El Tango. Patrimonio Intangible de la Humanidad
El género musical danzario rioplatense fue incluido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) entre las tradiciones que considera de indispensable protección para salvaguardar el legado cultural de la humanidad en su última reunión de septiembre pasado en Abu Dhabi.
Calificado por muchos como una música del alma y un baile de la carne, del deseo y de los cuerpos más que de las personas, el tango parece reestrenarse y renacer con este reconocimiento internacional que ha venido a reforzar su tradición y arraigo en tierras argentina y uruguaya, de donde es expresión de identidad y hasta motivo de vida. Y con ello sus amantes en todo el mundo, una verdadera comunidad de músicos, bailarines profesionales y aficionados, compositores, coreógrafos, letristas, profesores, alumnos y niños que, mientras disfrutan, aprenden de su historia y de este ritmo en cualquier rincón del planeta, con lo que encarnan el espíritu del rioplatense más auténtico. Humilde de origen y hasta silenciado en sus años iniciales de bares, arrabal y puerto, el tango hoy es orgullo de Argentina y Uruguay; y para más vida y pasión, Patrimonio de la Humanidad.
En los acordes hay antiguas cosas: el otro patio y la entrevista parra. (Detrás de las paredes recelosas el Sur guarda un puñal y una guitarra.) Esa ráfaga, el tango, esa diablura, los atareados años desafía; hecho de polvo y tiempo, el hombre dura menos que la liviana melodía, que sólo es tiempo. El tango crea un turbio pasado irreal que de algún modo es cierto, un recuerdo imposible de haber muerto peleando, en una esquina del suburbio
Jorge Luis Borges