Tierra de altos manantiales nombraron los indios pipiles a esta ciudad situada al norte del país centroamericano, en medio de la sierra de Apaneca; y que ha llegado a nuestros días como uno de los lugares más tradicionales que puedan encontrarse en toda la geografía de la región.

Favorecidos por la abundante agua, la naturaleza pródiga y una especie de certeza de que por allí solo podría vivirse en paz como bien corresponde creer cuando todo indica que se está cerca del último confín del planeta, se instalaron en este rincón del departamento de Ahuachapán sus primeros habitantes. Con el tiempo aparecieron las exploraciones españolas, se establecieron los colonos pioneros, mezclaron su sangre con los pobladores autóctonos, levantaron un templo donde adorar a la Inmaculada de la Concepción y fue tomando forma bajo un esquema de plaza central y calle única, este pueblito pintoresco que prosperó a base de un café considerado entre los mejores de toda Centroamérica; y que se ha hecho famoso por la confección de coloridos textiles en telares manuales, cerámicas y artesanías en general. Los propios salvadoreños aseguran que es el único en todo el país que conserva las calles empedradas y donde más claramente puede apreciarse la herencia de la milenaria cultura nahualt, tronco originario de la nación. Esto, gracias al aislamiento y lo complejo que fue su acceso durante siglos, remontando sierras y ríos, a través de caminos repletos de obstáculos que la humedad y las lluvias frecuentes venían a empeorar. Hoy se llega a través de una buena carretera, la CA 8, diseñada para superar todos aquellos inconvenientes, que va a través de pueblos muy típicos, siguiendo el camino de lo que los promotores turísticos del país comercializan como La Ruta de las Flores, en explícita alusión al gran valor del paseo: la naturaleza y los paisajes. Qué ver en Ataco Lo primero que llama la atención en Ataco son los colores vivos con que los vecinos pintan las casas –muchas fachadas están decoradas con murales de flores y otros detalles como azulejos y hasta los postes de electricidad han sido artísticamente intervenidos. Es una ciudad pequeña, presidida por una iglesia primorosa en un costado del parque principal, siempre concurrido de lugareños que se reúnen allí a conversar y disfrutar en un ambiente tranquilo y placentero. Una bonita fuente adorna el centro de la plaza con una estatua de la Virgen de la Inmaculada Concepción. La gente es sencilla y amigable y abundan las manufacturas y artesanías que venden directamente en los portales y en pequeños comercios dentro de las casas. Hay restaurantes con excelente comida y precios imbatibles y muchos establecimientos donde disfrutar de un café, con variedad de recetas. Funcionan también varios hoteles pequeños y acogedores con todos los requerimientos. Además de variedad de senderos, excursiones de interés naturales y visitas a haciendas productoras de café u otros pueblos de los alrededores, la estrella turística de Ataco son las llamadas Piscinas de Atzumpa, un lugar con cascadas y pozas de agua cristalina, en medio del bosque tropical, donde hay servicios y las facilidades necesarias para pasar todo el día.

En esta pequeña ciudad del norte salvadoreño, las principales actividades económicas son la explotación de los telares artesanales y el café

Otra visita recomendable es la llamada Cruz del Cielito Lindo, mirador en el repecho de una loma que permite observar todo la ciudad y sus paisajes circundantes. La plaza Pío Pietrelcina, es de especial interés por la altura y su curioso origen, pues fue construida por la familia Caliche Morán en lo alto de la Sierra Apaneca Ilamatepec en agradecimiento a un milagro concedido como un espacio para la relajación y adoración, más cerca del cielo, de la patrona del pueblo. A pesar de ser una ciudad sencilla, en las noches Ataco se vuelve encantador. En el centro abren sus variados restaurantes y cafés, se encienden las farolas coloniales del parque principal, los visitantes salen de sus hoteles y aparece de una vez gente de cualquier latitud del planeta, como seguramente nadie podía imaginar allí que ocurriría hace apenas unos años atrás.