- Habanos Chianti un maridaje exclusivo.
Hijos de un mismo amor de su gente por la tradición y la tierra que los vio nacer, durante el XVII Festival del Habano se encuentran dos productos exclusivos en el mundo de las pasiones gourmet
Frente a la Toscana italiana, en medio del mar, se levanta de repente un islote agreste cuya cima está coronada de nubes. Nadie podría imaginar un mejor escenario para leyendas y fábulas que la isla de Montecristo, la misma que inspiró a Alejandro Dumas para su famosa novela, que siglos después impresionaría tanto a los tabaqueros cubanos que elegirían inmortalizarla como una de las marcas de Habanos más famosas del mundo.
No muy lejos de allí, tierra adentro en la Toscana italiana, una geografía verde y semi montañosa, desde la cual en días despejados quizás puedan adivinarse los contornos del islote de Montecristo, se haya la DOCG Chianti (Denominación de Origen Controlada), cuna de algunos de los mejores vinos italianos.
Es por ello que el encuentro de dos hijos de terroir tan peculiares, rodeados ambos de fantasías y leyendas, herederos de un hacer centenario, no es tan fortuito como pudiera parecer, pues los Habanos Montecristo y los vinos de Chianti parecerían que estaban predestinados a encontrarse alguna vez.
Esta vez serán varios los Habanos que buscarán su mejor combinación entre varios vinos de Chianti.
Entre ellos destaca el Montecristo Eagles Open (Cepo 54 por 150 mm de largo) el que defenderá los colores de Habanos s.a. en este peculiar maridaje, en una línea que se caracteriza por la fuerte personalidad de su sabor, un intenso aroma y un grado de fortaleza ligeramente fuerte.
El otro invitado al convite es el Hoyo De Monterrey Le Hoyo San Juan (cepo 54 x 150 mm de largo), que debe su nombre al homenaje que se le quiso hacer a una de las zonas más peculiares de cultivos de los Habanos, y en específico al Hoyo de San Juan, un lugar mítico del cual salen algunas de las mejores capas de los Habanos.
Ambos Habanos buscarán hermanarse con vinos Chianti emblemáticos como el Chianti Rufina (D.O.C.G.) Riserva “Lastricato”, 2010 –Castello Del Trebbio, que debe su nombre al Castello del Trebbio, construido por la familla Pazzi entre el siglo XII y XV, donde se produce un vino de gran calidad en la región de Chianti Rùfina, subregiòn de la región de Chianti, donde también se produce aceite extra virgen de oliva y azafrán.
Invitado también está, entre otros, el Chianti Colli Fiorentini D.O.C.G. “Il Castelvecchio”, 2011 –Fattoria Castelvecchio, nacido de la finca Castelvecchio, que se encuentra en San Pancracio, en el Municipio de San Casciano Val di Pesa, 20 km al sur de Florencia, en la zona de producción de Chianti Colli Fiorentini Docg, subregión de la región Chianti.
Esta villa, construida en el siglo XV sobre las ruinas de un castillo, produce unos vinos de calidad excepcional, resultado de las excelentes uvas obtenidas con la pasión y la atención constante de los vinicultores para garantizar la exclusividad del producto.
Para completar el convite estará el Chianti (D.O.C.G.) Riserva “Vigna 54”, 2012 –Azienda Agricola Pugliano, de la compañía Agricola Pugliano, hijo de la pasión por el vino de la familia Fioravanti, en el corazón de Chianti, en un terreno que cuenta con cualidades únicas, rico en minerales y nutrientes, producto de los restos fósiles del Plioceno.
En este suelo de arcilla los viñedos expresan al máximo su desarrollo, en un entorno único y natural en el que la compañía ha decidido adoptar métodos orgánicos para la producción de vinos excepcionales.
El maridaje entre Habanos y Chianti no es una competencia, pues entre grandes señores no hay perdedores. Todos, sabedores de que poseen un linaje excepcional más allá del tiempo y las decisiones, simplemente se entremezclan según los gustos y pasiones de cada fumador, que quizás al maridar las bocanadas de humo con el peculiar sabor de cada sorbo de vino, se trasladen en mítica conjunción a la legendaria Montecristo, aquel islote de la Toscana donde Edmundo Dantes encontró la fortuna escondida que lo convirtió en el Conde de Montecristo.
El encuentro de dos hijos de terroir tan peculiares, rodeados ambos de fantasías y leyendas, herederos de un hacer centenario, no es tan fortuito como pudiera parecer