Elegancia y majestuosidad de los humidores

Raúl Valladares

Raúl Valladares es un orfebre escultor. Sólo hace humidores para la subasta del Festival y alguna otra ocasión muy especial. 

“En fin, aclara, han sido pocos, soy un escultor, no un fabricante de humidores aunque los realizo desde hace más de 20 años y me da mucho placer crearlos. Son finos, elegantes y majestuosos; tanto son de especial para mí los humidores que solamente por eso les doy un carácter exclusivo en su creatividad y realización.”

Creador de los humidores Cohiba, emblemática marca de tabaco con un diseño, a su entender, muy bello y futurista, que se aviene muy bien con el estilo de su trabajo, Valladeres recuerda con especial cariño el que hizo para “homenajear la memoria de Alejandro Robaina. Le puse pasión, amor y mucho esfuerzo, fue una gran obra, es un humidor convertido en una escultura, en el cual intenté reflejar la historia de este gran veguero”.

En su criterio, Cuba fabrica los mejores tabacos Premium del mundo por lo que ese contenedor debe estar a la altura de ese producto, no tanto en su función sino también en su belleza. “Un tabaco, dice, es una obra de arte artesanal, hecho a mano por maestros torcedores. Los humidores son la casa, el palacio, o el templo donde duermen. y conservan esos bellos productos nacionales 

“Puede imaginar lo que significa un humidor hecho por artistas cubanos conteniendo Habanos hechos por torcedores cubanos. Una combinación genuina y perfecta.

“Este año, precisa, realicé las esculturas Premio Habanos del año que se entregarán en el Festival. Es la escultura con que premia Habanos a grandes personalidades de su mundo.

 Un creador romántico

José Ernesto Aguilera

José Ernesto Aguilera era en los años 90 del pasado siglo, como hasta hoy, un apasionado de la orfebrería. Sus sueños volaban en trabajos inmensos y abarcadores como murales y piezas muy complejas. “Es por esa época, afirma, que descubro que un mueble como el humidor podría soportar mis sueños”.

Descubrió entonces la madera de forma más íntima, “con una nobleza increíble en sí misma, añade, me di cuenta de que la orfebrería que tanto me apasionaba no podía superar ni pasar por encima de esa nobleza. Comienzo a complementar para ese entonces entre madera y metal los sueños que tenía y que pasaron a ser parte de cada una de mis piezas. Hallé así un lugar increíble, mágico, en el cual establecer una comunicación entre mi forma de pensar, mis fantasías y mi realidad, vertido todo a la vez en estos muebles”.

Precisa que en el Festival mostrará nuevas obras producidas en los últimos meses entre las que se encuentra la primera pieza de una serie que ha llamado “Tesoros de Cuba”, la cual tiene que ver con personajes que rodean el quehacer cotidiano, personas humildes, modestas o pintorescas que a veces pasan inadvertidas. 

“Otra pieza que destaca, dice, es la réplica del Edificio Bacardí. Es un honor hacer una pieza de tal magnitud por el impacto que tiene sobre la ciudad de La Habana”.

También presentará una fantasía relacionada con la marca Montecristo. “Es un mueble muy íntimo, y su poseedor contará con una pieza llena de fantasía y creatividad. Intentamos maridar en ella la historia de la marca con la de la novela El Conde de Montecristo al utilizar una versión propia, en la que Edmundo Dantés contaba con una especie de vapor o mesa de torcedor en la cual ideaba, orquestaba y preparaba una mezcla de los mejores planes que podía lograr llevar a vías de hecho y así concretar sus intenciones de venganza. 

 Las casas coloniales 

Neury Alberto Santana 

Hace 19 años que el artista Neury Alberto Santana creó sus primeros cofres en forma de viviendas construidas durante la época colonial cubana, los cuales estaban pensados para guardar  prendas, documentos y Habanos. 

Sin embargo, desde entonces fue perfeccionando sus conocimientos y adentrándose en el mundo del Habano, recreando en cada humidor que salía de sus manos las construcciones arquitectónicas coloniales.

Santana lleva a sus humidores fachadas de fábricas de tabaco y otras edificaciones que permiten al cliente no solo conservar sus Habanos sino disfrutar de dos elementos de la cultura nacional: el tabaco y la arquitectura, en una combinación decorativa y funcional.

