaje. La instalación fue diseñada con un extenso portal con vistas al valle, además, un mirador sobre una roca unido a la casa por un puente arqueado. El complejo arquitectónico fue bautizado por Camacho con el nombre de su desaparecida hija, llamándole “Rancho Pilila”.

Por esta época Camacho tuvo como asiduo visitante del orquideario a uno de los grandes de la literatura universal, el autor de El Viejo y el mar, Adiós a las armas, Por quién doblan las campanas y muchas más, se trata de Ernest Hemingway, con quien le unían lazos de amistad. Tiempo después de la visita del comandante en jefe Fidel Castro Ruz, Camacho anunció su deseo de poner el jardín en manos del Gobierno Revolucionario como complemento del plan de desarrollo turístico. En 1960 Tomás Felipe Camacho viajó a Islas Canarias, su tierra natal, con el objetivo de visitar a su familia; lejos de sus flores le sorprendió la muerte a consecuencia de una afección cardiaca. En 1961, según sus últimos deseos, el orquideario pasó a ser “Patrimonio Nacional”, integrándose a los múltiples atractivos del área.