Virgen del Cobre, la Patrona de Cuba
Cuentan que Ernest Hemingway entregó la medalla que le otorgaba su distinción de Premio Nobel de Literatura a la Virgen de la Caridad del Cobre, Santa Patrona de Cuba. Dicen que lo hizo en reconocimiento al pueblo cubano, inspirador de su obra El viejo y el mar.
La advocación cubana de la virgen María, madre de Jesús, se imbrica en el imaginario popular de la Isla desde sus orígenes legendarios hasta el haber recibido las bendiciones de los dos últimos papas de la Iglesia Católica. Según documentos antiguos del Archivo General de Indias, la llegada de la imagen de la Virgen de la Caridad a Cuba se produjo cuando el capitán de artillería Francisco Sánchez de Moya recibió, en 1597, un mandato del Rey Felipe II para que se fuera a las minas de la Sierra del Cobre a defender de los piratas aquellas costas orientales.
El monarca le habría encargado erigir una pequeña iglesia, donde soldados y mineros pudieran acudir a encomendarse y hacer sus oraciones. Antes de su partida hacia el Nuevo Mundo, el oficial español mandó tallar en Toledo una réplica de la Virgen de la Caridad, que llevó por mar hasta la Isla.
En cambio, la leyenda cuenta que en 1612 dos indios y un negro encontraron la imagen sobre las aguas, de donde la recogieron y llevaron a una primera ermita que fue sustituida por la actual en el poblado de El Cobre, en Santiago de Cuba. El relato del «milagroso» hallazgo se entreteje con la historia al involucrar al propio Sánchez de Moya como una de las autoridades del territorio.
Así lo recoge la crónica de Juan Moreno, uno de los protagonistas del hecho, quien ya octogenario relató que con mar en calma de la Bahía de Nipe, antes de salir el sol, «los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante […] vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios parece una niña, y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: Yo soy la Virgen de la Caridad, y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas…».
Desde entonces, La Caridad se imbricó en el imaginario popular nativo junto al culto sincrético de origen africano, en el cual se identifica con la deidad Oshún, de atavío amarillo coincidente con el bordado en oro de la Virgen.
De ese modo estuvo presente en las luchas independentistas, sobre todo en las tropas formadas por gente de pueblo muy devota, y también por sus dirigentes procedentes de la burguesía criolla. Por ello le han llamado la «virgen mambisa», y fueron los veteranos de la independencia quienes durante la República solicitaron y consiguieron, en 1916, que fuera proclamada Patrona de Cuba por Su Santidad Benedicto XV.
De mambises y rebeldes
En una colina del poblado de El Cobre, cuyo nombre se debe a la explotación de ese mineral, se erige la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
La imagen –colocada en un curioso altar sobre un soporte de plata que asemeja una embarcación o una luna menguante– gira, ora hacia el salón parroquial de la iglesia, mientras se oficia misa; ora hacia un mezzanine en el cual los fieles se arrodillan y extienden sus súplicas y exvotos. En la parte posterior de la ermita, el santuario devela las relaciones entre la fe y el devenir histórico de Cuba.
Con la misma devoción ofrendaron sus grados e insignias militares del ejército español e insurrectos mambises, soldados de la dictadura de Batista y del Ejército Rebelde comandado por Fidel Castro.
A este sitio acuden los creyentes y no creyentes, casi siempre el 8 de septiembre. Algunos a pedir favores, otros a cumplir promesas. Un recuerdo siempre grato es llevarse una piedrecita de cobre bruto que, por si acaso, se guarda con celo.
La bendición de dos papas
Durante su visita a la Isla, el papa Juan Pablo II coronó y bendijo la imagen de la Patrona de Cuba durante la tercera misa que ofició en el país, celebrada en la Plaza Antonio Maceo de la ciudad de Santiago de Cuba, el 24 de enero de 1998. Su Santidad llamó a no olvidar nunca los grandes acontecimientos relacionados con la Caridad y recordó el lugar singular que en la misión de la Iglesia ocupa la virgen María, de la cual el propio Juan Pablo II era devoto.
Hasta ese sagrado lugar se dirigió este año el pontífice Benedicto XVI, quien recordó a los descendientes de africanos, historia insurgente en la región, y a los haitianos, quienes sufren las consecuencias del terremoto de 2010.
Su Santidad consideró la presencia de la Virgen Patrona como «un regalo del cielo para los cubanos, quienes encomendados a ella construirán el futuro por caminos de renovación y esperanza, por el mayor bien para todos».
En misa pública en Santiago de Cuba, bendijo la imagen de la Virgen de la Caridad, gesto que repitió en La Habana con la réplica llamada La Peregrina. Esta es la que usualmente recorre el país, aunque sea una sola, llamada cariñosamente Cachita, la Santa Patrona del pueblo cubano.