Cenotes, caletas, playas…manglares, pastos marinos, tortugas y buen número de animales en su selva; este es un sitio único en la Riviera Maya.

Este mágico rincón del mundo está cerca de la Reserva de Biosfera de Sian Ka'an, en el Caribe mexicano, con sus hermosas ruinas arqueológicas mayas, que se iluminan en las noches, en medio de la cálida selva y donde es posible realizar tours como el de Muyil –inolvidable–, a través de un canal que lleva a la laguna circundada por manglares. Hemos pasado aquí unos días extraordinarios, que aprovechamos para conocer a varios vecinos de la zona –la mayoría es consciente de que el frágil equilibrio ambiental de Tulum podría romperse si el destino crece sin un riguroso control. Hasta ahora, por suerte, no existen grandes desarrollos turísticos; el aire todavía es puro, la playa transparente y la arena muy fina y blanca. Todo esto junto a un inmenso patrimonio arqueológico y natural, hace muy especial este destino. Se accede al lugar por medio de buenas carreteras –de Playa del Carmen, se está a media hora; y de Cancún, a 75 minutos. Vacaciones con sabor a pueblo La posibilidad de tener unas vacaciones con sabor a pueblo es lo mejor de Tulum. «Es una suerte que el asentamiento principal de la zona no esté a la orilla de la costa; si no imagínate, sería el caos», dice el siempre combativo conservacionista y arquitecto Oscar Carreño, propietario de la posada La Nueva Vida de Ramiro. La aparición de este vecino por el lugar está ligada a un acontecimiento trágico: su hijo Ramiro tuvo un accidente en el que casi muere y la familia decidió alejarse del mundanal ruido y así levantaron este negocio, con mucho cuidado de la naturaleza. «Si no tomas un centímetro de la costa y respetas el medio, pueden haber huracanes o lo que sea, pero siempre tendrás verdor y renacimiento», sentencia categórico Carreño desde su vasta experiencia, denunciando los desarrollos turísticos invasivos y degradantes. Vinculados al negocio turístico en Tulum se encuentran norteamericanos, argentinos, chilenos, españoles, italianos, alemanes, quienes atraídos por el estilo de vida slow y de bajo impacto, trabajan allí animados por mantener el entorno natural lo mas prístino y descontaminado posible. «Todos estamos conscientes de que necesitamos el aporte de las autoridades para que no se quiebre el frágil equilibrio de la zona, pero en mi casa yo hago lo que responsablemente tengo que hacer clasificando los desperdicios, ahorrando el agua y la energía y, sobre todo, enseñando a mis hijos cómo vivir de una manera sostenible», asegura el terapeuta argentino Ramiro Pacheco, del spa del hotel Ocho Tulum. El hotel, que funciona con energía solar y tiene 18 cabañas hechas con materiales de la zona, es una referencia local por sus clases de yoga y terapias holísticas, su buena mesa, sus wine tastings y el Tarot Gitano de Rusia. No tiene aire acondicionado, pero la orientación al construir las habitaciones permite un flujo excelente del aire. Los detalles y amenidades son hermosos (cremas, acondicionador para el cabello, champú…, todo orgánico y en bellos y delicados envases de cerámica). Hicimos yoga cada día en la mañana. De hecho en Tulum vas caminando por la magnífica playa y ves a los grupos provenientes de todo el mundo practicando Ashtanga, Hatha, Vinyasa, Kundalini… Sólo hay que pedir el estilo y te será concedido. ¿Se puede acaso esperar más? El Shambala Petit Hotel, una verdadera preciosura de solo nueve habitaciones; el Maya Tulum y Casa Violeta, son también encantadores y están dentro de este mismo estilo –pequeños, acogedores, muy naturales, con finas atenciones y tratamientos holísticos y de spa. Son el cielo en la tierra. Wellness es vida Muy especial es el hotel Ana y José de 23 suites, que nació del esfuerzo de esta emprendedora pareja, 28 años atrás. Él recuerda, «entonces apenas habían dos hoteles y mucha vida salvaje». Sus huéspedes habituales son norteamericanos, ingleses, italianos, alemanes, franceses y mexicanos, que vienen atraídos por la naturaleza de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka'an y todo lo que el lugar ofrece: playa cerca y también cultura, a través del contacto con las comunidades locales; comodidades muy especiales que ayudan a olvidar el mundo exterior y detalles como una selecta carta de vinos, puros cubanos y platillos flameados. Se trata de bellos hoteles inundados por un olor a flores frescas y aceites aromáticos, donde se escuchan el canto de las aves y el vaivén de las olas; o se cena en un gran bohío a la luz de velas. Hay para escoger, de escalas mínimas, aunque siempre elegantes y muy agradables; o más sofisticados como Mil Amores Eco Resort & Spa y Piedra Escondida. Lo mejor de todos es que se encuentran en Tulum, un lugar muy recomendable para vivir una experiencia de pura felicidad.