CENTRO INTERNACIONAL DE SALUD LA PRADERA

Es uno de los inventos más novedosos del siglo XX. Pacientes con sordera profunda, muchos de los cuales jamás pensaron en oír o hablar, ahora tienen la oportunidad de escuchar los sonidos de la vida y mostrar los colores de su voz. La doctora Beatriz Bermejo Guerra, especialista del Programa de Implante Coclear del Centro Internacional de Salud La Pradera, conversó con Excelencias sobre el impacto de este proceder

Veinte años cumplió el programa de Implante Coclear en Cuba este 2017. Posicionado con éxito y prestigio en el mundo, el programa cubano atiende principalmente a la edad pediátrica por el impacto que tiene a largo plazo. Lo hace en niños sordos y también en los sordo-ciegos. De hecho, es la nación de América Latina con mayor número de pacientes sordo-ciegos tratados. Y es que esta edad es la ideal, pues se aprovecha toda la etapa del desarrollo del lenguaje y desarrollo neurológico.
Es un proceder con varias etapas importantes. Así nos lo hace saber la doctora Beatriz Bermejo, quien asegura que «una no puede estar sin la otra. De ellas dependen los resultados. Estas son: selección del candidato, evaluación y toma de decisiones, cirugía, programación y finalmente, la rehabilitación del paciente».
Hasta hace pocos años, la mayoría de los niños nacidos con sordera profunda alcanzaban un dominio muy limitado de la lengua oral. Sin embargo, gracias al desarrollo de los implantes cocleares pediátricos la situación hoy es muy favorable. Con ellos se producen mejoras notables en la percepción, desarrollo lingüístico e inteligibilidad, con el consecuente impacto positivo en el neurodesarrollo.
El implante coclear es un dispositivo electrónico científicamente probado para el tratamiento de niños con hipoacusia neurosensorial severa a profunda bilateral, que no obtienen suficiente beneficio con el uso del audífono.
«Es un aparato que se coloca en el oído interno mediante una cirugía. Transforma los sonidos en energía eléctrica capaz de actuar sobre las aferencias del nervio coclear, desencadenando una sensación auditiva en el individuo. Lo conforman uno externo y otro interno, donde este último es colocado quirúrgicamente. Los componentes externos incluyen un micrófono ubicado detrás de la oreja, un procesador del habla que se usa en el cuerpo y un transmisor que se lleva en el cuero cabelludo detrás de la oreja. Los componentes internos incluyen un receptor, un imán asegurado bajo la piel de la oreja y electrodos alámbricos colocados en la cóclea».
Bermejo confirma que la aparición de estos implantes ha revolucionado el tratamiento de los niños con sordera haciendo posible que un niño sordo desarrolle una audición funcional que le permite, en la mayoría de los casos implantados, alcanzar niveles de desarrollo de lenguaje oral muy similares a los niños oyentes.
«Hoy día los implantes tienen conexión a teléfonos, por bluethooth y a televisores. El paciente puede escuchar música, bañarse en piscinas y playas y tiene un sistema de conectividad que les permite interactuar mejor con sus maestros. Nosotros obtenemos los dispositivos de dos de las mejores firmas en el mundo dedicadas a este tema y que son líderes: Coclhear y Avanced Bionics. El impacto del implante será mayor cuanto antes se coloque. Se recomienda que tenga lugar antes de los dos años de edad, pues la activación acelera el desarrollo vocal y permite un aumento en el numero de vocalizaciones».
Pero, no basta implantar. El dispositivo no le devuelve al niño la audición inmediata. Es entonces, cuando comienza la rehabilitación, “la etapa más extensa y la más satisfactoria porque estás viendo los logros. Es ver cómo niños que se implantaron en la primera etapa ya han alcanzado niveles universitarios y son jóvenes integrados social y escolarmente».
Es el proceso de entrenar al cerebro para que aprenda a comprender el sonido con un implante coclear. Esta etapa combina la rehabilitación lingüística con el entorno natural de la instalación; realiza evaluación de habilidades comunicativas y del lenguaje, con escalas estandarizadas; brinda sesiones de terapia individual y grupales; ofrece asesoramiento a familias en el manejo y cuidado del equipo y capacitación a profesionales interesados en el tema y ayuda al aprendizaje de habilidades auditivas, del lenguaje y habla para enriquecer el entorno del niño.
Hasta la fecha y tras la rehabilitación, más del 66 % de los niños avanzaron a niveles de identificación-reconocimiento-comprensión con modo de comunicación oral bimodal.
«Los programa de rehabilitación son diseñados teniendo en cuenta la edad del niño, la familia, la motivación y la inteligencia. Existen diferentes técnicas: un programa de terapia auditiva verbal con estímulos del medio ambiente propios del cuerpo, pero a través de la audición; es decir, no media el sistema gestual ni la lectura labiofacial. Para los niños más grandes o niños pequeños que no clasifiquen para este tipo de terapia hay un programa de terapia auditiva oral, donde utilizamos los gestos, la lengua de señas, lectura labial, todo por vía visual. Luego hacemos un cierre por vía auditiva para desarrollar el lenguaje. Generalmente, es utilizado en niños de edad escolar que tienen un código de comunicación establecido y van a comenzar de nuevo a escuchar».
En el mundo más de 250 000 pacientes llevan un implante coclear. De ellos, 100 000 son niños. En Cuba, 430 pacientes son usuarios de implante coclear. Los profesionales del programa colaboran con especialistas de otocirugía, audiología, psicología, neurofisiología y pediatría de Cuba y el mundo. Hoy unas 300 personas han sido rehabilitadas con este servicio, incluyendo pacientes de República Dominicana, Venezuela, Angola y Haití.
El Centro Internacional de Salud La Pradera lleva 20 años de experiencia en la atención a niños con deficiencia auditiva y alteraciones del lenguaje. Sus profesionales están altamente capacitados en las distintas terapias de rehabilitación logopédica. La actividad está dirigida por un médico especialista en logopedia y foniatría que realiza la evaluación, diagnóstico e indica el programa de intervención a cada niño teniendo en cuenta sus característica individuales, el entorno familiar y escolar.
«Ha sido un reto en mi vida profesional. Es maravilloso caminar junto a estos niños y sus padres disfrutando cada sonrisa y cada palabra».