Jobel Dogirama primer Noko de la comunidad Emberá Querá persona respetuosa, responsable y honesta, que le gusta trabajar en equipo, y compartir la mayoría de su tiempo con la familia y sus estudios universitarios.
Noko Atilano Flaco en la comunidad emberá del río Chagres en 1997 en nuestro primer encuentro.
José Carlos de Santiago en su último viaje jugando con los niños de la comunidad Emberá Querá, manteniendo el compromiso de la Revista Excelencias desde 1997.
Atilano Flaco (padre) en 2017 a orillas del río Gatún con otro miembro de la comunidad.
Al igual que en 1997, cuando Excelencias realizó su primer reportaje en la comunidad Emberá de Panamá, 20 años después volvieron a tener la oportunidad de sostener en sus manos ejemplares de la revista.
Recorrido por el río Gatún, que alimenta las exclusas del mismo nombre en la canoa típica emberá. A la derecha niña emberá con la típica vestimenta compuesta por «gua» y «chaquiras» / La comunidad cuenta con una empresa de turismo especializada, con el objetivo de impulsar, promover y rescatar la cultura ancestral de los pueblos Indígenas de Panamá. Tanto en la foto superior que corresponde a nuestro encuentro de 2017 como en la inferior, tomada en nuestro primer encuentro, la etnia Emberá guarda celosamente sus tradiciones

En 1997 Atilano Flaco recibió a Excelencias en su comunidad asentada en el río Chagres. 20 años después nos volvemos a encontrar en la nueva comunidad que creó en el río Gatún.

Atilano Flaco puso en práctica en 1997 un nuevo concepto de turismo en Panamá. Como Noko (jefe) de su comunidad, asentada en el rio Chagres, se convirtió en el promotor de su etnia Emberá, con pleno respeto a sus tradiciones y su exhibición pública. 10 años después creó una nueva comunidad en el río Gatún. Ahí nos hemos reencontrado.

1997: primer encuentro con los Emberás del Chagres
Fue entonces que le oímos hablar a Atilano de aquella prometedora iniciativa, a la que de manera intuitiva dimos nuestro respaldo con el extenso reportaje sobre los Emberás realizado en el segundo año de Excelencias.
El número 25, una edición bilingüe, español e inglés, presentada en FITUR, dio prueba de nuestro compromiso a favor de un turismo sostenible, arraigado en los pueblos originarios del Caribe y las Américas.
Como destacamos entonces, la  visita a los poblados Emberás «es toda una experiencia, que nos permite entrar en contacto con una de las culturas autóctonas que más han contribuido a crear la personalidad del Panamá actual».Unos años antes, decíamos,  representantes de un grupo Emberá llegaron a un acuerdo con el gobierno panameño por el cual se trasladarían al Parque Nacional del Río Chagres, comprometiéndose a actuar como sus cuidadores.
Uno de los primeros detalles curiosos que nos sorprendió entonces, cuando quisimos entablar contacto con los Emberás, fue comprobar que todavía no tenían teléfono ni luz eléctrica, a 45 min en canoa motorizada del embarcadero más cercano.
Pero Atilano, su representante, tenía un buscapersonas (al que él le llamaba biper), cuyo número nos facilitó Ilka Aguilar, del Instituto Panameño de Turismo (IPAT), quien nos acompañó. Le dejamos un mensaje para citarnos. Atilano vino a recogernos en su canoa motorizada, con capacidad para diez personas y en ella nos llevó, remontando el Chagres, al que llaman Río de Los Lagartos, hasta su poblado. Aquel encuentro de 1997 fue el inicio de una relación que perdura hasta hoy.

¿Quiénes son los indios Emberá?
Los Emberá son un pueblo amerindio que habita algunas zonas del litoral pacífico y zonas adyacentes de Colombia, el este de Panamá y el noroeste de Ecuador. En Panamá habitan en la Comarca Emberá-Wounaan -en el Darién- y en Emberá Drua, en el distrito de Panamá.
Mantienen sus ancestrales costumbres y forma de vida, así como sus antiguas técnicas de caza, pesca y recolección. Su tradición ha sido determinante en la definición de la personalidad cultural del Panamá de hoy. Su sistema de organización social reconoce iguales derechos a las mujeres y a los hombres.
Son grandes amantes y defensores de la naturaleza, y se preocupan siempre de mantener el equilibrio biológico de las zonas en que habitan. Hasta hace poco la única arma por ellos utilizada era la arcaica cervatana de dardos envenenados, cuyo uso aún no han abandonado.
Ajenos a los rigores del clima, gracias a las suaves temperaturas tropicales todo el año, apenas visten un pequeño cubre-sexo de cuero los hombres, mientras las mujeres utilizan telas Paruma (Gua) y envuelven a manera de falda sus caderas hasta las rodillas y collares alrededor del cuello tejidos por ellas mismas llamadas chakiras, y sus cuerpos pintados de Jagua, pintura natural producida por una planta.

