Maravilla tropical
Barro colorado, Panamá. Hasta hace muy poco tiempo abierta sólo para científicos, esta isla del Lago Gatún fue recién incorporada al inventario de atractivos turísticos de Panamá para visitas de un día. La opción es inmejorable para los amantes de la naturaleza y cualquiera que desee hacerse una idea de cómo era el mundo en el alba de los tiempos.
Barro Colorado no es una isla como otra. Imagínese que cuando se construía el Canal y comenzaban a subir las aguas del lago, los científicos notaron que allí, sobre la cima de los cerros que sobresalían de la superficie y en los bosques que crecían en las riberas, quedaban importantes espacios tropicales con toda su amplia diversidad de insectos, plantas, árboles, mamíferos, aves y tantas cosas más que valía la pena estudiar por el bien de la humanidad. Desde entonces, en 1923, se estableció en el lugar una estación biológica del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, considerado uno de los centros de estudios de la vida natural más importantes de Estados Unidos y del mundo. La isla ha sido reconocida como laboratorio al aire libre, y de los estudios allí realizados se han editado cientos de publicaciones de los más diversos temas, desde la interacción de las avispas y las higueras, hasta los hábitos reproductivos de anfibios como los sapos o su relación con los murciélagos, la adaptación de un tipo de gavilán emigrante que como encontró caracoles y otros alimentos abundantes todo el año, dejó de viajar y desarrolló allí una colonia, entre otros. Cada una de estas historias están al alcance de los visitantes que, si bien dispondrán de apenas unas horas como verdaderas aves de paso, podrán intercambiar con los científicos residentes y obtener de primera mano excelente información de interés para comprender mejor la naturaleza y conservarla. El viaje a Barro Colorado tiene como punto de partida la Ciudad de Panamá. Por carretera se va hasta Gamboa, a la orilla del canal interoceánico, de donde se toma la motora que conduce al destino final. En la isla los científicos disponen de una confortable villa con todo lo necesario para la vida y su trabajo; y a los visitantes les espera una inolvidable aventura que se vive con toda intensidad, pues al internarse en los dos senderos abiertos a los turistas –Fausto y Donato, entre los muchos que existen, aunque estos sólo para los investigadores–, de inmediato se entra en contacto con un mundo de naturaleza virgen, con monos, arañas, ocelotes, aves y hasta pumas. Los sonidos característicos de la selva le dan a la visita un halo místico y las emociones se desatan en todos los sentidos pues resulta sobrecogedor sentirse caminando por la jungla, aunque se esté a sólo minutos de la ciudad edificada. En la caminata por cualquiera de los senderos, desviándose solo un poco del camino, se hace una visita a un árbol impresionante que se alza majestuoso y parece abrazarnos entre sus raíces. Una foto a su lado es una oportunidad que no se pierde ninguno de los visitantes de Barro Colorado, pues realmente el tamaño del ser humano con toda la grandiosidad del conocimiento acumulado a través del tiempo, se siente en este instante insignificante ante la belleza, la fuerza y el poder de la madre naturaleza. La isla, cubierta por más de 1 600 hectáreas de bosques tropicales, es Monumento Natural de Panamá y sigue siendo uno de los grandes centros de investigación de vida silvestre de todo el planeta. Investigadores y botánicos de todo el mundo han sido los únicos pobladores humanos del lugar desde los pasados años 20, por lo que constituye un verdadero privilegio poderlo visitar. El gran bosque tupido, húmedo y misterioso con toda su gama de verdes, constituye un espectáculo impresionante. Los gigantescos árboles atesoran una vida absolutamente asombrosa, intacta, en la que todos los elementos se entrelazan, lenta, poderosamente, indiferentes al mundo perecedero que hay unos cuantos kilómetros más allá de sus límites. La naturaleza parece habernos llegado de tiempos muy anteriores a que el hombre existiera y que en ese estado virgen, aún le quedara por delante la eternidad. La explotación turística de Barro Colorado está pautada por severas regulaciones y hay calculado un mínimo de carga humana permisible por jornada, de modo que la comercialización del lugar siempre está coordinada y programada con el consentimiento del centro de investigación, justamente en interés de preservar esta maravilla natural de Panamá.
En 1923 se estableció en Barro Colorado una estación biológica del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, considerado uno de los centros de estudios de vida natural más importantes del mundo