El universo particular de Yovani Caisé
Las obras actuales de Yovani Caisé funcionan como eficientes trampas para el ojo del espectador, quien queda atrapado desde el primer momento por el virtuosismo de la técnica, la delicadeza del color y ese universo de seres enigmáticos, criaturas de sueño o de fábula infantil a los que el pintor da vida y coloca como protagonistas de una historia interminable, transida de ternura y de crueldad a un mismo tiempo.
Aunque el mundo donde se mueven las criaturas de Caisé se resista por igual a las leyes de la física o la razón, no por ello se aparta demasiado del mundo que todos conocemos. Sólo que aquí la fantasía –la «loca de la casa»– introduce caprichosas variaciones, sorprendentes relaciones, entre los elementos familiares que pueden desconcertarnos, o divertirnos, cuando las advertimos. Que un pez surque el cielo, que un árbol emprenda la carrera, que las criaturas todas sufran las más increíbles metamorfosis es perfectamente posible aquí, y no nos molesta en absoluto. A fin de cuentas, desde Breughel y el Bosco, hasta los caprichos dalinianos y los cada vez más sofisticados recursos del cine y la televisión, toda esa historia de trasgresiones fantásticas nos ha acostumbrado –o preparado– para casi cualquier cosa. Hoy convivimos con la magia apenas sin darnos cuenta, sin asombros o sobresaltos. Por eso, el mundo y las criaturas que nos ofrece Caisé, nos resultan de algún modo familiares, y sus aventuras, en apariencia tan descabelladas, forman parte de un universo común que nos rodea y envuelve. La coherencia de la obra de Caisé, la realizada del 2003 a la fecha, descansa precisamente en el predominio del elemento imaginativo, de raíz europea, por encima de cualquiera otra consideración, incluso las de carácter meramente formal. Es ese toque onírico, singular, difícilmente explicable que caracteriza a estas pequeñas fábulas lo que las hace atractivas y memorables. En resumen, lo que no se puede negar es que Yovani Caisé ha alcanzado eso que muchos creadores buscan toda su vida sin encontrarlo nunca: el toque personal, el estilo que lo individualiza y señala, el vehículo idóneo para expresar ideas y visiones que son exclusivamente suyas.