«Atrincherados» en un calor que sana
Aguas Terrmales en Venezuela
UN PUEBLO DEL VENEZOLANO ESTADO DE CARABOBO ATESORA, EN UN AMBIENTE DE MONTAÑA Y PLENA FORESTACIÓN, LAS SEGUNDAS AGUAS TERMALES MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO
Muy probablemente, la calidez fue la primera búsqueda del ser humano. Se ha repetido hasta el cansancio que el trabajo hizo al hombre, pero a la frase hay que acotarle que el calor lo permitió. Placer y salud van asociados al clima, de modo que en decisiones turísticas siempre preguntamos por las cifras del termómetro, ese aliado del ocio que puede sugerirnos sitios como el centro termal Las Trincheras.
Localizado en el estado de Carabobo, en el pueblo Trincheras, y rodeado de un ambiente de montaña y plena forestación, el complejo tiene como eje las segundas aguas termales en importancia en el mundo, por su temperatura –92°C–, y las primeras, por su composición química y poderes de sanación. Es difícil renunciar a recrearse en semejante sitio.
El estrés, esa epidemia de nuestro siglo, tiene en este enclave sudamericano un enemigo formidable: relajamiento muscular, oxigenación de la sangre y rejuvenecimiento celular son algunos de los beneficios que, como arte de agua, reciben quienes se «atrincheran» allí, lejos del mundanal ruido.
Ese refugio de paz cuenta con un hotel de 103 habitaciones donde los huéspedes pueden escoger entre habitaciones matrimoniales, ejecutivas, coloniales, dobles y triples, desde las cuales deciden a qué hora, casi todo en América–, en pleno arranque del siglo XIX, por Agustín Codazzi y Alejandro de Humboldt. El segundo, que explicó al mundo, como pocos, el espíritu y la naturaleza de los pueblos americanos, se habría dado buenos chapuzones en estos manantiales antes de publicar los primeros estudios de esta terapia de la naturaleza.
De entonces a la fecha, han pasado por el complejo presidentes, gobernadores, parlamentarios, artistas, figuras del deporte, científicos y, sobre todo, personas comunes que, cual la tribu de la paz, busca allí relajación y concordia, consigo y con los demás. Juntos en Las Trincheras, al centro de sus piscinas o bañados de lodo, es sencillo viajar atrás miles de años y recordar que –cual dueños de un planeta termal– sobre la calidez crecimos los humanos.