Rafael Hernández, la voz de Puerto Rico

Rafael Hernández Marín (1892-1965) es la figura cimera de la canción puertorriqueña del pasado siglo. Sus composiciones musicales y su personalidad, trascendieron las fronteras de la tierra que lo vio nacer y puede afirmarse que no hubo país del Caribe y de América que no conociese -y cantara- sus canciones.

Comenzó a tomar clases de música a los doce años -en Aguadilla, lugar donde nació- y a conocer diversos instrumentos: la corneta, el violín, el trombón, el bombardino, la guitarra y el piano. Ya adolescente se mudó a San Juan, donde tocó en la Orquesta Municipal.

Compuso su primera canción en 1912, pero la Primera Guerra Mundial lo hace ingresar en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos (se había mudado a Nueva York) donde integra una banda militar. De regreso a esta ciudad, conoció a notables figuras de la intelectualidad puertorriqueña, como Luis Palés Matos, Pedro Flores, Luis Llorens Torres, y otros.

Más tarde viaja a Cuba y conduce en La Habana la orquesta del Teatro Fausto. Cuatro años después retorna a Nueva York, donde organizó el Trío Borinquen, cosechando importantes éxitos. Funda después una nueva banda, el Conjunto Victoria, con la que inicia uno de los períodos más importantes de su ascendente carrera. A comienzos de la década del 40, Rafael Hernández viaja a México -país que consideraba su segunda patria- en cuyo Conservatorio Nacional de Música se gradúa como maestro de armonía, composición y contrapunto.

En 1953 regresa a Puerto Rico, realiza una gira por la isla y trabaja como consultante de música para la emisora WIPR. Entre 1956 y 1959 fue presidente honorario de la Asociación de Compositores y Autores de Puerto Rico. Fallece en diciembre de 1965, tras una larga enfermedad.

Su herencia musical abarca más de 3,000 composiciones musicales, que incluyen clásicos como Silencio, Ausencia, Campanitas de Cristal, El Cumbanchero, y otras; interpretadas por las voces más famosas del cancionero latinoamericano. Pero quizás su canción paradigmática sea Lamento Borincano, que devino himno a la identidad nacional e independencia de esa isla antillana.