Donde la espuma es más blanca
Exclusivo lugar, donde existen ciento sesenta cayos e islotes a lo largo de unos doscientos cinco kilómetros, con una extensión superficial de 2750 Km2. Desde su comienzo en los cayos de La Leña y su final en punta Gorda, Bahía de Cabañas, se desarrolla un interesante y marinero entorno, alternando con cayos de mangles, donde en sus aguas azules anidan el Macabí (Albula vulpes), y los Sábalos (Tarpon atlanticus). Las barreras coralinas son corazas biológicas que protegen la tierra firme y cayos con hermosas playas como: Jutía, Inés de Soto, Levisa y Mégano de Casiguas por citar algunos ejemplos.
En todos estos ecosistemas, luego del perfil de playa, el fondo se precipita en profundidades abismales superiores a los 2000 metros, con paredes entre los nueve y cuarenta metros de profundidad, donde existen zonas de buceo, reconocidas internacionalmente, es un mundo para observar diversos tipos de corales, espeluncas, cascadas de arenas, naufragios de pecios desde los siglos XV hasta hoy. Los fondos coralinos dan abrigo a múltiples especies de corales, peces, crustáceos y vistosos moluscos, se destaca la “Reina del Caribe”, la Langosta (Panulirus argus). Al paso de las embarcaciones es fácil observar los delfines juguetones, que con saltos fuera del agua tal parece que saludan.
Los islotes más significativos para la recreación son: cayo Jutía, unido por un pedraplén de quince kilómetros a la tierra firme y de ahí, sólo lo separan cincuenta y ocho kilómetros de Viñales, a lo largo de un interesante recorrido por carretera rodeada de montañas y valles, pasando por pintorescos pueblos coloniales.
Ubicado en una zona pesquera, está rodeado de una naturaleza exuberante; cuatro y medio kilómetros de playa virgen y una riqueza paisajística inusual, posibilitan el desarrollo de actividades náuticas, buceo, observación de aves. Los rompientes que preservan estos litorales, se encuentran a escasos metros de la zona de baño; especies de los más diversos colores, tipos y tamaño conviven en armonía total con el hombre, desde el Pez Perro (Lachnolaimus maximus), los Cirujanos (Acanthurus coeruleus), Cachamas negras (Pomacanthus caru), el Pez Loro, (Sparisoma viride), las Viejas azules (Thalassoma bifasciatum) y otras especies pelágicas. Los corales más abundantes son: el Orejón (Acropora palmata), de Fuego (Millapora complanata), Digital (Porites porites) y Cerebro (Colpophyllia natans). Este cayo, como casi todos los existentes en la zona, presenta su sección sur cubierta de mangles, debido a los depósitos de sedimentos provenientes de los ríos de tierra firme. En la parte septentrional, sus costas están rellenas de playas hermosas de arenas de grano medio-fino de color blanco-cremoso, debido a los procesos abrasivos en la propia barrera coralina. Al centro, un ranchón criollo con capacidad para cuarenta y cinco personas cómodamente sentadas, permite degustar deliciosos platillos a base de langostas, camarones y exquisitos pescados que prepara el chef con arte; todo al natural para que no se pierda el entorno y sus misterios. En el extremo este, se levanta cual faro de Alejandría, la torre metálica de dieciocho metros, que sustenta los destellos producidos por uno de los reflectores más antiguos del país.
En este transitar por la cayería, se puede observar desde el mar, como se levantan a lo lejos las alturas de la Cordillera de Guaniguanico, que semejante a gigantescas manadas de elefantes, cabalgan sobre “la tierra más hermosa”, al decir del Almirante, que brindan protección a sus habitantes. Sobresalen las serranías de Viñales, más al este, pareciendo un gran plato, las alturas de Cajálbana, detrás irguiéndose majestuoso, sublime y altanero, el Pan de Guajaibón.
A cayo Levisa se accede por mar, a uno y medio kilómetros de Palma Rubia en la costa norte, ubicada a cuarenta y cinco kilómetros de Viñales, a setenta y dos kilómetros de Las Terrazas y a tres horas de camino de Ciudad de La Habana.
Presenta una playa de tres kilómetros de largo -antes del talud- existen otros cinco kilómetros de fondos bajos en la plataforma insular, con profundidades entre los tres y los seis metros, donde ante todo reina el buen tiempo durante casi todo el año. La invitación al buceo le permitirá recibir cursos de iniciación y la práctica del mismo en un total de veintitrés sitios de la plataforma insular entre cayo Arenas y cayo Mégano de Casigüas; con formaciones vegetales y coralinas entre las que se destacan: Coral estrella (Montastrea anularis), Cacho e venao (Acropora cervicornis), Cavernoso (Montastrea cavernosa), Varilla de mar (Prexaura flexuosa). los Gorgonio (Kiligorgia Schrammi), los Abanicos de mar (Gorgonia ventalina), las algas alimeda (Halimeda discoidea), las Estrellas de mar (Oreaster reticulatus). el Cangrejo moro (Carpilius corallinus) y especies de peces de llamativos colores como las: Isabelitas (Chaetodon ocellatus), la Rabirrubia (Ocyurus chrysurus), Salmonete (Mulloidichthys martinicus), Jurel corcovado (Caranx lugubris) y las amenazantes Morenas verde (Gymnothorax funebris). En el canto del veril las paredes alcanzan hasta los cuarenta metros. Si no desea sumergirse en las profundidades de este mar de incógnitas, la práctica del snorkeling en la barrera coralina, o la práctica de deportes náuticos le deparará una estancia sin igual. Para descansar, las cabañas estilo campestre con techo de hojas de palmas y una combinación de mampostería y madera con climatización, baño privado, radio, TV vía satélite y teléfono, le darán todas las condiciones para un reparador sueño. Cuenta con: restaurante, bar, tienda, consultorio médico, masajes y parrillada en la playa.
Cayo Mégano de Casigüas es un pequeño islote, preferido del novelista norteamericano Ernest Hemingway, quién lo bautizó como, cayo Paraíso. Acostumbrado a visitarlo en su barco El Pilar, lo seleccionó como uno de los escenarios de sus aventuras marineras, desde inicios de la década del cuarenta del pasado siglo; donde según referencias de quien fue patrón de su barco, Gregorio Fuentes: “sus visitas allí mucho ayudó al realismo con el que plasmó la vida de los pescadores mostrada en su novela El viejo y el mar”.