Se guardan muchos recuerdos de Santiago de Cuba, otrora capital de la Isla, que como diría un trovador, es tierra que tiembla caliente al ritmo del sabroso son. Y caliente se pone Chago, como la llaman sus habitantes, cuando se enciende la mecha de la Fiesta del Fuego.

Prevista para realizarse, en su 32a· edición, del 3 al 9 de julio, en el apogeo del verano, la Fiesta del Fuego se dedica este año a Martinica. Con ese sentir originario de la materia que acompaña casi todos los rituales de las culturas, es un llamado al Caribe desde esa ciudad-balcón del archipiélago cubano.

Todavía resuenan los cueros, los hierros y la corneta china en mis recuerdos santiagueros. El desfile de las congas y la ondulante serpiente que, en lugar de reptar, se contonea con la música de puro sabor carnavalesco.

Un llamado a la unidad de las culturas caribeñas se adueña de la ciudad por esos días en la Quema del Diablo, a fin de clamar por buenos augurios para la región más variopinta en folclorismo de las Américas.

Allí se dan cita la Tumba Francesa y el vudú, los batá y las Steel Band, el changüí y las reminiscencias africanas en pleno sincretismo. La oportunidad convierte en única la experiencia de vivir en un mismo sitio las identidades del Caribe total. Goce absoluto de los sentidos, y también del pensar desde una idiosincrasia definitoria.

Pensar el Caribe

La Fiesta del Fuego es más que una celebración. Su convocatoria incluye espacios para la reflexión y el debate, como fuera el ideal de su fundador, el desaparecido intelectual santiaguero Joel James Figarola, junto a otros no menos soñadores como el poeta Jesús Coss Cause, a quienes se extrañará físicamente mientras sean invocados en el espíritu de la festividad.

Pues pensar el Caribe con sus tristezas y agonías no exime de sentir con el corazón alegre que distingue a estos pueblos americanos donde se cruzaron casi todas las culturas. Por eso el imprescindible coloquio se dedicará a pensadores de la región que marcaron pautas en su devenir, en este caso, tres martiniqueños considerados esenciales.

Al poeta Aimé Césaire (1913-2007) se debe el concepto polémico de la negritud, que puso en boga en su libro Cuaderno de retorno al país natal (1947), pero su impronta medular atraviesa la condición colonial de los pueblos francófonos de las Antillas, recogida en su poesía, ensayos y artículos, como su Discurso sobre el colonialismo (1950).

El radicalismo de Frantz Fanon (1925-1961) constituye referente del pensamiento enfrentado a las hegemonías y al colonialismo, desde una base antirracista y antiimperialista. Su legado sitúa a la cultura en el centro de mira del enfrentamiento por la libertad política y la justicia social, de lo cual son muestras los textos Piel blanca, máscaras negras y Los condenados de la tierra.

Mientras, la perspectiva de Édouard Glissant (1928-2011) sobre el mestizaje como creador de valores autóctonos, se convierte en contradiscurso de la diversidad cultural ante la hegemónica globalización que trata de ser convertida en instrumento de control por los centros de poder mundial.

La obra de James bebió de esas fuentes y así lo hizo también la inspiración poética de Coss Cause, dos grandes ausentes presentes en cada edición de la Fiesta del Fuego.

Pique, pique, repique, pa

El sonido del tambor y de otros elementos percutivos de singular presencia en esta región oriental de Cuba ya se adueña de la memoria, presta a revivir la magia de la Fiesta del Fuego.

En diversos espacios de la urbe de casi 500 años, se darán cita la reflexión y los desfiles artísticos multitudinarios, así como presentaciones en plazas, calles, teatros y decenas de instituciones de la cultura. Habrá ceremonias mágico-religiosas, exposiciones de artes plásticas y talleres de música, y se producirán el encuentro de narradores orales y la cita regional de poetas.

Otra vez se mezclarán, se abrazarán y arrollarán las culturas caribeñas al compás caliente de la vida en tierra santiaguera, ciudad portal al Caribe en la Isla de Cuba. Y como el poeta García Lorca, me repito que iré a Santiago: «¡Oh, cintura caliente y gota de madera! / Iré a Santiago. / ¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco! / Iré a Santiago»