Apoyado en su labor por el arquitecto Jasmer Cotarelo, y dos jóvenes familiares a quienes transmite su maestría, a este creador que estudió carpintería en blanco A, diseño mecánico y construcción civil, le inspira a realizar sus diseños “la posibilidad de crear un humidor que esté a la altura de los Habanos y poder de esta manera contribuir con mis piezas a la recaudación de fondos para la salud pública cubana, que es el propósito de las subastas”.   

En este Festival presenta para ese fin dos humidores: uno para la marca H. Upmann y otro para Partagás. En cuanto a la feria comercial lleva la línea Colonial, el San Ignacio, Don Diego y el Habana, con capacidades para 50 y 100 habanos. Además una muestra  para las marcas Trinidad y San Cristóbal.

DECUBA para el mundo

Las confecciones de los humidores en este siglo plantean retos importantes a los artesanos. La soledad de antaño se ha suplido por la creación de equipos, como en 1995 el DECUBA, de la occidental provincia de Pinar del Río –llamada con razón la cuna del mejor tabaco del mundo- dirigida por Luis Milán, en el que laboran 35 artistas y artesanos. 

El colectivo, apunta Milán, garantiza unión, inteligencia, complementación, el aumento de la capacidad de respuesta y la eficiencia.

Considerado un experto en la realización de humidores, se unió este año a otro artista consagrado, Luis Ramírez, para llevar a la tradicional subasta de la cena de gala del evento el humidor Hoyo de Monterrey. “La complementación, afirma el pinareño, es clave y será cada día más necesaria”.

Ramírez indica que este año fue invitado a trabajar en el Festival por la Empresa Española productora de porcelanas Sargadelos. “En esta ocasión mostraron interés, añade, en que diseñara el mueble para contener sus piezas y pensé que si todo se exponía como un conjunto también tendría sentido trazar el humidor y así ocurrió. 

“Milán, agrega, lleva muchos años trabajando en estos eventos, con un buen taller, y junto a su equipo producen humidores de excelente calidad, así que decidimos que él fuera la persona que lo produciría”m agregó. 

Respecto a la obra precisa que  “está fabricada completamente en cedro de nuestro país y enriquecida con detalles que remiten a la historia de la marca. Partiendo de un diseño contemporáneo, muestra su articulada geometría que remite a la sencillez y elegancia de las cajas de Habanos, donde sus uniones, tornillos y taraceas de acero inoxidable incorporan un valor añadido digno de disfrutar. En su interior se encuentran varias gavetas humidores con todos sus accesorios y en el área inferior, habitualmente desaprovechada, un botellero para almacenar vinos. Su cúpula como función adicional esconde secretos que solo el dueño sabrá encontrar.”

Sin límites para la creatividad

Moisés González y Marlene Acosta 

Moisés González y Marlene Acosta forman una pareja de artistas que desde 1998 encontraron en la madera cubana y los humidores la posibilidad de plasmar sus obras en diferentes soportes, desde un simple relieve hasta una escultura tridimensional, sin límites ni barreras en su complejidad.

“Ya una vez conocido este mundo tan elitista y lleno de coleccionistas exigentes, nos ha motivado a  mantener un exquisito gusto por lo que hacemos”, precisa González.

Al unirse en el trabajo los motivó el amor por las artes. Ambos trabajaban la madera con técnicas diferentes. Se propusieron “unir la escultura y la taracea, logrando como resultado de esta unión exquisitas obras de arte, las que se han perfeccionado con el tiempo. Han sido presentadas en diferentes eventos y exposiciones en los cuales recibimos premios y menciones”.

Para ellos es muy importante la creación de los humidores pues “son parte de la cultura cubana, no solo conservan nuestros preciosos puros, sino que conservan y protegen una tradición que es parte de la historia y la cultura. Estas obras son enriquecidas con las imágenes de nuestros campos, de las fábricas y de nuestros campesinos”.

En opinión de esta pareja, cuando crean un mueble con estas características “siempre estamos en riesgo, pues la creación en sí misma es un reto hasta que se termina, o sea, que ninguna es igual a la otra y eso para nosotros es importante”.

Este año presentarán en el Festival su última colección llamada Habaneras, integrada por cinco piezas escultóricas que representan a la mujer en el Habano. “En la noche de la subasta, afirman, estaremos con la pieza  inspirada en la marca Romeo y Julieta, con una obra muy romántica en la que recreamos la marca desde la identidad cubana”.