Una nueva aldea bautizada
Emberá Querá
En octubre de 2017 iniciamos un viaje en un pequeño embarcadero del río Gatún, en la vía a Colón. El trayecto es un laberinto de canales en medio del bosque tropical.
El paisaje es de una majestuosa belleza natural. Solo el canto de las aves rompe el silencio de la selva, con todos sus tonos de verde. Los árboles inmensos de los que cuelgan lianas, evocan imaginarias aventuras de la niñez,  mientras uno avanza río adentro, surcando la vía acuática en canoa.
 Todo el trayecto semeja un viaje fantástico en el tiempo, un regreso a los tiempos del Descubrimiento, cuando los españoles seguramente se sentirían aturdidos por el canto de pájaros desconocidos, los agudos aullidos de los monos y otros bichos del verde bosque tropical. La hospitalidad de esta comunidad indígena formada por más de 70 adultos dirigidos por el Noko Jobel Dogirama (estudiante universitario fiel a sus tradiciones y etnia) es sorprendente. Niños y niñas se aglomeran a nuestro alrededor, juegan y se divierten mientras tomamos fotos que reflejan una voluntad de agradar al noble visitante que llega para conocer sus experiencias de vida, modos y costumbres.  En la práctica, según nos explican, la totalidad de los integrantes de la comunidad tiene una tarea a cumplir en la atención a las visitas turísticas, que casi a diario llegan a la población.
Allí podremos volver a encontrarnos con Atilano Flaco, el representante turístico de esta comunidad que decidió ofrecerles otro modo de vida, mostrando sus costumbres y cultura.

Primeros pasos
Los residentes de Emberá Querá proceden de diversas aldeas; Atilano, su fundador principal llegó desde Manené, Darién, para contribuir con el desarrollo de la Región de Alto Chagres, invitado por su primo Miguel Flaco, entonces residente de Emberá Drúa.  
Hasta 1999 residieron en Emberá Drúa, impulsando el desarrollo turístico local; de allí se mudaron a Parará Purú donde tampoco encontraron mejores posibilidades. A finales de 2006 decidieron buscar un terreno apropiado, con la firme convicción de fundar una aldea dedicada por entero a mostrar su modo de vida adaptándose a las nuevas tendencia del turismo.
Embera Querá quedó establecida desde enero de 2007 a orillas del Lago Gatún, Corregimiento de Limón, Distrito y Provincia de Colón, República de Panamá.
Han adoptado un reglamento en el cual establecen la finalidad y condiciones de residencia y salida de la comunidad, las labores de voluntariado, así como la organización y funciones de los organismos de base turística y tradicional, para la orientación y cumplimiento estricto por parte de todos los residentes.

Gobierno y Administración
Para fines sociales y comunitarios se ha establecido el Gobierno Tradicional dirigido por un Nokó que vela por el bienestar social, la sana convivencia y la conservación de las costumbres y tradiciones.
El Nokó es acompañado en sus funciones por una Junta Directiva, y cuenta con un 2º Noko Atilano Flaco hijo, que actúa durante sus ausencias temporales.

Sueños de futuro
En el 2007, Atilano aprovechó la oportunidad que le brindó uno de los medios de prensa panameños de mayor circulación para transmitir desde su vivienda palafítica sus sueños: «Esta comunidad, Emberá Querá, que significa fragancia emberá, acaba de nacer, estamos abriendo las puertas de nuestra cultura al mundo, y queremos compartir nuestra sabiduría con los turistas, porque sabemos que la naturaleza está en riesgo. Para mi pueblo, que sufre grandes necesidades, es una forma de ganarse un justo ingreso y la forma más saludable de desarrollarnos en armonía con la madre naturaleza».
10 años después, Atilano Flaco se presenta como el Coordinador de Turismo de la Comunidad Emberá Querá. Para más información, contacte a: www.excelencias travel.com.
Los programas actuales de visita a la comunidad incluyen     transporte acuático de ida y vuelta, visita a Yarre Dee  «Isla Mono» y la bienvenida con música Emberá.  Luego se puede asistir a una charla de introducción a la cultura Emberá, seguida de un recorrido por la comunidad,  buffet al estilo Emberá, incluyendo comida tradicional, frutas, bebidas (chicha de maíz) y más.
Asimismo se ofrece una presentación de danzas y música Emberá, exhibición y ventas de artesanías, así como competencias de juegos ancestrales, entre ellos arco y flecha, canotaje, natación y lanza.
Un equipo de jóvenes profesionales en la rama del turismo ecológico y guías indígenas bilingües se empeñan en seguir incrementando las visitas de turistas al  país y su comunidad, que ha puesto su esperanza de desarrollo y prosperidad en la industria de la hospitalidad.

