EL MULTIDESTINO PUEDE SER LA SOLUCIÓN PARA ENTRAR DE LLENO AL COMPETITIVO MUNDO DEL TURISMO: TOCA AUNAR ESFUERZOS ENTRE LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE PARA OFRECER PRODUCTOS MÁS ATRACTIVOS

Volcanes, zonas selváticas, playas, sol, cultura, historia, restos de antiguas civilizaciones, gastronomía, montañas, barreras coralinas, pecios, cataratas, reservas de las biosfera, ciudades patrimoniales, flora y fauna únicas, personas lindas y joviales, lugares llenos de misterios, innumerables cuevas, santuarios religiosos, minas, antiguos templos, palacios y escalinatas; islotes y afloramientos rocosos, paisajes vírgenes, bosques de manglares, lujosos hoteles, edificaciones de ensueño,   clima ideal... De todo tienen América Latina y el Caribe.
Por ello, un conocedor de las potencialidades del continente como el licenciado Jorge Hernández Delgado, quien fuera presidente de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina (COTAL), considera que por la riqueza histórica, cultural, natural y etnográfica de los pueblos que lo integran, «el sector turístico está llamado a ser la actividad económica más importante por su ritmo de crecimiento y aportación al desarrollo social». Los alentadores resultados mundiales de 2018 lo demuestran.
Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), la industria sin humo culminó el pasado año con el récord de 1 400 millones de llegadas internacionales, es decir, un 6% más que en 2017 (se llegó al número de viajeros previsto para 2020). Y aunque las Américas se quedó en la mitad con su 3%, las cifras siguen siendo estimulantes, máxime cuando se espera que en este 2019 se alcance un aumento entre 3% y 4%.
Por regiones, Oriente Medio (10%) y África (7%) superaron el promedio, mientras que Asia y el Pacífico, así como Europa lo igualaron (6%). Las Américas registraron 217 millones de turistas que pernoctaron, aunque con resultados mixtos en todos los destinos.
De ahí que Hernández Delgado defienda el criterio de que no son suficientes esas bondades que distinguen a nuestros países, ni que cada uno, individualmente, se esmere bridando los mejores servicios. «Se requiere la unión de fortalezas para entrar de lleno a este mundo tan competitivo, donde los turistas son cada día más exigentes. Es necesario dejar de competir, debemos aunar esfuerzos para ofrecer productos más atractivos».
Entonces, explotar esta ventajosa alternativa puede ser la mejor solución para los pueblos de Latinoamérica y el Caribe si se desea capturar, por ejemplo, aquellos viajeros que provienen de mercados emisores lejanos como Asia, Medio Oriente y Europa (en la actualidad representan el 7% y 17%, respectivamente, del flujo de visitantes internacionales que llegan), deseosos de aprovechar al máximo un viaje de larga distancia visitando varios países de la misma zona y enriqueciendo de ese modo la experiencia.
El multidestino es, además, una manera muy efectiva de materializar esa aspiración de nuestros pueblos de que finalmente se dé una verdadera integración económica y social en América Latina y el Caribe.


PLAN DE TURISMO MULTIDESTINO
La facilitación del viaje en los países a visitar (visados y cruce de fronteras); el transporte aéreo y terrestre / mayor conectividad en los destinos; marca e imagen comunes; productos / rutas comunes; y el papel de los operadores turísticos, las cadenas de hoteles y demás prestadores de servicios turísticos, constituyen los cinco retos fundamentales que se deben tener en cuenta a la hora de diseñar un plan de turismo multidestino, por recomendaciones de la OMT.
En cuanto al primer punto, existen experiencias en el continente que crean sinergias con el propósito de promover la prosperidad, como la colaboración que ha establecido la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú). Sin dudas, el hecho de que, por ejemplo, no se requiera visas para trasladarse de un lugar a otro, ha incrementado significativamente el número de turistas que se mueven entre estos países.
No son pocos quienes han visto con buenos ojos que en el interés de continuar su promoción en América Latina y el Caribe, American Airlines se haya unido a la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA). Y es que dicha compañía, junto con su socio regional, American Eagle, organiza como promedio cerca de 6700 vuelos diarios a alrededor de 350 destinos en más de 50 naciones.
En los últimos años, el crecimiento del turismo de cruceros en América Latina también se ha ido extendiendo más y más, a partir de que las compañías navieras han puesto sus ojos sobre esta parte del mundo, donde ven un futuro prometedor de su negocio.
Al representar el 48% de los itinerarios a nivel planetario, el Gran Caribe lidera el crecimiento de la industria de cruceros, ha afirmado la Florida Caribbean Cruise Association (FCCA), que controla el 95% del mercado estadounidense y el 85% del mundial, con sus más de 100 barcos.
Se prevé que la industria de cruceros continúe progresando a lo largo de 2019. Se estima que a lo largo del año arriben 30 millones de viajeros (6% más que los 28,2 millones registrados en 2018). Son esas condiciones muy propicias para el multidestino (se proyecta que un total de 272 cruceros operen en junio de 2019) en una región en la que, a decir de la Organización de Turismo del Caribe (CTO), habrá un alza en el turismo.
Ya existen experiencias como las que han puesto en práctica Cuba y República Dominicana con el fin de acercar aún más el mercado chino, principal emisor de turistas del orbe. Por esa razón desde hace un tiempo, Air China inauguró un vuelo que une a Pekín con La Habana, con escala técnica en Montreal, Canadá, el cual constituye la primera conexión directa entre el gigante asiático y el Caribe, y su primera ruta con América Latina, una región poco visitada por ese grupo numeroso de paseantes.
Porque ha demostrado que se trata de una solución factible para el desarrollo, la Asociación de Estados del Caribe apuesta con fuerza por el multidestino, una visión que destierra la creencia de que lo que funciona es el modelo de único destino, donde cada cual compite por su porción en el mercado.
Sin dudas, son grandes los beneficios, pero todavía queda mucho por hacer, más allá de lograr la eliminación de visados y una mayor conectividad entre países y regiones. Resulta vital, entre muchas otras acciones, unir voluntades entre los empresarios turísticos y las autoridades para facilitar los viajes; propiciar mejores negociaciones con los proveedores (hoteles, aerolíneas, transportistas, etc.); fortalecer la calidad de los servicios vinculados a este sector; y, al mismo tiempo, diseñar productos y rutas de manera conjunta.
Será muy útil la capacidad de promoción que tengan las agencias y los turoperadores para vender la belleza distingue a América Latina y el Caribe, cuyos países tienen en sus manos la oportunidad de convertirse en destino turístico por excelencia.