Brasilia. BrasilLa profecía de una ciudad del futuro
Cuando cumple medio siglo de vida, la capital política del gigante país suramericano sigue siendo una ciudad de futuro, referente de modernidad y de arquitectura vanguardista. Fue construida sobre una base en forma de avión que apunta al sureste, donde el Congreso y el Senado se muestran a la cabeza, como guías institucionales de la nación.
El urbanista Lucio Costa y el arquitecto Oscar Niemeyer, fueron los protagonistas de este sueño. El primero se encargó de la estructura, mientras que el segundo creó la mayoría de los edificios e instalaciones necesarias para reubicar la capital brasileña a partir de 1960, después de 41 meses de trabajo. Grandes avenidas de ocho carriles se entrelazan entre las majestuosas plazas y modernos palacios, y dan al paisaje un toque futurista y equilibrado, que guarda para sus visitantes el espectáculo natural circundante y los enigmas de una urbe cosmopolita. La parte central del complejo está formada por la llamada Plaza de los Tres Poderes, donde se encuentran el Palacio de Planalto, el cual forma parte del proyecto del plan piloto de la ciudad y que fue uno de los primeros edificios erigidos. Junto a él se hallan las sedes del Congreso y del órgano de Justicia. Este espacio se asocia también a la cabina de ese avión imaginario, donde el fuselaje se muestra como una amplia avenida que todos conocen como la Explanada de los Ministerios. Uno de los conjuntos arquitectónicos más llamativos en la obra de Niemeyer es la Catedral Metropolitana, estructura hiperboloide con 16 columnas de hormigón de idéntico ensamblaje, donde el techo de vidrio parece como si se abrieran al cielo, dos manos en movimiento.
Entre lagos y puentes Por su belleza arquitectónica y singularidad, en 1987 la UNESCO declaró a Brasilia, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Entre las primeras estructuras construidas en esta nueva capital brasileña destaca el Palacio de la Alborada, en los márgenes del lago Paranoá. Para muchos este lugar da la impresión de ser una caja de vidrio que descansa en el suelo sobre finas columnas externas, en unos 7 000 metros cuadrados de superficie. Mientras, el Santuario Don Bosco, inaugurado en el año 1963, recrea arcos de 16 metros de altura que enmarcan vidrieras en diversos tonos de color azul. En el interior se aprecia un altar de mármol rosa de unas 10 toneladas, centro de los eventos religiosos que asiduamente acoge. Quien gusta de una excursión por la historia puede llegarse también al Museo Memorial JK, el Museo Nacional de Gemas, o el de los Pueblos Indígenas. Y si quiere pasear por las calles y rincones de la ciudad brasileña puede acercarse al parque de la Ciudad Sarah Kubitscheck o al Parque Nacional de Brasilia, en una ruta que no deberá excluir los Jardines Botánico y Zoológico. La mejor época para visitar Brasilia es entre los meses de abril y junio, cuando el cielo muestra sus días más azules y despejados. De agosto a septiembre, los visitantes pueden encantarse con árboles florecidos en tonalidades púrpuras y amarillas, pues es una ciudad de espacios abiertos y hermosos jardines.
Patrimonio de belleza y cultura Brasilia es una ciudad con una evidente capacidad de seducción. Baste mencionar la enorme represa Paranoá, que tiene playas artificiales como Prainha y Piscinão North Lake y que como detalle distintivo, exhibe el puente de Juscelino Kubitschek. Por eso más allá de las funciones institucionales con que fue fundada, poco a poco se ha convertido Brasilia en destino turístico. A los encantos naturales de sus alrededores y los propios atractivos de su arquitectura inusual en todo el contexto de Brasil, se suma una red hotelera con lujosos alojamientos como el Meliá Brasilia y el Tryp Brasilia, entre otros muchos, sin excluir variantes de precios más asequibles. Allí existen bulevares y zonas de interés comercial con grandes galerías de tiendas; en tanto su gastronomía ofrece una amplia variedad de restaurantes, entre los que son emblemáticos el llamado Brazilian, situado en la zona sur de la ciudad; o el Antigamente, ideal para degustar de muchas de las variedades de la cocina local. Los hay también de comida japonesa e internacional; y para las noches, encantadoras salas de fiesta, teatros y sitios de animada programación para el deleite de los que trabajan, viven o visitan la ciudad.