José Villa Soberón

«Quisiera que mis obras pudieran despertar y comunicar emociones, enriquecer los sentimientos más naturales y sencillos del ser humano; es lo que siempre ha marcado mi trabajo tanto figurativo como abstracto», confiesa a Excelencias el escultor José Villa Soberón, de 59 años, cuya obra se encuentra desgranada en toda la geografía de Latinoamérica, España, Europa y otras partes del mundo.

¿Influencias?, le pedimos nos comente las fundamentales, pero categórico asegura «tengo tantas que no encuentro como responder, si no es diciendo que me siento deudor del trabajo de muchas personas, de la escultura cubana y universal». En Cuba, en ciertos círculos de intelectuales y aficionados al arte, le conocen como el resucitador; y popularmente, como el «escultor de Lennon». Todo porque Villa «sentó» al ex Beatle en un parque de La Habana e hizo reaparecer en una de sus calles hacia la Plaza Vieja al mítico Caballero de París y a la Madre María Teresa de Calcuta en un antiguo patio conventual, también de La Habana Vieja, y al Dios de Bronce de la literatura norteamericana –el Nóbel Ernest Hemingway–, en su predilecta esquina de la barra del restaurante bar Floridita, donde el escritor está acodado de frente al salón, a la izquierda de su entrada; sonriente, imponente, relajado y casi vivo. «Nunca pensé que este homenaje a Lennon fuera tan atendido por la población», asegura, «pues no es común en las artes plásticas y mucho menos en la escultura, que una obra tenga tanta aceptación entre la gente; de modo que aunque creí de inicio que sería una escultura más, casi 10 años después la gente sigue acudiendo allí para verlo, sentarse a su lado y retratarse con él». Pasa igual con su Caballero de París, en La Habana Vieja; su Hemingway y el Benny Moré andante instalado en el boulevard de la ciudad de Cienfuegos. «Me alegra», dice, «porque el trabajo del escultor es muy duro y esto reconforta y te hace pensar que ha valido la pena el esfuerzo». Pero antes de llegar a este punto, durante poco más de 25 años, Villa Soberón se lució en el abstraccionismo más atrevido, dándole a piedras y metales formas inusitadas, vitalidad, una especial capacidad de atraer la mirada y evocar sensaciones e interpretaciones. «Pueden haber muchas definiciones conceptuales de la escultura y cada una vinculada con presupuestos ideológicos y estéticos, asegura Villa, pero ya vemos que la escultura ha dejado de ser hace mucho tiempo una visión reducida al arte estatuario o con funciones exclusivamente decorativas y que el escultor, de ser alguien con capacidad de transformar los materiales en formas, se ha convertido en artista, lo cual entraña una gran responsabilidad, en momentos en que el arte se ha hecho imprescindible para la calidad de vida del ser humano en general. «Por eso creo que los principios originales del arte como expresión de emociones, como creación del hombre para el disfrute del hombre y el desarrollo de su sensibilidad, tienen cada vez más vigencia». Villa recién ha estrenado en el Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana, la exposición Mutantia. «Hace dos años me invitaron a Chipre a hacer una escultura de José Martí (Héroe Nacional de Cuba) y desde allí pude ir a Grecia. Me conmovió mucho esa visita. Su arte clásico lo llevamos por dentro y a veces uno no lo dimensiona, ni se da cuenta de eso, y de aquel contacto surgió la idea de esta muestra de la que el símbolo o centro es la espiral, que me ha permitido volver a la cultura clásica desde una óptica más contemporánea, con recursos de este tiempo, como el acero y el acero inoxidable». Después del acto de apertura de la exposición que atrajo a varios cientos de personas y de haber disfrutado de sus 10 variaciones de la espiral, me fui a saludar al artista. Llevaba un bebé en brazos «el sobrino nieto», con una dulzura muy evidente y noté, además, que en medio del acontecimiento, el artista estaba despejado y feliz. «Un sueño, me preguntas? Ah, pues me encantaría tener un día la posibilidad de diseñar un espacio público con esculturas, bancos, luminarias y todo lo necesario para el placer y el disfrute».

* Ha recibido la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Alejo Carpentier y la Medalla José María Heredia, de Santiago de Cuba, su ciudad natal. Profesor de escultura en el Instituto Superior de Arte (ISA) desde 1976 y Decano de su Facultad de Artes Plásticas, de 1986 a 1990. Miembro de la UNEAC desde 1982, Presidente de Artes Plásticas de 1993 a 2007 y Vicepresidente de la institución desde 2008. Vicepresidente primero del Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental (CODEMA) y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos. Obras suyas forman parte de colecciones en Cuba, España, Estados Unidos, Alemania, Brasil, Canadá, Polonia, Hungría, Egipto, Rusia, Francia, Costa Rica, Italia, Argentina, México y Austria.

«La escultura ha dejado de ser hace mucho tiempo una visión reducida al arte estatuario o con funciones exclusivamente decorativas y el escultor se ha convertido en artista, lo cual entraña una gran responsabilidad, en momentos en que el arte se ha hecho imprescindible para la calidad de vida del ser humano en general»