Tradición y Modernidad a la carta
Subiendo desde el mar por la Calzada de Amador a partir de Isla Flamenco y la Avenida de Balboa después, la capital de este país centroamericano se abre desde el Casco Antiguo en una sucesión de pequeños asentamientos, barrios y urbanizaciones repletas de sorpresas, que muestran al visitante una ciudad en constante renovación y crecimiento.
Entre las ruinas de Panamá la Vieja, en el extremo oriental y las callejuelas enjutas de edificios remozados con cubiertas rojas y gruesos muros encalados del antiguo centro fundacional, en el oeste, Ciudad de Panamá ha crecido y se ha modernizado como pocos habrían imaginado hace apenas dos décadas atrás. La nota más tradicional siguen siendo los vendedores de artesanías de las etnias autóctonas en los mercadillos populares y los graciosos ómnibus que todos conocen todavía como Diablos Rojos, debido a la peligrosa velocidad con que en tiempos atrás solían cubrir las distancias de sus rutas y las coloridas y pintorescas pinturas con que les suelen decorar sus propietarios. Asomados a la costa han proliferado hoy barrios nuevos que circundan la bahía con una línea de rascacielos, bancos, restaurantes y lugares de compras, como una visión de modernidad y pujanza que la propia realidad cotidiana se encarga de ensanchar día a día. Punta Paitilla, hasta los pasados años 60 y 70 un rincón de malezas costeras casi olvidado donde la gente acudía a cazar o acampar, comenzó a urbanizarse como un enclave selecto y constituye en la actualidad uno de los sectores más acogedores para vivir o pasear por la ciudad, con espaciosas residencias, edificios de más de 50 pisos, instalaciones médicas y de servicios afines entre las más modernas del país, oficinas bancarias, grandes centros comerciales y de amenidades como Multicentro, un complejo que abarca el hotel Radisson Decápolis y, además, un casino, varias salas de cine y fiestas, supermercados y restaurantes. Algo de esto también ofrece el vecino barrio de Marbella, con la diferencia de que está un tanto más tierra adentro, delimitado al norte por la Avenida de Nicanor de Obarrio. Este es uno de los sectores de la ciudad por el que han optado vecinos y extranjeros residentes que apuestan por la tranquilidad, aunque sin renunciar a una ubicación céntrica que les permita moverse rápidamente en una u otra dirección. Los distritos comerciales de Calle 50 y Vía España, verdadero universo de mercados, bazares, tiendas especializadas con pequeños cafés al aire libre, casas de cambio, terrazas-miradores y toda suerte de ofertas de ocasión en comercios auspiciados por marcas de las más renombradas en todas las variantes, atraen a cientos de vecinos de la ciudad día a día, y pueden ser considerados la gran manzana financiera y de negocios de la barriada. Punta Pacífica es otro de los exponentes de modernidad de Ciudad de Panamá. Es uno de sus barrios más elegantes y nuevos, que exhibe numerosas torres de condominios acristalados provistos de facilidades de última generación y finos lujos para sus usuarios. Hay también casas hermosas con jardines y vistas espectaculares hacia el Océano Pacífico; así como otro de los muy bien surtidos centros comerciales del país –el Multiplaza Pacífico–, con ofertas de la mejor calidad provenientes de las empresas detallistas de más prestigio en EE.UU. y Europa. Aire fresco en las afueras: Costa del Este, Albrook Aunque para la mayoría de la gente que pasea por sus calles tranquilas, Costa del Este parece una réplica de algún barrio de Los Ángeles u otra ciudad del Pacífico norteamericano sin tener, realmente, la gracia propia de Panamá y su pueblo comunicativo y alegre, las pequeñas pensiones y casas de alojamiento de la zona terminan compensando ese déficit con el placer de sus comodidades y una hospitalidad casi familiar. La urbanización, relajada y tranquila, se desarrolló no lejos del corazón de la ciudad bajo el criterio de no crecer verticalmente, garantizando espacios para paseos, parques y jardines, lo que le ha dotado de una personalidad apacible y placentera, incluso bucólica. Estamos hablando de la ciudad misma y no de la periferia en sí, es decir, de una extensión de la capital panameña con todas las de la ley y que, inexorablemente, los urbanistas del futuro y el propio progreso harán fundir con el cuerpo urbano actual. Es en su dirección –hacia el este–, que se llega al moderno aeropuerto de Tocumen. El elegante barrio de Albrook es también de aire muy norteamericano e incluso afrancesado, lo que se explica por el tiempo en que se fomentó, allá a partir de 1903, cuando los estetas y arquitectos galos, impusieron una línea de diseño arquitectónico que fue asumida en todos los confines del planeta por sus innovadoras soluciones. La urbanización fue desarrollada en la zona del Canal por sus antiguas autoridades estadounidenses, que sólo en 1999 devolvieron completamente al gobierno panameño la gestión del curso interoceánico. Es en efecto un barrio caro integrado por las llamadas áreas revertidas, que acogían en exclusiva las residencias e infraestructuras de los gestores y ejecutivos norteamericanos del Canal con sus familias; y que ahora se ha convertido en uno de los sectores más sofisticados y elegantes de las afueras de Ciudad de Panamá. Su mayor ventaja como asentamiento es estar a pasos, prácticamente, de la exuberante naturaleza panameña, los parques y reservas de las inmediaciones de la ciudad, como es el caso de la isla de Barro Colorado, por ejemplo, y todo ello, sin dejar de disponer de las ventajas que tiene estar cerca, a la vez, del propio centro de la capital panameña. Romance e historia en el Casco Antiguo Esta exploración por los barrios de Ciudad de Panamá necesariamente tiene que incluir a su Casco Antiguo, una interesante concentración de edificios eclesiásticos, civiles y domésticos de los siglos XVIII y XIX con plazuelas y parques que en 1997 la UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad, y que al ser foco de permanente renovación y cuidados, poco a poco ha recuperado su esplendor de antaño. Lo mejor es acercarse a través de la Avenida Central hasta la Plaza Cinco de Mayo y a partir de ese punto recorrerlo a pie, con más facilidad para internarse en sus calles enjutas, sorteando los obstáculos que impone al tránsito su trama irregular. Antiguas mansiones lucen sus fachadas de hermosos balcones con herrería de forja y amplios portones flanqueados por pilastras primorosas. Este es el paseo por excelencia para disfrutar de la historia y el romántico ambiente de una ciudad al que muchos han amado en lo más profundo y de la que aseguró el escritor Graham Greene después de conocerla: «Me he sentido como en casa en este pequeño paraíso de mis sueños y como nunca antes me sentí en ningún otro lugar de América».
Asomados a la costa han proliferado barrios nuevos que circundan la bahía con una línea de rascacielos, bancos, restaurantes y lugares de compras, como una visión de modernidad y pujanza.