Manjares Orientales. Patrimonio de la Humanidad
Las cocinas y costumbres culinarias asiáticas han invadido el planeta con platos e ingredientes exóticos, pero también con un estilo de vida diferente, más sano sin por ello dejar de ser cautivante.
Cada plato procedente de las culturas orientales u asiáticas encierran algo exótico y místico, que ha hecho populares a muchos, especialmente por la profusión de miles de barrios chinos o asiáticos, que embellecen con los olores y sabores las callejuelas llenas de ojos rasgados en esta nueva aldea globalizada, que se llama planeta tierra. La transferencia de costumbres asiáticas hoy inundan los mercados tecnológicos, comerciales; y más allá la historia, el folklore y sobre todo la comida oriental, que es la más demandada por neófitos y especialistas, los cuales han hecho suyo desde los palitos chinos hasta el kimono tradicional del lejano oriente. Para nadie es un secreto que de Asia han llegado productos que ya forman parte de la dieta mundial, pues se ha ido formando un híbrido con gusto a occidente, pero que genéticamente posee un fiel patrón asiático. Entre ellos, por ejemplo, habría que mencionar esa salsa multiutilizada importada de la India, el chutney de mango y su condimento favorito el curry, pasando por el el lombok, terrible picante thai(tailandés), quizás el más potente y agresivo del mundo pero que bien utilizado en la cocina es un potenciador increíble de los alimentos, o el muy buscado té de Ceylán(Sri-Lanka) el gran arte decorativo en la culinaria de los filipinos, la magia en hielo que realizan en Malasia, y sobre todo el inapreciable legado de esas dos culturas milenarias que son China y Japón. Si pasamos revista al gigante asiático y sus miles de costumbres culinarias, que para los que hemos vivido la colosal experiencia de pisar el suelo chino y vivir de cerca esa sociedad resulta un poco diferente pero definitivamente cautivadora, más allá de sus inmensos logros y creaciones son los atributos de su cocina y gastronomía la que lo hacen diferente e inolvidable. La gastronomía china es una conjunción de entornos sui-géneris, colores (tonos rojos) y accesorios, que mucho importan en esta comida, pues los palitos chinos mundialmente conocidos, ya sean de plástico, hueso, madera o desechables, son junto a las cucharas de porcelana, cazos para sopa y arroces o platos cuencos, algo que caracteriza esta cultura introducida hasta los poros en occidente. Un detalle típico, hasta en el olor atmosférico, es la utilización del glucamato monosódico, también y más conocido como ajinomoto, el que aporta ese indefinible umami, el llamado “quinto sabor”, que es algo así como una ampliación tridimensional de cada plato, si bien usado en exceso no es nada sabroso. Incluso a Occidente se ha trasladado el ritual del té verde o té cha, el que ofrece un sutil sabor vegetal y es un elemento poco invasivo para la comida, además de ser un gran digestivo para menús copiosos y largos. La comida china posee cuatro vertientes principales o zonas culinarias por excelencia, Cantón, Shanghai, Beijing (Pekín) y Szechuan, pero a todos nosotros nos toca solo una en el estómago, por eso resumiremos algunos de sus festivos, coloridos, aromáticos y exóticos platos. algunas materias primas. Se utiliza mucho el Pok choy (repollo chino), de pronunciado sabor vegetal, el jengibre para condimentar, los frijolitos chinos para saborizar y adornar, la conocida salsa de soya, la cual para los asiáticos debe ser ligera, no muy salada y con un toque fermentado, contraria a la muy salada oscura y viscosa, que se usa en buena parte del planeta y que cubre los sabores del plato en vez de realzarlos. El tofu (queso de leche de soya) es tan valorado, que para los chinos averiguar si hay tofu en la carta, en lo posible hecho en el local, es muy habitual en su vida cotidiana. El arroz Chaufán, arroz chino con abundante cebollino picado, cerdo, pato pollo, camarones, pasados ligeramente por la sartén o wok, con un dejo de soya, son también constantes en cualquier mesa. Qué decir de sus entrantes o abrebocas como las maripositas chinas, los dumplin o dimsum (masas de harina de arroz al vapor rellenos de cerdo o camarones), su fritura de pescado, los rollitos chinos o primavera, el pepino de mar, todos pasados por su amada salsa agridulce; o las crocantes costillitas de cerdo laqueadas y luego fritas con sésamo tostado, o las sopas para la salud como lo recomiendan los chinos, con las aletas de tiburón, o con cola y cuerno de huemul, o mejor con jugo y grasa de coco… En algo si podemos estar de acuerdo, en esta cultura también se incluyen platos que llegan a ser poco apetecibles para las costumbres occidentales, como el cocido y luego putrefacto de algunas preparaciones, que llegan a dejarse bajo tierra más de un mes( toma coloración negra servido a la mesa), la ingestión de perro en las zonas limítrofes con Corea y Mongolia, o la comida de los ratoncitos primer grito, haciendo alusión al grito de estos cuando se van a comer recién nacidos, o las cabezas de palomas y patos (con ojos y picos) fritas, pasando por la utilización del aceite de tiburón( ballena en Japón) o las orejas de cerdo al perejil, una delicatessen muy apetecible después que uno la conoce. Pero para muchos asiáticos nuestras costumbres son raras e irracionales de igual manera. No podemos pasar por alto a la cultura y cocina japonesa, con su ancestral mística, la misma que ha puesto de moda el magnífico chef Nobuyuki Matsushisa (Nobu) en todas las grandes ciudades del mundo, esa cocina conocida como “Kaiseki”, donde se combinan con cuidado extremo el color en los ingredientes y la presentación de cada plato, que van desde el Matsushisa (camarones con caviar) hasta el seviche y la langosta al estilo Nobu, las ensaladas calientes, el cangrejo de piedra en tempura, los sushis, el alga nori, los tatakis de atún rojo y la utilización del wasabi y el sésamo, para culminar con el famoso ritual del té y el servicio de lujo que se le hace al sake( vino de arroz destilado), desde su vajilla hasta la exigencia de sentarse en el piso, todo muy atractivo para el mundo occidental. Toda esta rica culinaria tiene como punto común su preparación al minuto, la frescura de sus ingredientes y materias primas, y el servicio lo más caliente posible si así lo requieren sus platos. Esta comida viva y en constante expansión, irremediablemente ya forma parte del inventario culinario del mundo, y ha invadido para bien de todos el planeta, pues sin duda su metodismo y exotismo, sus recetas milenarias y embriagantes, hoy contribuyen al disfrute de la buena mesa.