El fuego es una fiesta
La tierra caliente arde, la calle Enramadas brilla, la Trocha santiaguera se abre y baila hasta el delirio. El Caribe entero cabe en una sola ciudad: Santiago de Cuba, heroica, rebelde y hospitalaria, es la anfitriona desde 1981 de esta singular fiesta de pueblos, donde los bailadores lanzan fuego por la boca y se escuchan poemas en idiomas profanos
Bailes callejeros, fiestas nocturnas que se apagan al salir el sol, talleres teóricos, mezclas de religiones y costumbres, se unen en este ya famoso Festival del Caribe, donde la danza, la poesía, el teatro y la música se complementan con las charlas de los expertos acerca de la historia y las tradiciones que entrelazan a los pueblos de esta región bañada por el mar más azul del planeta.
Con el mar Caribe de un lado, y la histórica Sierra Maestra, del otro, aquí se rinde culto a las culturas africanas, madres de la identidad caribeña. El fuego era una fiesta. Antorcha en mano, el esclavo iluminó sus noches de tristeza, e incendió más de una vez la tierra para emanciparse. Alrededor de la fogata homenajearon a sus dioses y bailaron sus alegrías nuestros ancestros negros.
La noche final, en medio del delirio del baile, la música y la poesía, en el éxtasis de las comidas y las bebidas típicas, se produce la quema del diablo. Sus cenizas son lanzadas al mar, como buen augurio para el futuro de los pueblos del área. Pero allá, entre las nubes que se mezclan con el humo y las estrellas, una pareja de negros rojizos bailan hasta lo infinito, y conservan vivo el fuego de la fiesta, justo hasta el próximo verano.