EN ESTOS DÍAS VIVIMOS UNA EXPERIENCIA QUE SUPERA LA SATISFACCIÓN Y CASI LLEGA A LA FICCIÓN; NOS LLEVA A RECORDAR ESAS PELÍCULAS APOCALÍPTICAS QUE TANTAS VECES HEMOS PODIDO VER EN EL CINE DESDE HACE DÉCADAS Y QUE ANUNCIABAN PANDEMIAS QUE DESTRUÍAN EL MUNDO. EL CORONAVIRUS CREA UNA SITUACIÓN DE ESAS QUE NOS DEBE HACER REFLEXIONAR.

Aunque la modernidad imponga su ritmo frenético, el verdadero placer requiere de otro tempo, otros ritos, una sincronía entre el bienestar espiritual y físico que merece disfrutarse con pausa. ¿De qué otra forma puede vivirse una experiencia gourmet memorable, única, si no es compartiendo a plenitud y sin prisas el goce de la buena mesa? Sobre todo, hoy, cuando en el sector de la restauración tiene tanta importancia un exquisito menú, como los componentes intangibles que marcan la diferencia en un establecimiento gastronómico.

Cada cultura interpreta esta satisfacción de una forma diferente, aunque sí es claro que busca en sus experiencias generar la estimulación de los cuatro sentidos. El mundo oriental es un especialista en esta búsqueda y su expresión más profunda, el uso de alimentos atípicos para la cultura occidental, en ocasiones no nos parece agradable, pero es solo hasta que lo probamos. La cocina que incluye en su dieta los insectos, murciélagos y otros animales o partes de ellos también conlleva sus riesgos. Podríamos decir que parte de la recolección o captura de estos animales, se hace de una forma natural, sin control sanitario y por lo tanto genera importantes riesgos, lo cual, sumado a la globalización, puede generar el letal resultado de la situación que hoy vive el mundo y es transmitida desde China.

Cuando lo orgánico está mal controlado, se convierte en un riesgo; el murciélago se supone a día de hoy que ha sido el causante de la transmisión del coronavirus, posiblemente al cocinar este animal para la realización de sopas. Por eso la revisión sanitaria de alimentos es tan importante.

Llegando de nuevo a la parte natural e histórica de la cuarta S y buscando que una comida sea satisfactoria, para muchos comensales, parte de ese deleite tiene en la sobremesa un momento sublime, de intercambio, de sociabilidad, con una dimensión profundamente humana. Es ese tercer tiempo después del postre que culmina, como ningún otro, un almuerzo o una cena, y aún más si viene acompañado de un puro, un chocolate, o bebidas como el café, los licores, destilados y cocteles digestivos.

Hace más de un siglo, el francés Brillant-Savarin, autor del primer tratado de gastronomía, reconocía que “después de una buena comida, el cuerpo y el alma gozan de un bienestar especialísimo”. Y mucho antes, Séneca ya aseguraba que ningún bien se disfruta sin compañía.

En la sobremesa, ese acto de comunión adquiere, quizás, su mayor trascendencia; por el espacio de convivencia que genera y por la conjugación de aromas y sabores que alargan el placer de la charla, del disfrute gastronómico.

Una sobremesa gourmet no estaría completa sin los mejores puros Premium del mundo, que anualmente atraen hasta la capital cubana a cientos de participantes a un exclusivo evento: el Festival Internacional del Habano. Este año el evento celebra su vigesimosegunda edición para complacencia de los aficionados al rey Habano, protagonista indiscutible de ese tiempo de distensión en torno a las mejores mesas.

Un alto imprescindible para  la conversación amena, con todos los sentidos prestos al disfrute, puede ser uno de los regalos más preciados que nos reservemos en el comienzo de esta nueva década. Enaltecer el espíritu y, como amerita un puro de auténtico linaje, dejarnos seducir por los encantos de ese momento especialísimo del que hablaba Savarin. Buen provecho, y aun major lectura.

 

Healthy Food in the Face of Coronavirus

These days we’re living an experience that goes beyond satisfaction and almost reaches fiction; it leads us to remember those apocalyptic films that we have watched so often on the big screen for decades and that announced pandemics that could sweep the world. The coronavirus creates one of those situations that should make us think.

Although modernity imposes its frenetic white-heat’s pace, true pleasure requires another tempo, other rites, a synchrony between spiritual and physical well-being that deserves to be enjoyed with a pause. How else can a memorable, unique gourmet experience be lived, if not by fully and unhurriedly sharing the enjoyment of good food? Above all, today, when in the restaurant sector an exquisite menu is as important as the intangible components that make the difference in a gastronomic establishment.

Each culture interprets this satisfaction in a different way, although it is clear that it seeks in its experiences to generate the stimulation of the four senses. The Eastern world is a specialist in this search and its deepest expression, the use of atypical foods for Western culture, sometimes we do not find it pleasant, but it is only until we try it. Cooking that includes insects, bats and other animals or parts of them in its diet also carries its risks. We could say that part of the collection or capture of these animals, is done in a natural way, without health control and therefore generates significant risks, which, added to globalization, can generate the lethal result of the situation that the world is experiencing today and is transmitted from China.

When the organic is poorly controlled, it becomes a risk; bats are assumed today to have been the cause of the transmission of the coronavirus, possibly by cooking this animal for soups. That is why the health check of food is so important.

Reaching again the natural and historical part of the fourth S and looking for a satisfactory meal, for many diners, part of that delight has in the table a sublime moment, of exchange, of sociability, with a deeply human dimension. It is that third time after dessert that culminates, like no other, a lunch or dinner, and even more if it is accompanied by a cigar, a chocolate, or drinks like coffee, liquors, distillates and digestive cocktails.

Over a century ago, Frenchman Brillant-Savarin, author of the first treatise on gastronomy, acknowledged that “after a good meal, body and soul enjoy a very special well-being”. And long before that, Seneca already assured that no good is enjoyed without company.

At the table, this act of communion acquires, perhaps, its greatest transcendence; by the space of coexistence that it generates and by the conjugation of aromas and flavors that extend the pleasure of the chat, of the gastronomical enjoyment.

A gourmet dinner would not be complete without the best premium cigars in the world, which annually attract hundreds of participants to the Cuban capital for an exclusive event: the International Habano Festival. This year the event celebrates its 22nd edition to the delight of the fans of King Habano, the undisputed protagonist of that time of relaxation around the best tables.

An essential stop for pleasant conversation, with all the senses ready to enjoy, can be one of the most precious gifts that we reserve for ourselves at the beginning of this new decade. To exalt the spirit and, as a pure of authentic lineage deserves, to let us be seduced by the charms of that very special moment of which Savarin spoke. Enjoy, and even better, read on.