El encanto de un buen Habano va más allá del placer de encenderlo y fumarlo, por eso sus amantes agradecen ciertas condiciones que realzan el disfrute de toda vitola. Pensando en ese momento, el legendario paladar La Guarida inauguró un confortable salón de fumadores con un exclusivo valor agregado: La Habana...

Enrique Núñez, su fundador, conversó con Excelencias sobre esta iniciativa, arrellanado en uno de los butacones del acogedor espacio, entre volutas de azulado humo. "Sin dudas es un privilegio poder fumar disfrutando de esta vista maravillosa de La Habana, de esta Habana que resurge de su decadencia", afirmó.

Este reservado es, definitivamente, el sueño de todo apasionado del buen fumar: salón climatizado revestido de cedro, extracción y humidificación controladas, un "walk-in humidor" que hace las veces de galería, dotado de casilleros privados donde los mejores clientes pueden guardar sus "tesoros".

Ahora el célebre paladar habanero -visitado por personalidades mundiales, desde miembros de la realeza hasta estrellas de Hollywood-ofrece a quienes la frecuentan o recién la descubren un sitio para reposar tras la cena, favorecer una reunión de negocios o simplemente degustar un preciado Habano.

Confort, buenos puros y un surtido de bebidas espirituosas, el reservado se precia además de un sommelier como Marcelo Rodríguez, campeón en certámenes internacionales, capacitado para ayudarlo en su selección y el maridaje ideal, o guiarlo durante la liturgia del corte y encendido, si así lo solicita. Servicio profesional y discreto, fiel a su máxima de que “el protagonista no es uno, sino el Habano”.

Si antes peregrinos de todo el mundo recalaban en La Guarida en busca de esa esencia de lo cubano revelada a muchos por el filme Fresa y Chocolate, ahora nuevas y tentadoras razones invitan a visitar la vieja mansión de la calle Concordia: el privilegio de vivir el momento con un Habano en la mano, y La Habana a sus pies...