 

La arquitectura Emberá
La técnica constructiva y los conocimientos proceden de la vida natural que ofrecen los bosques. Los diseños del techo de forma cónica, armados con hojas de guagara o palma real, las pilastras de árboles fuertes como el cocobolo, guayacán, y níspero, permiten que estas viviendas soporten efectos de inundaciones o ataques de los insectos. Los pisos de palma de gira mantienen la flexibilidad y rigidez para soportar pesos considerables.

Noko significa Líder en la lengua emberá. Es la figura máxima en la comunidad, el cual vela por el bienestar social, económico y orden en el territorio de su jurisdicción en compañía de su junta directiva que respaldan su labor.
En el mundo Emberá la escogencia de los nokoes es de manera democrática. Pueden postularse  hombres y mujeres. La dinámica es muy simple: En la casa comunal o tradicional, se convoca a una asamblea general local para elegir a su líder y el pleno propone los candidatos, de acuerdo a los requisitos y perfiles de la comisión de elección por un periodo de 3 o 5 años. Los candidatos se presentan al pleno y sustentan el porqué desean ser noko. Luego los candidatos se paran en el centro de la casa cultural y los miembros del pleno votantes se ponen detrás del candidato de su preferencia y la comisión de elección hace el conteo y el que resulte con mayor cantidad de votos es el 1er. Noko y  el segundo que obtuvo mayor voto se consagra como 2do. Noko.
¿Quiénes pueden votar? Todo va depender de la comisión de elección y la aprobación de pleno en ese momento. Pueden votar hombres y mujeres y niños. Los  niños de 13 o 15 años en adelante pueden votar.
Jobel Dogirama. 1er. Noko
Es una persona respetuosa, responsable, honesta, le gusta trabajar en equipo, ayuda en la comunidad transmitiendo sus conocimientos profesionales, le gusta conocer sitios nuevos, escuchar consejo de los demás, y le gusta compartir su mayor tiempo con la familia.
Atilano Flaco hijo. 2do. Noko
Es un joven dinámico, responsable, honesto y amante del deporte. Le gusta trabajar en equipo, ayuda en la comunidad en los trabajos generales. Actualmente, es uno de los tres mejores  lanzadores de jabalina en los II Juegos Mundiales Indígenas – Canada 2017- Edmonton   y Campeón en Canotaje en los I Juegos Mundiales Indígenas – Brazil – Las Palmas 2015

Las Cestas
Son tejidas y diseñadas por las mujeres Wounaan y Emberá. Confeccionadas totalmente con materiales vegetales y hechas a mano, adquieren fama entre los coleccionistas. La fibra proviene de la palmera chunga (Astrocarium standleyanum) nativa de la selva del Darién en Panamá. A través de un largo y arduo proceso se extraen las fibras. Los tintes provienen de raíces, plantas y frutas silvestres que crecen en la selva, por ejemplo: El achiote (Bixa orellana), jagua (Genipa americana) y los residuos de la madera cocobolo. Las mujeres Wounaan y Emberá heredan este complicado arte de sus madres y abuelas. Algunos diseños son tan antiguos que nadie puede recordar sus orígenes. Cada canasta es una pieza única del arte –no hay dos en el mundo. Las canastas varían en forma y en tamaño, de 3 pulgadas a 3 pies. Una gran canasta puede tomar a un artesano varios años para completarla. El tejido es tan fino que las canastas pueden retener agua.

Danza en nuestro honor
Los miembros de la comunidad salieron a recibirnos ataviados con sus ropas típicas: los hombres con taparrabos de vistosos colores y las mujeres con falda y el pecho descubierto, rodeado de unos collares multicolores que llaman chaquiras. Gente afectuosa y encantadora, danzaron para nosotros, nos mostraron  sus costumbres y forma de vida, su artesanía, cestas tejidas a mano, trabajos con huesos de frutas y madera, entre otros.