EL ALFÉREZ DE NAVÍO OSCAR RIVERY ORTIZ PROTAGONIZÓ ESTA INICIATIVA, EN LA QUE SE VISITARON TODOS LOS PAÍSES DEL CONTINENTE AMERICANO EN UN TOTAL DE CASI CUATRO MESES

Luego de la hazaña realizada por Antonio Menéndez Peláez en su vuelo Camagüey-Sevilla, al siguiente año fue convocado a participar en el vuelo Pro-Faro de Colón, fruto de la colaboración entre Cuba y República Dominicana. Su objetivo era recabar apoyo continental para la construcción de un monumento a Cristóbal Colón, erigido finalmente en Santo Domingo.
La iniciativa contaría con un avión dominicano bautizado con el nombre de Colón y tres cubanos denominados La Niña, La Pinta y la Santa María, bajo el mando de Menéndez Peláez.
Tras recorrer casi toda Sudamérica, la escuadrilla cubana se vio envuelta en una catástrofe cerca de Cali, Colombia, al estrellarse las tres naves y perecer todos sus tripulantes.

Un nuevo vuelo
En esos momentos, el Alférez de Navío Oscar Rivery Ortiz, quien gozaba de un gran prestigio como profesor de la Escuela de Aviación Militar de Cuba, autor de libros sobre navegación aérea y subdirector del Observatorio Nacional, tenía en proceso de preparación un vuelo a lo largo de todas las naciones americanas con objetivos de carácter científico. Este proyecto tomó fuerza para convertirse en la continuación del malogrado vuelo Pro-Faro de Colón, en homenaje a sus compañeros de la Aviación Naval y Militar fallecidos en el desastre.
Antes de iniciar el vuelo, el entonces presidente de la República de Cuba, Fulgencio Batista, instruyó que Rivery Ortiz portara un mensaje personal a todos sus homólogos de América con  un llamado a la confraternidad panamericana. Transcurría el año 1940 y el mundo estaba inmerso en una guerra que tuvo carácter mundial y que también involucró a las naciones americanas.
La travesía inició el 12 de octubre de 1940, a bordo de un avión Howard DGA-8, nombrado Teniente Menéndez y con el número 54 de la Aviación Naval de Cuba, con Oscar Rivery Ortiz como Jefe del vuelo y navegante; Juan de Dios Ríos Montenegro como piloto, y Francisco Medina Pérez (su hermano Roberto Medina, había fallecido en la tragedia del Pro-Faro de Colón) como mecánico.
El itinerario tomó un total de casi cuatro meses y se voló en 60 etapas; se visitaron todos los países del continente y fueron recibidos por los presidentes de 22 naciones y por los gobernadores de posesiones en los casos de Guyana y Puerto Rico. Se voló un total de casi 19 000 millas.
Los objetivos del vuelo fueron cumplidos. Rivery Ortiz realizó importantes estudios de carácter científico sobre navegación aérea y de las condiciones climáticas de las regiones por donde volaron. Varias instituciones de carácter científico le dieron la bienvenida y le rindieron homenaje. Este suceso puso en alto el nombre de la Aviación cubana, pues el hecho fue considerado una verdadera hazaña.