Carlos Acosta Baquero

“He tratado de ser un representante atípico de una empresa”

Mirando en retrospectiva, no le queda más remedio que confesarse. Diez años atrás, cuando puso un pie por primera vez en Cuba, huyó despavorido en apenas 72 horas. “Realmente tuve experiencias que no me agradaron, quizás por novato, que no son las que tengo hoy”, recuerda risueño, como quien ha sido atrapado revelando una travesura.
Pero Carlos Acosta Baquero, actual representante de Bodegas Torres en el país, decidió darle (y darse) una segunda oportunidad a esta Isla Grande. “Un compañero me dijo: ve, porque Cuba es una maestría. Si sales bien de allí vas a poder manejar cualquier empresa del mundo. Me puse una fecha de caducidad, 5 años, y que en ese plazo pensaba regresar. Ya voy por 10”, precisa.
Desde muy joven trató de independizarse de su familia, en Santa Cruz de Tenerife, España. Con una trayectoria en el mundo del comercio llegó a Bodegas Torres, en el año 1993, primero como promotor de ventas, luego como comercial, y finalmente como jefe de zona. “No solamente atendía Cuba, sino desde la frontera de México hasta Brasil. Pero tiempo después el objetivo que me puso la familia Torres fue abrir una oficina de representación en La Habana. Así lo hice, y me he quedado además con República Dominicana, Panamá, Puerto Rico y Venezuela”.

— ¿Por qué apostar por Cuba?
—La génesis de Torres tiene que ver mucho con Cuba. Es parte de la identidad.  La empresa nació del sueño del joven catalán don Jaime Torres, quien llegó al archipiélago cubano buscando fortuna en 1855. Con el capital adquirido fue que logró echar a andar el negocio junto a sus hermanos en Vila Franca del Penedés, allá por 1870. La primera exportación fue precisamente a Santiago de Cuba, en 1876. Los vínculos se reanudaron nuevamente tras un intervalo en 1994, cuando a través de Surcontinente S.A. los productos de Bodegas Torres volvieron a pisar suelo cubano”.

— ¿Cuáles fueron las piedras en el camino? ¿Alguna anécdota que quieras
compartir?

—He tratado de ser un representante atípico de una empresa. Me quise salir de la silla o del mando de representante. Al principio decía que no quería que nadie me hiciera un cuento de Cuba sino que quería conocerla. Afortunadamente pude hacerlo, de una punta a la otra.
“Cuando llegué aquí mi propósito era incrementar un poco las ventas. La primera anécdota que se me dio fue en el Meliá Santiago de Cuba, en el año 2006. Reunido con el director del hotel y el presidente del Poder Popular de la provincia, le pido a la camarera que por favor me muestre la carta de nuestros vinos. Pasaron 15 minutos y nada. Le vuelvo a preguntar, y la chica no aparecía. Al final me levanté y me dijo: ‘Usted no sabe la pena que tengo, pero es que no conozco nada de vinos y no sé lo que hay y lo que no. Me pone en un aprieto si delante de estas personas usted me pregunta’. Ahí me di cuenta de que antes que vender teníamos que formar a las personas, que nos conocieran.
“No soy enólogo, pero de ahí en lo adelante tuve que estudiar sobre viticultura, enología, el servicio del vino… He tratado de convertirme entonces —aparte de la gerencia, comunicación, contabilidad, relaciones públicas…— en un formador.

— ¿En qué ha consistido esa formación?
—En el caso de Cuba, hemos potenciado las visitas de embajadores de marca, estamos en todos los eventos y actividades relacionadas con el vino, y hemos apoyado siempre al Ministerio de Turismo, FORMATUR… Fuimos una de las primeras empresas que firmamos un convenio de colaboración para que en todas las escuelas de gastronomía que habían en las provincias tuvieran un set de herramientas de sommelería, desde decantador, sacacorchos… y los vinos básicos que hacen falta para aprender.
“También le hemos dado la posibilidad a los profesionales, no solo de catar nuestros productos, sino también de viajar a los viñedos y tocarlos con las manos, lo cual es fundamental”.

— ¿Cómo valoras la evolución de los consumidores y de los profesionales en Cuba en estos diez años?
—Ha habido un desarrollo total. Al principio me decían que no me preocupara demasiado porque los cubanos bebían mucha cerveza y ron.  Pero con los años esto ha cambiado. Antes, para ir a una fiesta, lo que se llevaba era una botella de ron. Hoy muchos prefieren una de vino. Eso quiere decir que hay un hábito, un consumo, y me gusta sobre todo que la gente joven se esté aproximando.

— ¿Se ha preparado Torres para la apertura del mercado cubano a otras empresas comercializadoras de vino?
—Creo que a mí, ni a la familia Torres, no nos quita mucho el sueño. Hemos invertido un tiempo en el desarrollo de la marca en Cuba. Ya tenemos un pie por delante. Estamos en precio, en distribución… Cuando ellos lleguen todos tendremos las mismas oportunidades y nuestra cuota de mercado.

—En lo personal, ¿qué sientes que te ha aportado Cuba?
—Ha sido una experiencia fantástica. Yo he querido vivir el día a día del cubano y eso me ha ayudado a conocer la realidad de la distribución, de la comercialización, la venta, la recepción, la idea de negocio… Eso me ha valido también para poder hacer acuerdos, por ejemplo con Habaguanex, pues no hay otra casa de vinos que tenga un punto de venta en exclusiva como lo tiene Torres con el Bodegón Onda. O por ejemplo, en el Tocororo, con Palmares. Y esa confianza que han depositado en nosotros lo da la convivencia, el día a día.

—Y también aquí consolidaste tu familia…
—Creo que fue una vacuna anticubanas que me había puesto y a los 5 años se venció (RÍE). A mi esposa la conocí tras hacerme varias entrevistas, en la Fiesta del Vino. Ella se marchaba del país en febrero de forma definitiva, pues sus padres se habían ido en octubre. Pero comenzamos la relación. Ella no se fue nunca y yo renové el contrato por 5 años más. Y hoy tenemos esta pequeña “empresa mixta”, concluye, mientras señala con orgullo a su hija más pequeña.

 

 

“I’ve Tried to Represent an Atypical Company”
A pioneer and revolutionist in the wine realm, solid and serious, as it is described by Cuban sommeliers –many of which have been trained with its support- Bodegas Torres presently stands out as one of the most prestigious wine wares, with the most complete wine list in Cuba. Excelencias Gourmet talked to its representative, Carlos Acosta Baquero, on the occasion of his ten years of work on this island nation.